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    Psicóloga especializada en vínculos tóxicos promueve terapia grupal con víctimas

    Mariana Álvez Guerra afirma que en ese tipo de relaciones afectivas no existe solución más que terminarlas

    Una relación tóxica es aquella en la que hay alguna dependencia emocional. En ellas hay un componente biológico, dice Mariana Álvez Guerra, directora del centro Psicología Positiva Uruguay y especialista en el tema. Eso se debe al “subidón” y “bajón” de emociones debido a la generación de dopaminas y cortisol, el arriba y el abajo, el bombardeo de amor inicial que luego deja paso a la devaluación total, para luego volver al inicio como un círculo vicioso. En el medio de esto, de la pareja soñada a la manipuladora y maltratadora, hay fases que incluyen microabusos y triangulaciones afectivas. Varios conceptos relacionados se han puesto en boga en estos tiempos: disonancia cognitiva, gaslight o estrés postraumático.

    En los casos más graves, un vínculo tóxico termina en las páginas policiales. “Esto está muy relacionado”, asegura esta psicóloga. En 2023 hubo 20 femicidios en Uruguay, de los cuales 15 fueron a manos de una expareja, según publicó El Observador el jueves 15, con base en datos preliminares del Observatorio de Violencia y Criminalidad. Álvez Guerra, que desde abril encabezará un proyecto de terapia grupal para “víctimas del abuso narcisista”, una experiencia de la cual no conoce antecedentes en el país, sostiene que aun en el mejor de los casos conviene huir de estos vínculos. Para peor, agrega, si se consideran los distintos grados de toxicidad, cabe concluir que las relaciones sanas son las menos. Y si se atiende a las red flags que señala, hay que pensar que muy pocos quedan por fuera de esta realidad.

    Si bien todo tipo de relación puede ser tóxica, el enfoque de Álvez Guerra apunta a los vínculos de pareja. Lo que sigue es un resumen de la entrevista de esta psicóloga con Búsqueda.

    ¿Qué tipo de problemas genera una relación tóxica?

    —Primero que nada, eso está muy relacionado con los femicidios. En estos casos, vemos que los homicidas son psicópatas, narcisistas o tienen algún trastorno de la personalidad. Es muy común que sean psicópatas integrados, capaces de pasar por un detector de mentiras. Es el clásico tipo de gente que tiene una máscara social agradable, carismática, entradores, llenos de amigos, que en la intimidad muestran una cara monstruosa. Pero el abuso psicológico puede ser recibido por todos, hombres y mujeres, binarios o no binarios, por más que los hombres sean los agresores en el 70% u 80% de los casos.

    —¿Y qué consecuencias emocionales tiene esto, sin necesidad de que haya una muerte?

    —Para la persona, lo primero es que no sabe dónde está parada, pierde contacto con la realidad. Esa técnica es conocida como gaslight: “No, ayer no recibí ninguna llamada”, y vos presenciaste eso; “no, yo no te dije tonta”, y lo hizo. Con eso te mareás. Luego hay mecanismos psicológicos como la disonancia cognitiva, con dos ideas contrapuestas: una pareja adorable que dice que siempre te va a acompañar, que creó una imagen “espejo” ideal para vos, y otra que miente, manipula, engaña o incluso ejerce violencia. Hay microabusos, como expresiones pasivo-agresivas, “qué bueno que te ascendieron en el trabajo, pero todavía no sos jefe”, o triangulaciones que van desde chatear con alguien, decir que alguien tiene onda con él o directamente ser infiel. Ahí se genera un vínculo traumático, donde juegan el cortisol y la dopamina. Aquí es común que la gente se pregunte: ¿por qué no lo deja?, ¿por qué se vuelve a juntar si le pega? Es que ese vínculo genera una lealtad ciega, donde se construyó al principio una persona perfecta, que hace que termines aguantando lo que sea. Luego se pierde la sensación de realidad. También se produce un estrés postraumático en las víctimas de abuso psicológico.

    —¿Existe alguna forma de cuantificar la cantidad de vínculos tóxicos?

    —Cada vez se ven más. Yo lo veía en la clínica desde que arranqué, hace 15 años, eran patrones de comportamiento que se repetían, gente que manipulaba, endulzaba, luego te “quitaba” el amor, volvían, las características de las relaciones tóxicas, pero no había tanta investigación. Tenía pacientes que decían que yo era una bruja, porque les decía lo que iba a venir. Por supuesto que en los casos más graves, esos que pueden llegar a la muerte, también hay psicopatía. El abuso psicológico es más frecuente que el físico. Eso va más allá del machismo y el patriarcado. Hoy, además, hay una cultura del yo y del ego, y cuando eso predomina no hay lugar para la empatía. Estas personas tóxicas no tienen este atributo. Una persona sana no puede entender cómo alguien puede actuar así.

    —Dice que cada vez hay más relaciones tóxicas, ¿más que los vínculos sanos, por llamarlos así?

    —Sí, las relaciones sanas son muy pocas. Hablo de distintos grados de toxicidad, no solo los extremos. Esto también se da porque las mujeres, que son las víctimas en su mayoría, todavía viven en la idea del amor romántico, sobre todo aquellas que tienen 35 años para arriba.

    —¿Los agresores emocionales son conscientes de que lo son?

    —Eso es un tema de debate. Algunos piensan que sí. Yo te puedo decir que hay gente que no sabe el nivel de maldad que tiene. No todos son casos perdidos. Hay gente con un trastorno de personalidad narcisista con la que hemos trabajado y se ha hecho cargo de sus actitudes, ha mejorado mucho. Ellos también tienen fantasías de amor y piensan que alguien los “rescate”; así van, de pareja en pareja.

    —Ha trabajado individualmente y ahora lo hará en grupo, ¿cómo es esa dinámica?

    —En vista de que hay más relaciones tóxicas que sanas (sonrisa amarga) quería generar un grupo terapéutico de información e intercambio. Es un grupo pequeño, de no más de 10 personas, mixto, donde se dará un poco de teoría, conceptos como refuerzo intermitente, disonancia cognitiva, abuso psicológico y luego, además de una psicoeducación, se buscará el apoyo que se genera en un grupo. Es una terapia de grupo en el sentido que las personas tendrían un espacio para hablar de lo que vivieron, con reglas de confidencialidad, compromiso y secreto profesional. No es para abusadores, no es como un grupo de ira, es para quienes han sido víctimas de abuso narcisista. Sí hay entrevistas individuales, como filtro, antes de pasar al grupo, no todos pueden participar de estas dinámicas.

    —¿Pero ayuda una dinámica grupal en estos casos? ¿No cohíbe a abrirse?

    —Depende de las personalidades, hay gente más introvertida que otra. Pero algo que ayuda mucho es ver que no estás solo, que no tenés por qué ser un tonto. Esto que te pasó a vos les pasó a otras personas. Hay muchas personas que necesitan ser escuchadas. Esto también les pasa a los hombres, que –como en el caso de sufrir violencia– no lo hablan tanto por un tema de vergüenza.

    —¿Es posible sanar un vínculo tóxico?

    —No, hay que dejarlo, salvo en casos casi milagrosos donde el agresor se haga cargo. Si el agresor va a terapia casi siempre es para manipular, va a mentirle al psicólogo. Y para las víctimas es fundamental entender por qué estás atrapada, por qué querés volver a esa persona que te “quiere” de forma intermitente, nunca sabés cuándo te va a tratar bien y estás esperando migajas de amor. A veces incluso pasa que dejás esa pareja y no podés tener otra, no podés sanar, porque no entendés nada de lo que pasó. El primer paso es, justamente, ese.

    —¿No puede decirse que es como la violencia de género, que siempre existió solo que ahora se habla más del tema?

    —La violencia está cada vez más instaurada, eso es general en todos los ámbitos. Esta es una sociedad violenta, agresiva, con mucho de rasgo narcisista. Además hay determinadas escuelas de coaching muy de moda donde es todo yo-yo-yo. ¡Una autoestima sana no significa que yo sea mejor que nadie! Pero sí se habla más, que el tema esté presente en las redes, en YouTube o TikTok, ayuda un montón. Muchos profesionales han salido ahí a difundir su conocimiento. Por eso, muchos adolescentes ya saben lo que es un narcisista. Eso favorece a que se pueda hacer psicoeducación.

    —¿Hay alguna característica común en las víctimas?

    —Cualquiera puede ser una víctima. Es que todos tenemos heridas emocionales. Y esta gente hace justamente eso: reconocer cuáles son tus heridas emocionales. En ese punto todos podemos ser víctimas: todos tenemos historias de abandono, problemas familiares, infidelidades en la familia, temas físicos. Todo eso lo usarán en su contra, para seducir primero y para atacarte después.

    —Hay algo muy amargo: parece que es mejor quedarse quieto que buscar relacionarse con alguien.

    —Pasa que la gente sana es confiada, un paranoico es un enfermo. Uno o una entra con el corazón abierto a conocer a alguien. Sí hay que estar atentas a las señales de alerta, las famosas red flags, como dicen ahora. Primera de todas: no respetar tus tiempos. El que no respeta tu primer límite, red flag alevosa. Porque te están probando: si cediste ante el primer empujón, va a continuar escalando. Y hay otra cosa más interna a prestar más atención que nada: ¿qué es lo que te genera esta otra persona, paz o ansiedad?

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    https://galeria.busqueda.com.uy/Actualidad/Como-los-vinculos-traumaticos-pueden-terminar-en-tragedia-uc833056

    Información Nacional
    2024-02-21T19:24:00