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    Puñales contra la libertad

    El escritor indio-británico Salman Rusdhie se recupera después del brutal ataque de un fanático islámico

    Diez puñaladas recibió el viernes 12 el escritor británico de origen indio Salman Rusdhie (Bombay, 1947) de un fanático islámico de 24 años llamado Hadi Matar. El joven, de raíces libanesas, nació en Nueva Jersey y se enteró por Twitter que Rusdhie iba a ofrecer una conferencia en Chautauqua, un pequeño pueblo del estado de Nueva York.

    Según trascendió en los medios de comunicación, Rushdie, quien desde el año 2000 vive en Estados Unidos, se está recuperando de sus heridas, que fueron graves y afectaron su hígado, los nervios de un brazo y uno de sus ojos, que puede perder. En este momento ya no necesita respiración asistida. El atentado provocó indignación internacional, aunque fue celebrado en Irán y Pakistán.

    Las primeras reacciones apuntaban hacia el gobierno de Irán como causante de este ataque, pero el propio Matar en su testimonio en la prisión negó cualquier vínculo con el gobierno iraní y declaró que nunca había leído a Rusdhie, que simplemente había visto algunos de sus videos. Por su parte, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí, sí señaló un culpable: la propia víctima. “Nadie tiene derecho a acusar a la República islámica de Irán. En este ataque, solo consideramos a Salman Rusdhie y a sus seguidores merecedores de culpa e incluso condena. Al insultar los asuntos sagrados del islam y al cruzar las líneas rojas de más de 1.500 millones de musulmanes y de todos los seguidores de las religiones divinas, Salman Rushdie se ha expuesto a sí mismo a la ira y rabia de la gente”, dijo rotundo.

    Para entender este ataque, hay que viajar hacia 1988, cuando Rusdhie publicó en Inglaterra Los versos satánicos, una novela que, a decir verdad, ha sido más difundida que leída. El libro fue prohibido en países árabes donde se produjeron disturbios y quema de ejemplares. Rusdhie tuvo que vivir oculto durante 11 años bajo la protección de la policía británica porque en 1989, el ayatolá Jomeini promulgó una fatua en su contra, que aún suena estremecedora: “Comunico al orgulloso pueblo musulmán del mundo que el autor del libro Los versos satánicos —libro contra el islam, el Profeta y el Corán— y todos los que hayan participado en su publicación conociendo su contenido están condenados a muerte. Pido a todos los musulmanes que los ejecuten allí donde los encuentren”.

    Las consecuencias de la fatua fueron terribles. Uno de sus traductores franceses murió acuchillado por fanáticos islámicos, atacaron al editor noruego y, en un atentado al editor turco, murieron más de 30 personas. El miedo invadió el mercado editorial que rodeaba al libro y Rusdhie perdió contactos y amigos. Escribió un comunicado en el que declaraba que había escrito literatura, que respetaba al islam, que no quiso ofender, pero lo racional no parecía ser lo más importante. Lo querían ver muerto por escribir una novela.

    En el libro Joseph Anton (Mondadori, 2013), Rusdhie escribió sus memorias, en las que relata los 11 años en los que pasó oculto y la seguidilla de heridas, ataques y muerte que sufrieron quienes se vincularon a Los versos satánicos. El título Joseph Anton es un alias en homenaje a Joseph Conrad y Anton Chéjov, y en ese libro relata, con toques de humor y dramatismo, los efectos del fanatismo religioso que él sufrió en carne propia y afectaron su vida familiar porque estuvo privado de ver a su hijo y a sus seres queridos. Allí también relata que una publicación en la revista India Today “encendió el fuego” en el mundo islámico porque le dio una interpretación imprecisa a lo que había escrito en su novela.

    ¿De qué hablan Los versos satánicos? La respuesta más sincera es: de todo un poco. Es una novela inspirada en el profeta Mahoma y escrita con un estilo entre realista y fantástico por las alucinaciones y sueños que tienen los personajes. Una de esas visiones fue la que despertó la ira de los musulmanes. El protagonista de una de las historias finales es el profeta Mahound, quien funda una religión radical en el desierto. Pero, de a poco, sus seguidores van poniendo en duda las revelaciones que obtuvo de un ángel enviado por Alá porque siempre favorecían a Mahound.

    Hay momentos en el libro que parecen anticipar lo que en la vida real le sucedió al propio Rushdie, por ejemplo, cuando Mahound manda matar al poeta satírico que lo ofendió: “Fue sentenciado a morir decapitado antes de una hora, y cuando los soldados se lo llevaban de la tienda hacia el lugar de la ejecución, él gritó por encima de su hombro: ‘Las prostitutas y los escritores, Mahound, somos la gente a la que no perdonas’. Mahound respondió: ‘Escritores y prostitutas. No veo la diferencia’”.

    Por las páginas de esta novela transitan desde indios hasta ángeles, desde un avión en llamas hasta un galán de cine. Hay prostitutas y demonios con cola y cuernos, una niña pobre, mariposas, campesinos y peregrinos que se ahogan en el mar. Pero en medio de visiones y referencias a las tres diosas preislámicas de los versículos del Corán aparecen sentencias que hacen pensar en el presente: “La misión del poeta es nombrar lo innombrable, denunciar el engaño, tomar partido, iniciar discusiones, dar forma al mundo e impedir que duerma”, o esta otra: “El lenguaje es valor: es la habilidad para concebir un pensamiento, decirlo y, al decirlo, hacerlo realidad”.

    Rusdhie conoce muy bien la historia y la religión musulmana porque nació en el seno de una familia de esa religión. Además, fue su materia de estudio en la Universidad de Cambridge, a donde llegó en 1961. También estudió los procesos de colonización y descolonización por Inglaterra que sufrió su país y sobre esos temas tratan muchos de sus libros, por ejemplo, Hijos de medianoche (1980). Con este libro, que trata la historia de la India desde el colonialismo británico hasta su independencia, el escritor alcanzó fama internacional y premios en el Reino Unido y Estados Unidos. En su siguiente novela, Vergüenza (1983), se ocupó de la historia de Pakistán.

    Desde el punto de vista religioso, se considera ateo. En una entrevista de 1989 dijo: “Mi punto de vista es el de un ser humano secular. No creo en entidades sobrenaturales, sean estas cristianas, judías, musulmanas o hindúes”.

    Rusdhie tuvo que esperar más de una década para que el presidente reformista Mohamed Jatami retirara su apoyo a la fatua. Pero los sectores más fundamentalistas consideran que el edicto continúa vigente porque solo la persona que lo emitió puede revocarlo. En 1998, cuando Jatami lo revocó, ya hacía cerca de 10 años que Jomeini había muerto.

    Después del ataque a Rusdhie, Los versos satánicos estuvo entre los libros más vendidos por Amazon en Estados Unidos. Es una buena noticia para transmitirle al escritor.

    Vida Cultural
    2022-08-17T22:38:00