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    Referentes de Eduy21 que critican el modelo educativo tuvieron poder de decisión, pero la realidad los asustó y “nada cambió”

    La repetición no es útil como herramienta pedagógica y conduce al abandono del sistema, advierte Wilson Netto

    Wilson Netto está convencido de que la repetición como herramienta pedagógica no es útil y que en gran medida explica los altísimos niveles de desvinculación temprana de la educación media en Uruguay, donde apenas culminan el ciclo cuatro de cada 10 alumnos. Pero la repetición también debe discutirse desde una dimensión política, afirma el presidente del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), porque “si la única institución social intencionalmente planificada de carácter universal le dice al joven que esa silla que ocupa no es para él, luego, cuando sea adulto, no podemos pedirle que respete las demás instituciones, que se integre a ellas y que sea un ciudadano esperable”.

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    Para Netto no se trata de “maquillar los números” de la promoción ni de “emparejar para abajo” la calidad educativa. Se trata de entender la construcción de un modelo educativo en una sociedad que opera bajo “la lógica de premio y castigo”, y de buscar otras estrategias, porque así no están dadas las condiciones para que todos los jóvenes estén dentro del sistema, dice.

    Este profesor, que tomó las riendas del Codicen en 2012 encumbrado por el entonces presidente José Mujica y fue confirmado en el cargo por Tabaré Vázquez, entiende que la educación ya es “parte del botín electoral” y da lugar a todo tipo de ataques y cuestionamientos. También admite que ciertos “elogios” le han causado dolores de cabeza —como cuando la ministra María Julia Muñoz lo definió como “el Varela del silgo XXI”—, pero intenta tomarse con humor esos sofocones y se ufana de haber transformado en estos años lo que sus detractores “no pudieron” cuando tuvieron poder de decisión. Señala, en ese sentido, a referentes del colectivo Eduy21.

    “Hay mucha gente, creo que con buena intención, opinando sobre educación. Pero luego cuando la acercás y comienzan a ver la realidad... la complejidad a veces los asusta”, dice Netto.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista con Búsqueda.

    En un reciente coloquio organizado por ANEP y Unicef dijo que en Uruguay la repetición no es una herramienta pedagógica útil. ¿Qué propone entonces?

    —En todos los informes técnicos de la ANEP y de investigadores externos no hay ningún indicio sobre que la repetición sea un elemento que opere como una herramienta útil de carácter pedagógico, y sí es un predictor importante de desvinculación. No es efectiva porque desmotiva al alumno y potencia los problemas de extraedad y abandono. Y luego como sociedad pretendemos que ese joven tenga nociones de ciudadanía, que respete las leyes y las instituciones, cuando el mensaje que recibió desde la infancia es que ese espacio institucional no es para él. Entonces, si la única institución social intencionalmente planificada de carácter universal le dice que esa silla que ocupa no es para él, luego, cuando sea adulto, no podemos pedirle que respete las demás instituciones, que se integre a ellas y que sea un ciudadano esperable.

    —¿Y cuál es el modelo de “no repetición” a seguir?

    —Hay países que abolieron la repetición, otros la condicionan a uno o dos años al final del ciclo, y otros que esperan a avanzar a un nivel mayor. Acá intentamos acercarnos al trabajo en ciclos, ya no por años: ver si en tercero el joven llegó a las condiciones básicas para la etapa siguiente o no y evaluar si pasa. Y ahí se puede procesar una reiteración planificada. En ese proceso estamos, aunque el tema aún no está resuelto.

    —Habrá quien diga que eso es facilitar el pasaje de nivel y maquillar los números de promoción, al precio de bajar la exigencia y la calidad educativas “emparejando hacia abajo”. ¿Qué responde a eso?

    —Entiendo esas críticas. Pero hay que pensar que este es el gran desafío que tiene la sociedad en la educación uruguaya para garantizar los 14 años de enseñanza obligatoria, y por eso la sociedad debe definirse políticamente, si abandonar las categorías dicotómicas de promoción-repetición y ver que entre ambas hay posibilidades intermedias. Lo que pasa es que la cultura y la construcción del sistema educativo uruguayo te llevan a que cuando vos querés rediscutir esto enseguida aparecen las descalificaciones: que querés mejorar los números y facilitarles la vida a los jóvenes no promoviendo el esfuerzo. Son expresiones facilistas. No estamos diciendo que el alumno no repita y que todo siga igual. Tiene que haber más acompañamiento, más personalizado y más específico, según la dificultad de cada uno para lograr el objetivo supremo: que avance en el proceso educativo.

    —Pero si la promoción premia de alguna manera el esfuerzo y la responsabilidad, ¿el hecho de quitar la repetición no debilita la formación del alumno?

    —Eso puede ser atendible. El sistema opera en términos de premio o castigo, en función de la promoción, y ahí aparece un elemento importante: la motivación. Una sociedad basada en premio y castigo construye una subjetividad en la persona y una actitud a nivel ciudadano, mientras que generar la motivación para construir ese conocimiento e involucrarlo en él lo posiciona en otro lugar. Además, cualquier persona que interrumpe su proceso deja de tener la oportunidad de participar en la construcción de lo común. Por lo tanto hago cualquier cosa con tal de ver si supero la prueba: desde copiar a otras actitudes humanas rechazables, pero que se promueven desde el sistema educativo.

    —Usted plantea que el tema tiene una dimensión pedagógica y otra política, ¿cuál es la segunda?

    —Hay un tema ideológico de fondo. Cuando uno dice “educación para todos”, cada cual entiende lo que quiere. Y si es para todos, asumiendo las historias de cada uno, hay que generar estrategias diferenciadas dentro del aula. Si queremos una sociedad igualitaria, entonces seamos coherentes. Pero cuando planteamos estos temas de fondo parece que nadie quiere profundizarlos en serio. Todo el mundo se queda en el titular. Nadie quiere decir lo políticamente incorrecto, aunque al final, cuando los agarrás distraídos terminan volviendo al equilibrio del viejo sistema selectivo. Y la educación es bastante más que lo que se logra aisladamente en cada disciplina, es una construcción colectiva y esencialmente política.

    —¿Realmente cree que no repetir contribuye a la permanencia en el sistema?

    —Sin duda. La universalización es una aspiración de la sociedad toda. Ahora, para universalizar hay que reconocer la diversidad de situaciones que hay que atender y un sistema que se preparó para ser absolutamente uniforme no tiene condiciones de universalizar la educación. Algunos no ven que acá hay un problema estructural más fuerte que es la concepción de educación que la sociedad construyó y en la cual se formaron los docentes. Esos docentes operan con total convencimiento de que esa es la forma más adecuada de proteger la calidad y eso termina dificultando el proceso de universalización. No se trata de buenos y malos, es entender la construcción de un modelo educativo.

    —Usted ha ganado fama de impiadoso con quienes no se ajustan al libreto oficial de la ANEP sobre estos temas. ¿Qué responde a eso?

    —Hay críticas muy fuertes, y yo siento que me las han dirigido en forma permanente por pensar que la educación no se resuelve desde un centro planificador, según el cual uno opera y ocurren racionalmente acciones en función de esas pautas. Que yo me deslindo de la responsabilidad de la construcción política es otro disparate que he escuchado. Mi responsabilidad es construir política, los docentes somos constructores de política. La crítica que me hacen es que yo quiero trasladarles a los docentes mi responsabilidad. Y la lectura de eso es que los otros deben obedecer en el marco de las políticas que yo o la Administración construimos. Pero eso no opera en la educación. Nadie opera por órdenes, y, si así fuera, estaría en un problema.

    —También dicen que ha acumulado un poder desmedido debido a su fluida relación con Mujica...

    —Sí, sí, claro… Se ha dicho de todo. Y yo digo que no tiene nada que ver con la realidad. Estamos hablando de 700.000 personas que entran y salen todos los días, con más de 60.000 trabajadores docentes y no docentes. Toda la sociedad prácticamente participa en la educación y sus problemas entran y salen de los centros todos los días. Si Netto tuviera el poder de impedir cosas que sean de bien común, no estaría acá.

    —Sin embargo, es habitual escuchar que la educación está en crisis y que hace falta “una verdadera reforma educativa”, o que el gobierno está “haciendo la plancha” en esta materia.

    —¡Eso es un disparate! ¡Un disparate! Pasa que no hay conocimiento o no hay interés de reconocer cosas que están pasando, y es más cómodo desacreditar. Hay problemas, hay un diagnóstico que todos compartimos, que no nos conforma. Punto. Pero no se lee toda la realidad. Objetivamente, desde el punto de vista de la infraestructura, decir que estamos mal o peor que antes es una irresponsabilidad absoluta. Acá lo que no se dice es que la gente se desvinculaba ya no de la educación pública, sino de la concepción selectiva que tenía la educación, y que eso fue un fracaso. La crítica es durísima y yo estoy dispuesto a recibirla. He escuchado disparates de toda índole, pero me propuse no involucrarme ni en la descalificación ni en la soberbia ante las críticas.

    —También ha recibido elogios, como el de la ministra...

    —A veces hay elogios que... (se ríe). Hay una apuesta económica a la educación, y eso es cierto. Entonces viene la crítica: “Le dimos la plata y qué hicieron con ella”. No entender dónde están volcados esos recursos es de falta de objetividad y de conocimiento, o de enorme intencionalidad. Y para los docentes, que andaban corriendo de un lugar a otro con una paga miserable, aumentó más de un 90% el salario real. ¿Está mal? Sigue siendo insuficiente; es verdad. Pero el dinero se puede gastar en muchas cosas como pasó durante mucho tiempo, y no necesariamente en la educación. Hace 10 años teníamos que resolver situaciones de iniquidad salarial, edificios destruidos.... Es tan objetivo reconocer la diferencia que parece una mediocridad no hacerlo.

    —¿Cree atendible la propuesta del precandidato colorado Ernesto Talvi de multiplicar centros como Impulso, Los Pinos o Jubilar?

    —Yo puedo tener un centro con ciertas condiciones, donde reúno el personal adecuado para un proyecto dado. Ahora, cuando a ese centro lo multiplico por cien, hay que conseguir lo que hace falta... y no es solo plata. Hasta ahí fantástico, yo lo aplaudo. Pero luego cuando voy a hacer la segunda experiencia ya empiezan las dificultades, y con la tercera aun más. Porque ahí comienza a verse la complejidad propia de un sistema tan grande como el educativo. Yo también puedo citar 18 centros fantásticos de educación pública donde la promoción está por encima del 90%, la retención supera el 98% y la permanencia es del 100%. El tema está en la capacidad para hacer que la réplica sostenga su espíritu. Es como cuando hacíamos piecito para elegir equipo en los picados de fútbol del barrio: elegías primero, pero jugaban todos. Bueno, acá también tienen que jugar todos.

    —¿Y qué opina de Eduy21?

    —Eso que escuchamos que se reúne un conjunto de técnicos y diseñan los caminos a transitar, esa visión que algunos la nombran como tecnocrática... no opera el cambio. Ya se exploró en el país ene veces, y no opera. Y no hay que olvidarse de que muchas de estas personas que están en esta línea de trabajo tuvieron cargos en la educación.

    —¿Se refiere a los Filgueira, los Ravela...?

    —... los Opertti ¡Claro! Pero los resultados no aparecieron, porque si no, nosotros no estaríamos en esta situación, sería una etapa superada. Hay mucha gente, creo que con buena intención, opinando sobre educación. Pero luego cuando la acercás y comienzan a ver la realidad... la complejidad a veces los asusta. Los asusta y entonces tratan de tomar distancia y hacen planteos muy interesantes pero fuera del manejo cotidiano de la realidad, intentando sortear las dificultades reales que hay que abordar cuando tenés responsabilidades en este tipo de estructuras. En los años 90, las personas que citás tenían en este mismo ámbito cargos de extrema responsabilidad y, sin embargo, los resultados no estuvieron. O sea, no estamos hablando de personas que desconozcan la lógica del sistema. Ellos tuvieron capacidad de decisión. Después podés decir: “Ah, si yo tuviera tal cosa”, “ah, si yo dependiera de tal otra”, “ah, si yo tuviera tal monto para hacerme cargo de esto...”. ¡Ah, bueno! Esos son deseos, está bien. Pero cuando tenés que gestionar la realidad presupuestal con la cultura y la realidad del sistema en el marco de esta sociedad, entonces es distinta la situación, y estás dispuesto o no estás. Ahora, ¿qué es más cómodo? Hablar de afuera.

    —¿Y sobre las propuestas, qué dice?

    —Las ideas que presentó Eduy21 en forma muy concreta en la temática pero con una gran generalidad en su instrumentación es de hace solo unos meses. Ahora, yo pregunto: ¿Qué crítica se le puede hacer a Wilson Netto sobre cosas que algún actor de la educación tenía pensado desarrollar y no la llevó adelante? ¿Cuál es el documento que en el 2015 la administración dirigida por Netto no entendió adecuado para avanzar y por lo tanto generar críticas o disconformidades? ¿Quién la tiene? ¿Dónde estaba? ¿Cuál es? Ahora presentan propuestas y está bueno analizarlas. Pero recién ahora... No quiero polemizar, pero lo de construir un marco curricular común ya se está trabajando; también la descentralización. La formación docente tiene sus debilidades, pero no solo se trata de discutir la estructura organizativa sino la estrategia para formar a los docentes de los próximos 10 o 15 años. Es difícil criticar una línea de política con argumentos objetivos en función de la realidad que hay que manejar: es más fácil decir que no hay línea política, que no hay liderazgo, que estamos en una crisis profunda. ¿Falta? Falta. Pero si sacás una foto del 2005 y otra del 2018 hay una diferencia enorme.

    —¿A qué se refiere?

    —Acá hay resultados: tenemos más jóvenes y a los más pobres dentro del sistema, y no por ello el país ha bajado su nivel de aprendizaje. Hay una visión de linealidad falsa. Por ejemplo, veías un informe del Instituto de Evaluación Educativa que tomaba el dato de 2013 o 2014 y decía que íbamos a universalizar en 2034; ya después cambió al 2022 y en el Libro Abierto la aspiración es que ocurra en 2021, cuando la meta puesta por este gobierno es en 2020. Cada uno puede jugar con los números en función de la fotografía que saca y la proyección lineal que hace sin involucrarse en los procesos. A veces se opina muy livianamente y se construye una imagen de críticas, desconfianza y descalificación, pero que realmente no tiene nada que ver con lo que ocurre todos los días.

    —Otro cuestionamiento es que las autoridades educativas se deshicieron de “los técnicos más críticos” del sistema, por las salidas de Fernando Filgueira y Juan Pedro Mir del ministerio, o de Pedro Ravela y Mariano Palamidessi del Instituto de Evaluación Educativa.

    —Pero no es así. Titulares puede comprar todo el mundo, porque aceptar la realidad es bastante más complejo. Desde este lugar yo nunca me deshice de ninguna persona y no participé en ese tipo de acciones. Para nada. Son decisiones que muchas veces se toman porque ante la dificultad que hay que manejar y con los recursos que se tienen, hay que estar dispuesto a hacerlo. Ahora, yo después me voy y puedo armar el discurso que quiera. Lo que puedo asegurar es que desde este lugar, y podés creerme o no, nunca hay decisiones sectoriales desde el punto de vista político. Hubo muchos actores que abrieron opinión respecto a ese tema y capaz que tenían intereses en ver cómo sus sectores tomaban más protagonismo dentro de los espacios educativos. Pero eso no surgió de acá. Ahora, esa imagen construida es bastante embromada. Después cada uno sale y hace el relato que le es más cómodo y conveniente. Crítico más crítico que yo acá adentro y con tensiones generadas todos los días, peleando por la búsqueda del bien común… hay que buscarlo.