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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSon semanas agitadas para la maestra Graciela Fabeyro. De reuniones por el cierre de cursos, preparación del nuevo año lectivo y escuelas de verano, negociaciones con gremios y consejos, presentaciones y visitas oficiales para explicar la transformación educativa de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
La directora general de Educación Inicial y Primaria pasó la mitad de la gestión “casi a las corridas”. Asumió el cargo el 6 de mayo de 2020, en pleno drama educativo por la pandemia del Covid-19. A ese “tsunami” le siguió la discusión por el referéndum sobre la Ley de Urgente Consideración (LUC) y ahora la defensa de la reforma que el gobierno pretende poner en marcha en 2023.
Fabeyro, que hoy dirige los destinos de 335.996 alumnos, nació hace 71 años en la Santísima Trinidad de los Porongos, Flores, y proviene de una familia humilde. Su madre, empleada doméstica, cursó hasta segundo de escuela; su padre, jornalero, hasta tercero. Ella trabajó desde niña en los hornos a ladrillo, entre carros y caballos destinados para fletes. Y pese a decirse una alumna “del montón” completó sus estudios en la Escuela Nº 4 —sobre la Ruta 3, en los accesos a Trinidad— y en el liceo departamental.
Cuenta que entonces el pasaje de la escuela al liceo para un niño de su contexto era “todo un desafío”. Y lo sigue siendo, dice. Hoy un tercio de los alumnos dejan los estudios en primer año de educación media y casi la mitad de los que llegan a secundaria no dominan los aprendizajes básicos de lectura, escritura y cálculo. Por eso alienta la formación en ciclos y tramos integrados, para hacer “menos traumático” el pasaje de la escuela al liceo.
Lo dice desde su experiencia de alumna y como maestra especializada en el Instituto Magisterial Superior en educación para la salud y bienestar estudiantil, así como en Formación Docente. Además, dirigió el Programa de Educación para la Salud del Consejo Directivo Central (Codicen) —donde conoció a Robert Silva, hoy titular del ente—, y en 2016 se doctoró en Educación por la Universidad de la Empresa.
La directora de Primaria proyecta limitar el uso de la repetición como herramienta —se aplicará al finalizar segundo, cuarto y sexto año escolar—, cambiar los criterios de evaluación, aunque manteniendo un sistema de calificación orientativo, y desligar la promoción de la inasistencia.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista de Fabeyro con Búsqueda.
—En 2020, usted anticipó a este semanario la idea de trabajar por ciclos que recientemente aprobó el Codicen como Plan de Estudios de Educación Básica Integrada (EBI). ¿A qué apunta el nuevo régimen de pasaje de grado?
—El abordaje por ciclos de la transformación educativa y curricular permitirá hacer menos traumático el pasaje de la escuela al liceo. Al pasar de 6° de escuela al tercer ciclo, conformado por 7 °, 8 ° y 9 ° (equivalente al actual ciclo básico de Secundaria) se da un hilo conductor fuerte. Una educación primaria integrada con educación media generará otra cultura institucional que romperá con la barrera de compartimentos estancos (entre los subsistemas de enseñanza), según el cual “aquí termina la escuela y aquí empieza el liceo”. ¡No! El sistema educativo público es uno y quien transita por él también es único.
—Muchas familias se preguntan qué pasará en la dinámica cotidiana y práctica de la escuela a partir de 2023.
—En Primaria, la transformación más importante empezará en el primer ciclo: en tres, cuatro y cinco años de educación inicial —si bien tres años no es obligatorio— como primer tramo. Y luego un segundo tramo del primer ciclo con 1 ° y 2 ° de escuela. La idea es ir transitando modalidades que no impliquen la clase en solitario de un maestro en su aula, sino que se atrevan a trabajar en duplas o tríos docentes para integrar grupos, incluso multigrados, como sucede en las escuelas rurales. Salir de aquello de “yo soy la maestra de este grupo, esta es mi competencia y soy la única responsable de tal clase”, cuando se puede hacer mejor en equipo.
—Usted ha enfatizado en que la repetición —que suele acentuarse en los primeros años de escuela— no resulta útil. ¿Qué propone?
—La repetición no es buena, no fortalece al estudiante, al contrario. Por eso la idea —incluida en el reglamento de evaluación aprobado este martes por el Codicen y ahora a consideración de la Asamblea Técnico Docente (ATD) y de los cuerpos técnicos inspectivos— es limitar el uso de la repetición como herramienta y trabajar la repetición por tramos, evaluando al finalizar segundo, cuarto y sexto año de escuela. De esta manera se sale de ese anclaje que no ha sido positivo para el sistema educativo.
—¿Cómo se evaluará?
—Habrá más juicios, comentarios o conceptos evaluativos de parte de los docentes sobre el rendimiento del alumno, pero también habrá escalas de calificaciones —probablemente numéricas, del uno al 10— en las que se van a poder traducir esos juicios. Pero se dará en las etapas finales de cada año, porque el objetivo no es centrar todo en la calificación, poner notas, sino generar aprendizajes. Lo fundamental no es la calificación en sí; lo importante es el proceso que vive el alumno y cómo se siente al pasar al grado o ciclo siguiente.
—¿Qué quiere decir?
—Cuando un educador dice que un alumno promueve o no pasa de curso está trabajando la subjetividad del niño, y eso puede causar mucho sufrimiento, mucho daño. Entonces lo que se busca con esto es tener un efecto más reparador y saludable y más apoyos en el siguiente tramo. Que el niño no quede estereotipado como aquel que no aprende.
—¿Se dejará a un lado el boletín de notas escolares?
—No, no habrá una eliminación total de la nota. Hay que cerrar el año con algún juicio que se pueda transformar o asociar con determinado nivel de calificación. Porque lo esperan las familias y los niños, y luego hay reglamentos como el de los abanderados que habrá que revisar. Por lo que no es solo la aprobación del régimen de calificación y de evaluación sino que hay que acompasar todo eso con la revisión de la normativa.
—¿Y entonces?
—Habrá evaluaciones cuantitativas y cualitativas. Muchas que incluso son ya implementadas a nivel externo del sistema, pero valorando los activos de cada uno y no posicionándonos en los déficits, como dice el sociólogo Fernando Filgueria. Todo esto apunta a una educación más integral, más humanizada, pero en un proceso gradual… Esta es realmente una ruptura cultural.
—¿Por qué no se hacen todos estos cambios de una vez?
—Para no causar rupturas bruscas en el sistema. Porque hay un tema de convencionalismo vigente en la sociedad que tiene mucha fuerza y hace que de golpe tampoco se pueda transitar hacia otra modalidad y decir: “Ahora dejamos de tener calificaciones, solo vamos a emitir juicios” o “dejamos de operar con evaluaciones clásicas”.
—¿La propuesta no implica “emparejar hacia abajo” el nivel de los aprendizajes?
—No, justamente. Por eso la calificación final se mantiene. Se mantiene para que también aquellos alumnos y sus familias que tienen preocupación por sus rendimientos tengan las posibilidades de ser calificados con niveles muy buenos o excelentes y también sean reconocidos con una nota final.
—¿Qué pasará con la asistencia? ¿El desempeño del alumno primará sobre la falta a clase?
—A partir de la pandemia tenemos un tema con la asistencia. Hoy encontramos una asistencia más intermitente, encontramos que faltan más. Una recorre y visita las clases y prácticamente en todos los grupos, así sea un día como el de hoy (martes, soleado), faltan varios alumnos. Se generó una cultura o un imaginario de que “bueno, como faltaba el año pasado (por la pandemia) y hubo promociones igual…”. Nosotros consideramos que a esa asistencia intermitente hay que trabajarla.
—Hoy en Primaria la asistencia suficiente es de alrededor de 140 días de clase para considerarse apto para la promoción.
—La asistencia suficiente es un parámetro, pero lo que importa para darle continuidad al proceso de aprendizaje es que el alumno permanezca en el aula. Y cuando hablo del aula puede ser el aula física o el aula virtual; que como sea el alumno permanezca en el escenario de enseñanza y de aprendizaje.
—¿Darán los tiempos para aplicar estos cambios en medio de la escalada conflictiva desatada en el sector de la educación?
—Son tiempos muy exigidos, pero el compromiso y la profesionalidad de nuestros equipos técnicos es total y estamos en proceso de consulta permanente. Hasta el 22 de noviembre hay tiempo para que las ATD y los cuerpos inspectivos se pronuncien y hasta fin de mes para que el Codicen tenga elaborados los documentos finales. Después hay definiciones de índole política y es nuestro compromiso estar al frente de la gestión de los organismos para que estos procesos que ya están definidos empiecen en 2023.
—Desde la Coordinadora de Sindicatos de la Enseñanza del Uruguay (CSEU) insisten en la falta de voluntad política para la negociación colectiva de las autoridades de ANEP.
—La Mesa Permanente de la ATD y la CSEU pedían que no se empezara la transformación en 2023. Pero eso está fuera de toda discusión porque nosotros tenemos un compromiso político con la ciudadanía de que este proceso salga adelante. Para eso tratamos de buscar el diálogo y la negociación en la búsqueda de mecanismos que bajen los niveles de tensión. De los 14 miembros de ATD que integraban los equipos de trabajo a nivel de Codicen hubo nueve que decidieron estar; ellos quieren acompañar todo este proceso.
—¿El nuevo ciclo escolar empezará el 1° de marzo?
—Probablemente no empiece el primero de marzo, porque febrero será un mes de elección de cargos muy intenso, y es probable que el inicio de los cursos se retrase unos días. Entonces no hay que agregar tensión y presión en el tiempo de las que ya se producen por otras situaciones.
—¿En qué está la situación de los inspectores de Primaria que pidieron amparo para desistir de las tutorías a directores sobre la reforma?
—A nosotros particularmente no nos llegó ningún pedido formal firmado por nadie y la mayoría de los estudiantes de los cursos de inspectores y directores están trabajando. Nuestra visión es de calma. Por supuesto, el sindicato de maestros nos planteó que había una nota dirigida a ellos, pero formalmente ni a Primaria ni a Inspección técnica llegó nada.
—Más allá de la forma, ¿cree atendible el argumento de estos inspectores de que no se sienten capacitados para dar esos cursos por falta de información?
—Yo tengo una mirada diferente. De repente fueron muy autoexigentes, pusieron un nivel de exigencia que supera lo que el curso en sí les pedía. Pero, reitero, a Primaria no llegó nada más allá de lo que el sindicato trajo. No hubo reclamo formal y eso es lo que informamos al Codicen.
—Los consejeros docentes del Codicen anunciaron que a partir de ahora votarán en contra de “toda” la implementación de la reforma educativa. ¿Qué opinión le merece esa postura?
—Son posicionamientos particulares que, aunque respetables, de algún modo obstaculizan las posibilidades de diálogo. Creo que cerrarse a la negociación no es oportuno ni parte de la tradición democrática de trabajo en este país.