El martes 29, un temporal trajo a la memoria de los mercedarios los peores recuerdos de lo ocurrido en Dolores en 2016, cuando un tornado arrasó la ciudad. Una intensa ráfaga de lluvias con vientos de casi 130 kilómetros por hora provocó inundaciones en las calles, voladuras en techos y caídas de árboles, un combo que llevó al intendente Guillermo Besozzi a asegurar que se había “destruido la ciudad”.
El ministro de Ambiente, Adrián Peña, aseguró durante un evento organizado por la Asociación de Graduados de Universidades Británicas en Uruguay que los problemas del cambio climático le están “pegando fuerte” al país. Mientras, la titular de la Dirección Nacional de Aguas (Dinagua), Viviana Pesce, dijo a Búsqueda que las inundaciones por estos fenómenos son “cada vez más frecuentes” y que desde su oficina están trabajando con ímpetu en una serie de medidas que permitan prevenirlas o al menos mitigarlas.
Los cambios se pueden observar desde tres variables: lo que ocurre con las lluvias, los vientos y las temperaturas. “Varían en consonancia, pero pueden distinguirse por diferentes estaciones del año en cuanto a las proyecciones esperadas”, explicó el profesor Marcelo Barreiro durante la charla en la residencia británica.
El grado 5 en Ciencias de la Atmósfera de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República aseguró que la población sentirá el “cambio climático” en el día a día a través de lluvias, olas de calor y sequías. “A nivel anual, es esperable que sigan aumentando las lluvias. Todas las proyecciones indican que seguirán aumentando en otoño y verano, y dependiendo del escenario que se use, aumentan más o menos las lluvias medias en el entorno de un 30% para el final del siglo”, dijo en el evento denominado Uruguay después del Pacto de Glasgow (COP 26).
Esta modificación de las temperaturas medias generará un cambio en los extremos, agregó, y mencionó que era “esperable” que en los próximos años Uruguay tuviera “menos días con lluvias débiles y más con lluvias intensas”. “Cuando uno cambia el promedio, cambia la distribución de cómo llueve. Eso para Uruguay es una señal clara, fundamentalmente para verano y otoño. Los modelos no indican un cambio en las lluvias de invierno”, subrayó.
“Van a aumentar las lluvias y eso cambiará la estacionalidad. La tendencia es a que llueva más en verano y otoño, y menos durante el invierno. Ese cambio es importante para el clima de Uruguay”, dijo a modo de conclusión.
Las proyecciones de Barreiro van en línea con lo establecido en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático en ciudades, presentado por Ambiente a fines de 2021. Allí se señala que es “esperable” que se intensifiquen las tormentas y precipitaciones, y que el incremento en el acumulado de lluvias esté “acompañado de un aumento en la frecuencia de ocurrencia de eventos extremos y una disminución en el número de días con lluvias débiles para fin del siglo XXI”.
Inundaciones
Tal como se observó en Montevideo y Mercedes, uno de los principales problemas de las lluvias intensas en cortos períodos de tiempo son las inundaciones por desbordes en las redes de saneamiento o la crecida de ríos y arroyos.
La capital de Soriano es una de las 11 ciudades o localidades que tienen un “riesgo muy alto” de sufrir inundaciones, de acuerdo a la Dinagua. Las 10 restantes son Durazno, Artigas, Paysandú, San José de Mayo, Santa Lucía, Treinta y Tres, Salto, Paso Carrasco, Ciudad del Plata y Juan Lacaze.
En tanto, otras 14 (Canelones, San Carlos, San Gregorio de Polanco, Montevideo, Melo, Rosario, Tacuarembó, Bella Unión, 25 de Agosto, Florida, Río Branco, Paso de los Toros, San Javier, Colonia del Sacramento y Paso Severino) presentan un “riesgo alto”. En total, 157 localidades tienen algún nivel de riesgo de inundaciones, indica un informe de la Dinagua al que accedió Búsqueda.
Unas 100.000 personas viven en áreas inundables en todo el país, según el Atlas de Inundaciones y Drenaje Pluvial Urbano, dado a conocer en los últimos días. Barra de Carrasco y Paso Carrasco en Canelones, Juan Lacaze en Colonia y Ciudad del Plata en San José son las que tienen el mayor porcentaje de hogares afectados en relación con su población.
A su vez, hay 38 localidades en las que viven 22.943 personas que pueden quedar “completamente desconectadas” de forma terrestre por el corte en las rutas de acceso. Entre ellas se destacan Rosario en Colonia (10.085 habitantes), Minas de Corrales en Rivera (3.788), Cebollatí en Rocha (1.609), General Enrique Martínez en Treinta y Tres (1.430) y Pueblo Sequeira en Artigas (1.149), aunque también hay otros 33 pueblos de menos de mil habitantes en todo el país.
Los técnicos del gobierno identificaron que 356 asentamientos —más de la mitad de los que hay en todo el país— están expuestos de alguna forma a inundaciones. La mayoría se ubican en Montevideo y la principal causa es su cercanía con cañadas y arroyos.
El trabajo sobre inundaciones detectó que Durazno fue la ciudad que tuvo la mayor cantidad de evacuados en los últimos 15 años. Casi 35.000 personas debieron abandonar sus hogares por crecidas en 11 eventos distintos. En Paysandú fueron 20.940 personas, en Artigas 17.827, en Salto 16.405 y en Soriano 7.926.
Pesce aseguró que piensan impulsar sistemas de alerta temprana de inundaciones en todo el país en coordinación con las intendencias, y que trabajan para avanzar en la relocalización de las personas que viven en zonas inundables o en medidas preventivas en caso de que no se puedan trasladar.
El problema de las inundaciones está fuertemente vinculado a eventos extremos de vientos. Barreiro dijo que ha habido un incremento de los fenómenos de este tipo y señaló que aumentó la cantidad de “ciclones extratropicales” en invierno.
El investigador, que integra el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), recordó la tormenta del 23 de agosto de 2005 y aseguró que la tendencia es “que este tipo de eventos siga aumentando en frecuencia de ocurrencia”.
El gobierno estableció en el plan de adaptación de las ciudades que esperaba “un aumento” en la ocurrencia de ciclones sobre el océano Atlántico. “En zonas costeras los cambios en los vientos y precipitaciones, combinados con el aumento del nivel del mar, aumentan el riesgo de inundación y de erosión, con crecidas, marejadas, pérdida de arena de playas y retroceso de barrancas, afectando actividades, ecosistemas e infraestructuras claves en las ciudades”, dice el informe.
Así como se esperan cambios en la estacionalidad de lluvias y vientos, el aumento en la temperatura a causa del cambio climático ya se puede observar.
Barreiro contó que el país tuvo un incremento de 1 °C en los últimos 60 años, pero destacó que no fue homogéneo en todo el territorio nacional. La temperatura subió más en el este (casi 1,3 °C), que en la región metropolitana, el norte y el oeste (no llegó a 1 °C). “Las tendencias son a que esto siga”, dijo, aunque los modelos difieren respecto a la cantidad: algunos hablan de un aumento de 1,5 °C en la temperatura para el final del siglo mientras que otros pronostican más de 5 °C. La diferencia, en parte, se explica por el escenario socioeconómico global que se considere y la emisión de gases de efecto invernadero asociada a cada uno de ellos.
Ciencia, Salud y Ambiente
2022-03-30T20:39:00
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