El Research Institute for Development, Growth and Economics (Ridge), busca ser un “centro de investigación de excelencia en economía con una destacada proyección internacional” y tomará “la perspectiva de los países en vías de desarrollo, y en particular de América Latina”, según información proporcionada por el BCU (ver recuadro).
El ministro de Economía, Fernando Lorenzo, participó el sábado en la firma del documento y destacó a los asistentes la oportunidad que genera ese centro a los profesionales jóvenes de Uruguay y la región para participar en las investigaciones.
En la conferencia que impartió ese día —en la sala Hugo Balzo del Auditorio Nacional del Sodre—, Stiglitz se refirió al manejo de la política económica en los tiempos de mayor volatilidad y cambios en los flujos de capitales entre los mercados financieros mundiales. Resaltó la importancia de usar sin miedo la “caja de herramientas” disponible, como las reservas acumuladas durante los últimos años en varios países latinoamericanos, “ser creativos” y “preguntarse qué se puede hacer para mantener las tasas de crecimiento y estabilidad”.
También mostró preocupación con el aumento de la desigualdad que se está produciendo en los países desarrollados, donde en Estados Unidos “el American dream ya es un mito”, y los jóvenes dependen más de la situación económica de sus padres que antes, ya que tienen menores oportunidades. “Está claro que los recortes no están contribuyendo” y “el gobierno está haciendo menos de lo que debería”, sentenció.
Luego deseó suerte a quienes se desempeñan en el MEF y el BCU porque “se vienen momentos interesantes y desafiantes para ustedes”.
“Se tienen que dar cuenta que Estados Unidos (EEUU) y Europa van a pensar en ellos primero”, advirtió.
Al finalizar la conferencia, el presidente José Mujica, que habló desde su silla en primera fila, cerró con una plegaria: “Que Dios nos ayude si tan importante señor existe”.
Durante la visita, Mujica se reunió con Stiglitz y discutieron, entre otras cosas, sobre los problemas de la economía estadounidense y los crecientes niveles de desigualdad, según contó el presidente a Búsqueda.
En una mesa redonda organizada el domingo en el salón de actos del BCU, compartió el estrado con el presidente de la institución, Mario Bergara, el ministro Lorenzo, el consejero de Economía de Cataluña, Andreu Mas-Colell, y el representante del Fondo Monetario Internacional, Jonathan Ostry.
En esa oportunidad formuló críticas a la arquitectura financiera mundial, con la prevalencia de EEUU y el dólar como moneda de referencia. Se manifestó a favor de los controles de capitales y el uso de las reservas por parte de los países en desarrollo para manejar las inestabilidades financieras actuales.
La agenda cargada de eventos académicos y reuniones, y lo corto de su estadía en Uruguay, hicieron que solo durante la mañana del domingo, Stiglitz pudiese mantener una entrevista con Búsqueda, entre bocado y bocado de un abundante y variado desayuno.
—¿Cómo se pueden manejar los efectos de la próxima reducción de estímulos monetarios que comenzará la Reserva Federal de Estados Unidos (EEUU)?
—No es tan claro que vaya a ser tan malo como algunos temen. La razón por la que hay tanta preocupación es que cuando lo anunciaron la primavera pasada, los mercados tuvieron mucho que hacer.
Pero todos sabían que eventualmente iba a comenzar. Los mercados tienen una visión a corto plazo, lo vimos en 2008. Pero ahora todo el mundo ha estado hablando sobre el comienzo de la reducción de estímulos (denominado “tapering”). No se puede inyectar un trillón de dólares a los balances de Estados Unidos cada año, año tras año.
A diferencia de la década de 1990, la mayoría de los mercados emergentes hoy tienen reservas que pueden usar para mitigar los efectos macroeconómicos.
—¿De qué forma?
—Con el Quantitative Easing (QE, programa de estímulos monetarios) el capital ingresaba a los mercados provocando una apreciación del tipo de cambio, como en Brasil. Ante esto, un banco central puede hacer tres cosas. Muchos pusieron regulación para intentar controlar esos flujos y evitar una burbuja hipotecaria. Otros intervinieron en el tipo de cambio, mitigando el ajuste. En esos casos, como el mercado se ha anticipado, las medidas no producirán un shock. Y otros bancos sostuvieron una política monetaria más flexible, para permitir el acceso al crédito. Así que en algunos países donde el QE ha llevado a presiones inflacionarias y burbujas hipotecarias, no pasará nada sino que aliviará algo de esa presión. Será un respiro. Pero habrá unos pocos, donde hay déficit de cuentas corrientes importantes, que tendrán dificultades para financiarse.
—¿Cómo cuáles?
—Creo que es bastante sabido qué países son los que atraen la preocupación internacional. Turquía o India, son algunos. Para los países que ya están teniendo problemas, esto puede exacerbarlos.
—¿Cuándo cree que comenzará el tapering?
—Ya hemos hecho el experimento de comprar bonos. Hemos vivido con tres trillones de dólares en nuestras hojas de balance y nada pasó. Eso es historia. El riesgo ahora es reducir esas compras. Es un territorio nuevo. Mi instinto es que se hará muy lentamente. El proceso puede tomar un año. Y luego de eso, debemos ver la condición económica.
—¿Cuándo subirán las tasas de interés?
—No espero que eso suceda hasta dentro de unos años.
—¿Cómo ve la recuperación de EEUU?
—Es anémica. No es robusta. No volveremos a tasas de empleo completas por años.
—¿Cuántos años?
—A menos que la política cambie no será hasta la próxima década. En un buen mes creamos 50.000 trabajos más que los ingresos en el mercado de trabajo. Eso es medio millón al año. Tenemos 20 millones de desempleados. Es un proceso muy, muy lento.
—En esos 10 años, ¿hay espacio para otra recesión?
—Sí. No hay una recuperación real sino que estamos volviendo a nuestros ritmos normales, pero no cerrando la brecha entre el crecimiento potencial y el crecimiento real.
—¿Y cuántos años le llevará a Europa?
—En Europa es peor porque están destruyendo el capital humano. En España hay una fuga de cerebros.
—¿Cómo va a afectar a Europa el tapering de EEUU?
—Europa no sufrió una salida de dinero como lo hicieron los mercados emergentes. Tiene un banco central más enfocado en la inflación que en el nivel de empleo, por lo que mantiene tasas de interés más altas que en EEUU. Si Europa usa esta oportunidad para mantener sus tasas de interés bajas, podrá depreciarse en relación a EEUU, lo que será bueno para su economía. Pero también puede subir las tasas de interés. O Europa no verá ningún efecto, o se beneficiará.
—Usted habló de la necesidad de cambios en la política en EEUU, ¿cuáles?
—Necesitamos acción gubernamental más fuerte. Políticas fiscales más expansivas y dirigidas. Hay que cambiar la estructura de la economía, hacerla más equitativa e invertir en infraestructura, tecnología y educación.
—¿Hay espacio político para eso?
—Eso es un problema. No lo hay. La buena noticia es que los republicanos se han dado cuenta de los efectos adversos de sus acciones. Así que podría haber un compromiso político. El recorte en el gasto público previsto, se va a cortar en la mitad. Eso significa que seremos menos contractivos, pero igual seremos contractivos. Soy pesimista.
—¿El programa QE tuvo efecto en la recuperación de EEUU?
—Muy poco. No ha llevado a incrementar el nivel de préstamos, no ha logrado impactar en los intereses de las hipotecas. Pero por eso el tapering no tendrá mucho efecto en EEUU. Creo que la política monetaria no funciona muy bien. En Suecia o Escandinavia, hay desacuerdos pero hay un consenso general de que si la economía es débil hay que estimularla. Pero en una sociedad dividida, como en EEUU, la política monetaria está también politizada. Cuando bajamos las tasas de interés a 0%, lastimamos a las personas más viejas que dependían de sus ahorros, cuando tienes inflación y subes las tasas de interés detienes la creación de empleos. Esto es extraordinariamente político, pero los economistas han sido muy exitosos en convencer a la gente de que es una cuestión técnica.
—Con respecto de su visita a Uruguay, ¿tuvo la oportunidad de hablar con el gobierno sobre la política económica?
—Ha habido importantes reformas en cuanto a política monetaria, por ejemplo el hecho de utilizar más instrumentos y no solo las tasas de interés. Antes el objetivo era solo la inflación para obtener estabilidad financiera; ahora sabemos que esto puede provocar desempleo. Solía haber gente que usaba un solo tipo de modelo, pero no se hablaba de cómo afectaba la estructura de la economía. Estos son cambios grandes en la filosofía de los bancos centrales.
—¿Qué puede recomendar usted para Uruguay?
—Los parámetros van a cambiar muy rápido. Habrá que ver si el mercado ha realmente anticipado los efectos del tapering. Lo importante es que los bancos centrales tengan un conjunto de herramientas más amplio y una mejor conciencia de las cosas que deben observar. Uruguay ha sido uno de los países que ha tenido efectos adversos a raíz del QE y de los influjos de inversiones que entraron. El tapering va a bajar esto, y eso probablemente será algo bueno para el país.
—¿Y los niveles de inflación? ¿Lo discutió con el gobierno?
—El instrumento tradicional cuando tenías inflación era subir las tasas de interés, pero en una economía abierta si la causa de esas presiones son los flujos de capitales, subir las tasas de interés solo llevará a más ingreso de capitales. Hay que hacer un análisis cuidadoso de la inflación. En India, por ejemplo, la inflación está relacionada con el precio de las cebollas, con lo que la política monetaria no impactará ya que se trata de una cuestión de demanda y oferta.