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    Presidente de Ancap ve un año de estabilidad en los combustibles; son “carísimos” por tributos y distribución, no por costos del ente

    Reconoce que está “más canoso, más gordo y más estresado pero con el mismo ánimo” que el día que asumió hace tres años la presidencia de Ancap, entre otras cosas para aplicar una reforma en el sector de los combustibles. Alejandro Stipanicic admite que los precios “son carísimos”, pero sigue convencido de que el camino elegido para fijar la tarifa —con la referencia del precio de paridad de importación (PPI)— es el adecuado porque es una “condición muy exigente” que le pone “coto” al ente, por lo que sería un “error” volver atrás.

    Aunque por su filosofía “liberal” le “encantaría que no existiera el monopolio” de la refinación de petróleo, considera que en este momento la liberación de la importación no resolvería el tema “de fondo” del precio. Para este “ancapeano no muy típico” —como se define—, es preciso “reducir el costo fiscal” y “ayudar al sector de distribución a generar condiciones de competencia”, en lo que la reforma avanzó pero “no lo suficiente”.

    Tiene “firmes expectativas” de encaminar una solución para el negocio del cemento, ya sea en una asociación integral con un privado o en un “camino del medio” si eso no prospera (ver recuadro).

    Puertas adentro, Stipanicic afirma que tiene satisfacción en algunos logros alcanzados en los tres años de gestión, aunque reconoce que el clima interno en el ente es “malo”. En ese marco, defiende recientes cambios en la organización.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista con Búsqueda.

    —A tres años de haber asumido, ¿qué cambios celebra?

    —Lo más objetivo, la percepción de la población sobre Ancap mejoró, sin necesidad de publicidad. Según mediciones para uso interno, en 2015 la percepción positiva se desplomó a menos de 10% y desde entonces, sin pautar en los medios, desde fines del 2019 empezó a haber un leve repunte. En 2020 siguió un repunte considerable, llegando a 50% y 60% de percepción positiva, con dos picos de caídas muy notorios: en agosto de 2021 (con el inicio del ajuste de los precios) y desde febrero de 2022 con el referéndum de la LUC. Después es un diente de sierra, siempre subiendo.

    Cuando suben los precios, la popularidad de Ancap se desploma.

    —¿Cómo está el clima interno?

    —Todavía es malo, pero en varias dimensiones bastante mejor a las últimas dos mediciones, de 2019 y 2007. La de 2019 fue contundentemente mala y el clima interno era horrible. En la última encuesta que hicimos, en octubre de 2022, mejoró pero no a un nivel aceptable. Todavía hay muchas dudas, resquemores, incomodidad. Lo asocio a que hay una dotación muy baja y áreas que están recargadas.

    Algo en lo que me siento satisfecho es en el relacionamiento con las gerencias; hoy tengo un equipo gerencial que me respalda y me sigue las locuras. Me decían: “Con eso no se puede”, “te vas a meter en un lío”. Y nos metimos en algunos…

    —¿En qué casos logró demostrar lo contrario?

    —Un ejemplo es el cambio en las reglas de juego que ocurrió el 1º de marzo en el mercado del supergás, mostrando que hay otra forma de envasar, con un jugador que estaba arrumbado, segregado, ninguneado y que ahora se transforma en uno más del partido. Hoy Ducsa tiene la posibilidad de tener tres envasadores. Allí lo que hizo Ancap fue revolucionario, brutal.

    Lo otro fue el cambio de modelo en Bella Unión. Se decía: “Ancap viene a arrasar Bella Unión, viene a eliminar la caña de azúcar”, y ahora tenemos el problema de que estamos produciendo mucho etanol. Fue un cambio de paradigma muy grande. Hay un rinde de 8.500 kilos de azúcar por hectárea, en promedio, que en Alur nadie lo tenía en la mira.

    —Mencionó al equipo gerencial. Hay diferencias en la reestructura definida en diciembre con el voto en contra del director opositor porque aduce es “parcial”.

    —La estructura de Ancap ahora es la de una empresa de energía. La mayoría de los cambios no implican un aumento del gasto significativo. Liberamos crédito presupuestal, que es el que estamos usando para el llenado de las vacantes; en total estamos pensando en el ingreso de unas 200 personas en todos los niveles.

    En setiembre formamos un grupo, se pidió a todos los gerentes que nos dieran su wish list. Vino un gerente y nos pidió tres personas, le dimos dos, vino otro y pidió 25 y lo mandamos a freír espárragos, vino otro y pidió 10 y le dimos los 10. Ese análisis fue con un ejercicio de autoridad muy grande, analizando cada pedido. Lo que hicimos en diciembre fue sentar las bases de una refundación cultural de Ancap, con orientaciones muy claras.

    Refinería La Teja de Ancap. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS

    —¿Cómo se prepara Ancap para la parada de mantenimiento de la refinería de La Teja?

    —Hace casi seis años que no se realiza, se postergó por problemas de suministro y logística mundiales. Se prevé para setiembre y se planifica que lleve entre cuatro y cinco meses. El costo de equipos y contratos de mantenimiento será de unos US$ 70 millones. Además, durante esos meses Ancap va a importar el producto terminado, en lugar de crudo. Vamos a tener una necesidad financiera adicional porque el crudo se paga a 60 o 90 días y las de producto terminado no. A su vez, durante esos meses no vamos a tener el margen de refinación que nos ha permitido en los últimos dos años vender por debajo del PPI y que no sufrieran las finanzas de Ancap. Por eso, de aquí hasta la parada, lo que sería adecuado es que el valor en el surtidor se alinee con lo que marque el PPI.

    —¿Le preocupa que la parada pueda provocar conflictividad?

    —Nos preocupa, pero creo que va a primar la cordura.

    —Otra afectación económica puede venir por la sequía. ¿Qué proyectan para este año?

    —Se va a vender menos gasoil, porque cuando al agro le va mal al país le va mal. Por otro lado, vendimos gasoil y fueloil a UTE. Este año podemos salir a festejar si empatamos en el resultado de la empresa. El panorama lo vamos a tener más claro a mitad de año.

    —¿Cómo proyecta que se comporten este año los precios en el surtidor?

    —Hace tres meses que el barril está en el orden de US$ 85 y esa suba constante y pronunciada durante los últimos 20 meses fue muy atípica. Si el mercado se empieza a comportar más razonablemente, no es esperable que los precios locales se disparen del PPI. Va a ser más común lo que pasó en los últimos tres meses, que reflejan más cómo el sistema estaba ideado originalmente.

    —¿La estabilidad sería la característica?

    —Hasta ahora, con lo que sabemos, pensamos que sí. No se resolvió el conflicto de Ucrania, si eso sigue como hasta ahora… Sea lo que sea que pase, es un disruptor del mercado, puede llevar a la tranquilidad o al pánico.

    Ahora, la situación para Ancap es muchísimo más natural, porque la situación de fijación de precio todos los meses se acompasa con nuestra realidad operativa. El margen entre la predicción y la realidad se achica muchísimo.

    —Pero el aparato productivo no lo naturalizó y el reclamo de algunos sectores por el combustible caro sigue, al igual que la desmonopolización…

    —En Uruguay somos todos liberales hasta que nos tocan el bolsillo y le pedimos al Estado que intervenga. Hay mucho de discurso.

    Filosóficamente, yo estoy de acuerdo, pero entiendo que en este momento hacerlo implica preguntarse cuál hubiera sido el precio de los combustibles en los últimos dos años. ¡358 millones de dólares más caro! Tenemos que tener muchísimo cuidado. Está bárbara la libertad en la economía, soy liberal por definición, me encantaría que no existiera el monopolio, me encantaría que todos los precios se fijaran por el mercado. Pero somos un país chiquito, lejos de los mercados internacionales y en medio de Argentina y Brasil, que no son socios muy confiables.

    Nuestro aparato productivo está más que acostumbrado a ver indicaciones de precio. Ahora, este sistema refleja para el productor las variaciones de los combustibles que tienen sus competidores en el exterior.

    —Que sigan los mismos reclamos a casi dos años de implementar el nuevo esquema puede querer decir que no fue una buena solución o que hay que volver atrás. ¿Usted qué dice?

    —Sería un error volver atrás. El problema que tiene la sociedad uruguaya o algunos sectores es que los combustibles son carísimos. Comparto eso, lo acompaño y hay números objetivos. Ahora, ¿el problema es Ancap y el monopolio?

    —¿No tiene sobrecostos Ancap?

    —Pero los sobrecostos impactan en los resultados económicos de Ancap, no en el precio de los combustibles. Ancap está vendiendo al precio que le deja el mercado, estamos en torno a la paridad de importación, en torno a los precios del mercado. Es una condición muy exigente. Además, cuando uno tiene la posición que tiene Ancap en el mercado, 10% o 15% más de sobreprecio podría cobrar, perfectamente. El riesgo que tiene Ancap de que se libere la importación es ninguno. El riesgo que tiene la población es que necesariamente el precio va a ser mayor y para alguno prohibitivo. Porque una cosa es la libre importación y otra cosa es el contrabando. ¿Querés que no haya fronteras con Argentina y Brasil? ¿Querés tener un combustible barato o tener un suministro lo más barato posible y estable? La escasez se paga carísimo.

    La pregunta de fondo es: ¿qué hay que solucionar en los precios de los combustibles? Los impuestos, las tasas y los costos de la distribución. Las tasas y los impuestos están en gran medida por la flexibilidad que tenga el Estado de ingresos y egresos y es un tema de ingeniería fiscal. Lo otro son los márgenes de las distribuidoras y las estaciones de servicio.

    —Eso no se ha tocado, se decidió con regulaciones transitorias mantener el statu quo tras el lobby de todas las partes…

    —Bueno, quizás haya algún cambio. No está en nosotros. Si a Ancap la obligan a vender al mismo precio de un importador teórico, está muy bien, porque le pone coto, presión, para ser mejor. En Ancap no hay nadie que esté incómodo con la paridad de importación. Es el devenir habitual de las operaciones de la empresa. La competencia no nos asusta.

    —Insiste, pero la reforma no planteó cambios impositivos en los combustibles, sí lo hizo en la regulación de la distribución secundaria y por ahora quedaron por el camino…

    —En el balance general de la reforma se ha avanzado bastante, no lo suficiente. Pero, si seguimos atacando que los precios de los combustibles es un tema relacionado con Ancap, además de que le erramos al objetivo, estamos distorsionando el esfuerzo y perdiendo tiempo. Hay que ayudar al Estado a reducir el costo fiscal y hay que ayudar al sector de distribución a generar condiciones de competencia. No tenemos que ver con eso. Nuestro negocio se acaba en la planta de distribución.

    Economía
    2023-03-08T22:26:00