N° 2041 - 10 al 16 de Octubre de 2019
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSe suele decir que la aparición de outsiders en la política es una señal del fracaso del sistema. Y puede ser. Tengo un amigo que no puede creer que del fracaso del sistema haya surgido un Manini Ríos y mucho menos cree que haya algún voto frenteamplista que termine en favor del exjefe del Ejército. Y yo no veo por qué no pueda ser así.
Olvidamos fácil. En los años 50 y 60, uruguayos afines a los sectores conservadores de los partidos tradicionales llegaron a Montevideo en busca de un futuro mejor y terminaron en los cantegriles de la periferia. Hasta los 90 el cantegril era pachequista. Pero de golpe las banderas coloradas dejaron paso a las del Movimiento de Participación Popular. De Pacheco a Mujica. Olvidamos fácil.
¿Por qué no pueden cambiar del MPP a Cabildo Abierto?
Hay quien argumenta que los más pobres no van a despreciar las transferencias monetarias que les hace el Frente Amplio. Creo que desconocen que estos pobres optaron por el Frente antes de que este fuera gobierno y comenzara a implementar esas transferencias, y por otro lado quienes así opinan —“les dan plata en vez de trabajo”— les otorgan a esas transferencias un peso económico que no tienen. Son montos de hambre. Es parte del sistema fracasando y mucho más lo es que buena parte de quienes cobran eso son los que llegan al rancho tirando de un carro y allí, piso de tierra, entre chanchos y gallinas, los esperan siete hijos, una adolescente embarazada, falta de calcio en los pibes, cero bolilla a los nenes en relación con la escuela, un clima de violencia. El sistema fallando.
Cuando los sistemas se debilitan, los más poderosos pueden, en la bolsa y en la urna, jugarse un boleto porque tienen con qué respaldarse si fracasan.
Las clases medias, bueno, ahí ya no tanto. La clase media es temerosa, a veces cobarde. Algunos llegaron hasta ahí arañando y no quieren que una timba, con el dinero o con el voto, pueda incidir en que retornen al cartón y la chapa o a la pobreza menos evidente. No veo allí una masa que alimente al outsider.
En cambio, cuando el sistema tiembla, como en la crisis de 2002, los más pobres son los que no tienen que tomar Rivotril. No tienen casi nada que perder. Su vida cambia poco. ¿La bolsa? La bolsa o la vida. ¿El atraso cambiario? El atraso educativo que signa su vida. ¿Déficit fiscal? El déficit que más los puede afectar es el del hierro que tienen sus hijos.
Esos, sin importar a quién votaron antes, ¿no votarían a Manini? Los caudillos, sobre todo los más autoritarios, tuvieron en las clases bajas su guardia más férrea. Las crisis políticas, que a veces se solucionan con una reunión de cúpula, son una nimiedad al lado de la crisis social y su grieta. ¿Cuánto importa la cantidad de votos de menganito si hace tiempo se olvidó de contar hasta 90? ¿Que tal candidato puede generar condiciones para perder más puestos de trabajo? Si a ellos después de dar la dirección y mostrar sus tres dientes, no los toman, gobierne quien gobierne. ¿Qué fulano va a meter mano dura a la delincuencia? Bueno, eso sí puede hacer carne en la periferia porque es en la periferia donde hay una guerra, de las de verdad, con cadáveres con 50 agujeros. Esa es una promesa que decodifican rápido. Pero ¿crisis del sistema? Ellos viven en la crisis hace más de medio siglo. ¿Y el sistema? ¿Qué cuernos puede importar un sistema que los expulsó de una vida digna? Que reviente. Total, da igual si los saltimbanquis que aparecen cada cuatro años lucen corbata o charreteras.