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    Residuos sanitarios peligrosos se multiplicaron por tres en el pico de contagios de Covid, aunque no desbordaron la capacidad de tratamiento

    La vacunación también intensificó la acumulación de desechos biológicos

    Desde que comenzó la pandemia de Covid-19, el manejo de los desechos biológicos ha sido una gran preocupación para los expertos en salud ambiental. Es que los contagios alrededor del mundo incrementaron de manera inusual la generación de ese tipo de residuos sanitarios, que comprenden desde los equipos de protección personal utilizados por funcionarios de la salud, hasta tapabocas o guantes, entre otros plásticos descartables. Además, las intensas campañas de vacunación, aunque fueron efectivas, dejaron a su paso enormes cantidades de desechos biológicos.

    El aumento de residuos también impactó en el ámbito local, y las autoridades y técnicos uruguayos enfrentaron el desafío de mitigar su impacto ambiental.

    El presidente de la Cámara de Empresas Gestoras de Residuos del Uruguay (CEGRU), Lionel Lorenzo, dijo a Búsqueda que durante el pico de la pandemia la producción de residuos sanitarios en el país “se multiplicó por tres” respecto al volumen que hasta entonces las plantas de tratamiento acostumbraban trabajar.

    “Fue tremendo. Cuando empezó la vacunación contra el Covid-19 y cuando se dio el pico de contagios de la enfermedad (cerca de abril), se incrementó enormemente el trabajo”, indicó Lorenzo. De un momento a otro “se empezaron a generar en todos los centros de salud muchos más kilos de lo normal de este tipo de residuos sanitarios peligrosos”, los que se calculan en función de las camas de cada institución hospitalaria.

    Aproximadamente, lo que se origina está en el orden del kilo y medio por cama por día. Pero durante la vacunación y en el peor momento de la pandemia, ese promedio se multiplicó por tres, indicó. Ese incremento se debió, según Lorenzo, a que cada vez que funcionarios médicos atendían un paciente con Covid-19, debían vestirse y descartar el equipo al salir de la habitación, y utilizar uno nuevo en cada consulta.

    Sin embargo, aseguró que las cuatro empresas gestoras que actualmente se encargan del tratamiento especial de los desechos hospitalarios “pudieron acompañar esa situación, ya que estaban muy bien preparadas y respondieron sin ningún problema”.

    Si bien la generación de este tipo de residuos sigue siendo más alta que la registrada antes de la pandemia, hoy el panorama se ha normalizado con el descenso de casos, agregó el presidente de CEGRU.

    Tratamiento

    Los desechos biológicos que se producen en los hospitales así como los residuos de los diferentes centros de vacunación —incluidos los que administran vacunas contra el Covid-19—, reciben un mismo tratamiento especial, previsto en la reglamentación de la Ley de Residuos Sanitarios. Dicho decreto establece diversas obligaciones a los prestadores de salud humana y animal, como contar con un plan de manejo integral de residuos sanitarios que comprenda el manejo dentro de la institución, su transporte, tratamiento y disposición final.

    Específicamente, es el Ministerio de Salud Pública (MSP) quien contrata a las empresas autorizadas para el tratamiento de residuos sanitarios en Uruguay (Aborgama, Trenal, Ecogestiones y Ecotecno) para que brinden el servicio a todas las instituciones de salud públicas y privadas. En los vacunatorios, por ejemplo, el MSP les exige a las plantas un reporte de trazabilidad, así como presentar balances mensuales que detallen cuántos viales retiraron (recipientes donde se descartan las jeringas) y de qué centro, de forma que coincida con la cantidad de dosis aplicadas.

    En tanto, la Intendencia de Montevideo también contrata a la empresa Aborgama para la gestión de los residuos de las policlínicas y la campaña de vacunación barrio a barrio, informaron desde la comuna.

    Luego de retirar los residuos, en Uruguay existen diversos tratamientos que tienen como fin eliminar todos los riesgos de contagio o contaminación, muy similares a los que se llevan adelante en la región y el mundo, explicó Lorenzo.

    Tres de las empresas primero trituran el residuo y luego lo introducen dentro de una herramienta llamada autoclave, cerrada herméticamente, en la que se le inyecta vapor hasta 140 grados. El desecho se deja por un lapso de tiempo dentro del equipo para que el vapor esterilice y elimine todos los organismos vivos que puedan existir. Y tras pasar por ese tratamiento, los residuos van a parar a los rellenos sanitarios, en el caso de Montevideo, a Felipe Cardoso. Para ese entonces, el desecho “no genera impactos negativos en el vertedero, porque ingresa como un residuo urbano común”, dijo Lorenzo.

    La otra empresa que opera en el mercado uruguayo utiliza la tecnología de incineración, exclusiva para residuos sanitarios. “Es un incinerador particular porque trabaja en dos cámaras: una primera a 800 grados y una segunda a 1.200. Y ahí sí no queda absolutamente nada”, dijo el experto. Posteriormente, esas cenizas son llevadas al relleno de seguridad de la Cámara de Industrias del Uruguay.

    A diferencia de lo que ha ocurrido en otras partes del mundo, donde se ve con preocupación el incremento de los residuos sanitarios, el presidente de CEGRU opinó que en Uruguay no ha sido un problema, ya que está “bastante bien preparado”.

    “Aunque a veces me da no sé qué ir por la calle y ver un tapabocas tirado. La gente tendría que tener tal vez más conciencia”, añadió.

    La Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental (Dinacea, ex-Dinama) es el organismo que se encarga de controlar el correcto funcionamiento de las empresas tratadoras. Según datos brindados a Búsqueda por el titular de la institución, Eduardo Andrés, hoy la capacidad de recepción total de las cuatro empresas que gestionan residuos hospitalarios en el país es de 1.140 toneladas por mes. Y si bien en marzo y abril el director reconoció que “el sistema estuvo estresado”, no se superó dicha capacidad de carga.

    Incluso, aseguró que “los datos reales a junio de 2021 son valores menores a 1.000 toneladas por mes” (unas 850), por lo que los volúmenes ya empezaron a bajar y la situación está volviendo a la normalidad.

    “Es cierto que la cantidad de residuos sanitarios se multiplicó por tres y aumentó debido al uso de mucho más material contaminado”, dijo. Y aunque reconoció que en un principio ese incremento “no estaba considerado”, señaló que lo que hicieron las empresas fue presentar solicitudes para aumentar su capacidad, lo que implicó estudios adicionales y algunas demoras.

    “Pero no llegó a ser un problema, porque en definitiva el volumen estaba dentro de los márgenes que podíamos abarcar. En Uruguay la cantidad de residuos sanitarios que se generó con la pandemia no ha sido una dificultad”, aseguró.

    Andrés explicó que desde la Dinacea se enfocan en controlar la emisión al aire de vapores o gases contaminantes que se podrían producir a través de este tipo de tratamientos. También llevan registro del volumen o peso de ingreso de cada empresa, de acuerdo a la habilitación con la que cuentan, por lo que el impacto en Felipe Cardoso y los demás rellenos sanitarios “ya está considerado cuando se les otorga la autorización de funcionamiento”.

    “Dinacea controla en forma periódica, realiza inspecciones sin aviso y controla el funcionamiento diario a través de los libros o mediante denuncias puntuales”, con el objetivo de prevenir los riesgos que ese tipo de residuos derivados de materiales de uso médico pueden acarrear, señaló.

    Para el jerarca, gran parte del problema de la gestión de residuos radica hoy en el rechazo “muchas veces sin justificación” que despierta en la sociedad la instalación de las plantas de tratamiento (tanto de residuos sanitarios o domiciliarios como de los derivados de la industria agropecuaria). “El tratamiento de residuos es muy necesario y las exigencias de la Dinacea son cada vez más altas”, cerró.

    Ciencia, Salud y Ambiente
    2021-08-18T21:35:00