Rivera pasó de ser el peor de la clase a estar entre los mejores, pero sin contener los contagios en la frontera no podrá sostenerlo

escribe Federica Chiarino 

En la plaza es posible pararse con un pie en Uruguay y el otro en Brasil. La plaza es la misma, pero en ella hay ancianos sentados en bancos sobre territorio brasileño, frente a otros en bancos uruguayos, a solo un par de metros de distancia. Los padres conversan mientras sus niños corren o van y vienen en bicicleta. Atraviesan la frontera, una y otra vez: de Uruguay a Brasil, de Brasil a Uruguay. Sus rutinas diarias transcurren también entre los dos países. Muchos viven en uno y trabajan en el otro, o sus hijos van a la escuela o liceo en el país vecino. Y todo esto sin trámites migratorios ni controles aduaneros.

Esta nota es exclusiva para suscriptores de BÚSQUEDA y GALERÍA
Elegí tu plan y suscribite

Suscribite

¿Ya sos suscriptor? Iniciá sesión

Probá nuestro servicio, registrate y accedé a una nota gratuita por semana.