El acto del 1º de mayo de 1983 fue el primero legal desde el comienzo de la dictadura y probablemente uno de los más multitudinarios. Esa tarde, uno de los cuatro oradores del Plenario Intersindical de Trabajadores (PIT) fue un joven flaco, de melena morocha y voz fuerte y ronca, que había comenzado su militancia sindical recién un año antes en el gremio de la bebida. Tres décadas después, Richard Read pronunciaría allí mismo, al pie del Palacio Legislativo, su principal hit: una arenga enérgica contra el ausentismo y la improductividad laboral que a menudo es reflotada. Incluso fuera de Uruguay, como sucedió en octubre de este año con el diario argentino La Nación.
La última semana de Read (65) en la primera línea de combate de la militancia sindical comienza solitaria y silenciosa. Es la mañana del lunes 26 y en el Club de Cervecerías del Uruguay, en la esquina de Abayubá y Grito de Asencio, no hay nadie más que él. Comienza hablando corto y lento, mientras se seca con una servilleta los ojos que le supuran por alergia y la sangre que sale encima de su boca, por un corte que se hizo al afeitarse. De a poco, recupera su verborragia y su sentido del humor. Por ejemplo, cuando reconoce que su ego “juega en la NBA” y “no precisa que lo alimenten con palmadas en la espalda”. O cuando cuenta orgulloso los detalles de su última conquista para los trabajadores de Fábricas Nacionales de Cerveza (FNC), un convenio con condiciones “atípicas para el movimiento sindical”.
El acuerdo con la empresa incluye un aumento de 8,5% (una mejora salarial “increíble” en el contexto general), un aumento de $ 30 la hora en los sectores de envasado e industrial, becas de 50% en el Anglo para los hijos de los trabajadores, una comisión para rediscutir la productividad y una reducción de la jornada laboral, y cinco días de asueto pago en el año, como si fueran feriados no laborables: lunes de Carnaval, jueves de Turismo, el 19 de abril, el 18 de mayo y el 19 de junio. Esos cinco días se suman al del cumpleaños, que los trabajadores también tienen libre y se les manda bebida a la casa, como resultado de un convenio anterior.
En el transcurso de la charla también demuestra que mantiene intactos sus reflejos para responder.
—¿Negociar cinco asuetos pagos no es fomentar un poco el atorrantismo?
—No, al contrario. Porque tenemos los más altos niveles de productividad. Y esto es a cambio de mejorar la productividad.
De negociador áspero a coordinador educativo
El martes 27, en su última asamblea en FNC, Read maneja un tono calmo. Explica punto por punto el acuerdo que alcanzaron y que los trabajadores lo aprueban por unanimidad. Apenas eleva el tono para pedirles a sus compañeros que cuiden sus puestos de trabajo, que sean conscientes de “la burbuja” que es su sector y de los tiempos difíciles que se avecinan en cuanto a empleo. Al final la voz se le quiebra, se queda en silencio, y se refriega los ojos. Esta vez no es por la alergia.
La mayoría de las veces, Read fue más áspero arriba del estrado. Las condiciones favorables que fueron conquistando los trabajadores de la bebida fueron producto de negociaciones duras y él sabía bien cómo y dónde apretar cuando los resultados no eran los que quería. Era capaz de insultar con el micrófono en la mano a los gerentes dentro de la planta durante las asambleas o hasta organizar volanteadas en la puerta de las escuelas de sus hijos (Búsqueda Nº 1.689).
A partir de esta semana, Read comienza a dejar atrás aquellas disputas para concentrar sus energías en su rol de coordinador de los centros educativos de la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB), tarea que describe como su “pasión”. Hasta ahora tienen cinco centros (dos en Montevideo, uno en Pan de Azúcar, uno en Minas y otro en Paysandú) que reciben en total a algo más de 300 niños —la mayoría de contexto crítico— en el turno en que no van a la escuela.
Orgulloso, tanto o más que al contar sus conquistas sindicales, extiende en su mano el celular para mostrar el informe de una maestra de la escuela 141 sobre una niña que asiste al centro FOEB de Mendoza e Instrucciones. “Desde que comenzó a asistir al centro FOEB es notorio el cambio en función de su participación en clase. Muestra un gran fortalecimiento a nivel pedagógico y más seguridad en sí misma”, se lee en la pantalla.
“¿Alguien está discutiendo seriamente el tema del empleo? El empleo está en juego muy seriamente de aquí a los próximos 36 meses. ¡36 meses! No estoy hablando de dos décadas. Es ahora”.
Ese intercambio con los maestros es parte de un plan piloto que desarrollan con asesoramiento del exdirector Nacional de Educación Juan Pedro Mir y que el año que viene aplicarán de forma general. Pretenden comenzar a medir tres metas en los niños que asisten a los centros: que no repitan, que no falten y que muestren inserción social.
La FOEB tiene otro proyecto educativo en carpeta que esperan poder concretar el año que viene: una escuela de oficios para adolescentes de entre 12 y 17 años en Paysandú. La iniciativa apunta a darles herramientas laborales a jóvenes internados en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU) o que estén en situación de calle.
Read reconoce que no sabe nada de educación y que, de hecho, solo tiene Primaria terminada. Para esa función cuenta con un equipo técnico de 40 personas. Su rol es el de “coordinar desde arriba” desde el punto de vista político. Detrás de los proyectos educativos de la FOEB, asegura, hay “una denuncia”.
“Si nosotros tenemos que salir a cubrir la espalda de la educación primaria es porque el Estado no llegó”.
Read se sigue considerando frenteamplista, pero está “molesto”. Para el dirigente, que formó parte del Partido para la Victoria del Pueblo, el Movimiento de Participación Popular y el Frente Líber Seregni, la coalición es “como un ómnibus” que te lleva a un objetivo político. Hoy entiende que ese ómnibus “está parado y hace rato que no arranca”.
“Yo sigo arriba. Crítico y cada vez más crítico, pero sigo arriba”.
Una demostración de esa quietud es la inacción respecto a un problema inminente. “¿Alguien está discutiendo seriamente el tema del empleo? El empleo está en juego muy seriamente de aquí a los próximos 36 meses. ¡36 meses! No estoy hablando de dos décadas. Es ahora”, advierte.
“Lo peor es decir amén”
Durante el gobierno de José Mujica, la FOEB vivió sus momentos más conflictivos con los gobiernos del Frente Amplio. En dos ocasiones, en 2012 y en 2015 el Poder Ejecutivo estuvo a punto de tirar por la borda acuerdos que superaban los lineamientos oficiales para contener la inflación. El ministro de Economía durante buena parte de ese período fue Fernando Lorenzo, amigo de Read.
La primera vez que eso sucedió, el PIT-CNT tenía previsto un desayuno en su sede en el que participaría Mujica. Read planteó en el Secretariado Ejecutivo que la actividad debía suspenderse. Cuando algunos de sus compañeros le dijeron que una cosa no tenía que ver con la otra, redobló la apuesta y amenazó con llenar de camiones la puerta del PIT-CNT para recibir al presidente si eso sucedía.
“La historia ha demostrado que los sindicatos sin independencia cayeron todos. Cuando cayó la Unión Soviética no quedó nada. Y yo pregunto: ¿No había sindicatos organizados saliendo a la calle? No, cayeron. Le sacaron el tapón de la bañera y se fueron todos juntos. Así pasa cuando los sindicatos responden a partidos políticos”.
También amenazó con llenar de camiones el Quincho de Varela cuando se había hecho costumbre que después del acto del 1º de mayo fueran allí a almorzar políticos, empresarios y algunos sindicalistas. “Y es cierto, lo íbamos a hacer. Para nosotros no era válido compartir el almuerzo del 1º de mayo con las patronales”, recuerda.
En esos dos ejemplos, para Read queda plasmada su concepción de independencia. Ese valor es el que lo distancia más de la línea que hoy sigue la dirección del PIT-CNT. Considera que hay una especie de “protección y cofradía” con el gobierno y que si en el poder estuvieran blancos o colorados, el movimiento sindical “los caminaría por el lomo” y les “bailaría un malambo”.
En el mismo sentido, sostiene que no comparte la actitud del PIT-CNT en casos internacionales como los de Venezuela, Nicaragua y Brasil. Read ve que opera una lógica de “si sos mío sos bueno, no importa las cagadas que te mandaste”. Del otro lado, “siempre la culpa es de la derecha y del Plan Atlanta”.
“Los únicos que mean agua bendita son los nuestros, somos todos santos”, resume.
Ese tipo de actitudes, para Read van en contra de una lección histórica. “La historia ha demostrado que los sindicatos sin independencia cayeron todos. Cuando cayó la Unión Soviética no quedó nada. Y yo pregunto: ¿No había sindicatos organizados saliendo a la calle? No, cayeron. Le sacaron el tapón de la bañera y se fueron todos juntos. Así pasa cuando los sindicatos responden a partidos políticos”.
Después de tantos años de militancia, a Read no lo amarga alejarse del sindicalismo con ese tono crítico. Por el contrario, lo enorgullece.
—¿No es medio jodido que el último dirigente de la generación del 83 deje la actividad con esa visión crítica del PIT-CNT?
—A mí me parece fantástico. ¿Por qué decís que no? Que cada uno se ponga su sayo. A mí me parece fantástico. Lo peor es decir amén, ser una foca más aplaudiendo todo. Yo no aplaudo nada. Nunca lo aplaudí. La izquierda crece en el debate, en la confrontación de ideas, no en el amén.