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Los precios internacionales de algunas materias primas se recuperaron, pero otros siguieron deprimidos. Además, el clima adverso volvió a golpear a ciertos rubros del campo. Con ese panorama, los empresarios agrícolas invirtieron 38% menos en tractores, sembradoras y cosechadoras el año pasado respecto al anterior.
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En 2016 las importaciones de maquinaria agrícola sumaron U$S 82 millones, que se comparan con U$S 130 millones del año anterior. De esta forma se configuró la tercera baja anual consecutiva, luego del descenso moderado de 2014 (–6%) y una caída a la mitad (–51%) en 2015, según un análisis realizado por el Departamento de Consultoría del estudio Carle & Andrioli, a partir de datos de la Dirección Nacional de Aduanas.
Con esa información construye un índice de Inversiones en Maquinaria Agrícola (Idima) como una aproximación a las inversiones en esos bienes de capital para dicho rubro a través de importaciones. El valor del Idima de 2016 es el menor en 10 años.
Las cosechadoras y enfardadoras fueron el equipamiento que registró la mayor caída el año pasado (43%); los tractores disminuyeron 38%, y las sembradoras y fertilizadoras lo hicieron 16%.
La nueva disminución de la inversión agrícola se da en un marco de baja de inversiones en la mayoría de las actividades, con excepción de la industria, subraya el informe.
Contexto agrícola
“Luego de alcanzar valores récord, en 2014 y 2015 los precios agrícolas tuvieron una caída significativa que impactó en la rentabilidad y en las decisiones financieras de los productores”, indica como contexto. El 2016 marcó la recuperación del precio de algunos productos agrícolas como la soja, pero otros rubros —como trigo y arroz— no presentan mejoras para el productor, agrega el estudio contable en su análisis.
Además, dice, los menores precios internacionales y las malas condiciones climáticas afectaron el desempeño exportador de la agricultura uruguaya y determinaron que en 2016 las exportaciones de bienes bajasen 7%.
En la zafra agrícola 2015-2016 el área sembrada de los principales seis cultivos de nuestro país fue de 1,9 millones de hectáreas, un descenso de 13% respecto a la anterior, de acuerdo con información del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) citados en el informe. De todos modos —acota—, la superficie actual sembrada es similar al promedio del quinquenio 2008-2012 y duplica el área de hace una década.
Los técnicos de esa secretaría de Estado proyectan para la zafra 2016-2017 un repunte de la producción de soja (19,6%) respecto a la temporada pasada y lo mismo para la cebada (98,5%), que alcanzaría niveles récord gracias a los mejores rendimientos esperados, según el último Anuario de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria del MGAP divulgado en diciembre. También prevé un crecimiento en el rubro arrocero, aunque mucho más modesto (3%). En contrapartida, habría reducciones en trigo, maíz y sorgo.
El estudio de Carle & Andrioli también calcula la productividad agrícola. Su tasa media anual de aumento en la última década fue de 1,5%, “pero no se observan incrementos de los rendimientos de los cultivos en las últimas cinco campañas. Puntualmente en el último año el índice registró una disminución de los rendimientos productivos”.
Financiamiento e incentivos
Parte de la inversión en maquinaria y de otro tipo se sostiene con créditos que toman las empresas.
Según la última información disponible, los préstamos bancarios al sector agropecuario disminuyeron 0,4% en los primeros 11 meses de 2016 respecto al mismo período del año anterior, en tanto que los créditos bancarios en general aumentaron 1% en este período, señala el análisis. “Si bien no ha habido para el agro una contracción de la oferta de financiamiento, en general se han hecho más exigentes las condiciones de acceso al crédito bancario”, apunta. En ese contexto, el nivel de endeudamiento bancario actual del agro asciende a U$S 2.400 millones, el doble que en 2010, y determina una relación de deuda frente al Producto del sector de 75%, señala. Según Carle & Andrioli, los préstamos vencidos (“morosos”) pasaron de representar 2,1% a 4,4% del total en los últimos 11 meses.
Por otra parte, la inversión agropecuaria recomendada para recibir beneficios tributarios por parte del Ministerio de Economía ascendió a U$S 129 millones en enero-noviembre de 2016, una cifra menor que en igual lapso del año anterior.
Rentabilidad
Con perspectiva hacia el año que comienza, el análisis subraya que en las decisiones de inversión son determinantes la rentabilidad esperada y la disponibilidad de financiamiento e incentivos para las inversiones. “Específicamente en el comportamiento de las inversiones agrícolas ha sido decisiva la evolución de los precios que impacta en la rentabilidad de las empresas agrícolas”, además de los “altos costos de producción en dólares por la incidencia de un tipo de cambio bajo y de aumentos en energía y salarios, factores que los productores agrícolas identifican como limitantes de competitividad. A partir de enero de 2017 los precios de combustibles y energía eléctrica se incrementan en el orden del 8%, mientras que los salarios rurales se ajustaron en promedio en julio 10% y aumentarán otro 4% desde enero”, señala.
Y concluye: “Además de recuperar competitividad macroeconómica, para tener rentabilidad y retomar el dinamismo inversor a los productores agrícolas se les presenta el desafío de mejorar internamente la gestión de sus activos biológicos con mayor productividad, innovación en tecnología y capacidad de adaptación al nuevo contexto”.