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    Rubio comparó polarización en el Frente Amplio con las divisiones que llevaron a perder elecciones a blancos y colorados en el pasado

    El MPP triunfó en todas las elecciones que disputó desde 2002 porque tenía “la locomotora de Mujica”, opinó

    Era un candidato que contaba con el aval del presidente José Mujica, de su esposa, la senadora Lucía Topolansky, del prosecretario de la Presidencia, Diego Cánepa y del titular de Ancap, Raúl Sendic. Pero las diferencias internas en el Movimiento de Participación Popular (MPP) —el sector del Mujica— frustraron que fuera postulado por ese grupo para presidente del Frente Amplio en las elecciones internas del 27 de mayo. De todas formas, Enrique Rubio resolvió disputar esa batalla electoral. Senador de la Vertiente Artiguista, de 69 años, dijo tenerse “fe” para conquistar el cargo en una elección diferente, porque “no se puede comparar con nada”.

    Durante una entrevista con Búsqueda, Rubio insistió en que tener un Frente Amplio “polarizado y fragmentado (entre el Frente Liber Seregni y el MPP) no es buena cosa” porque ya se conoce qué pasó con “una lista 15 y una lista 14” en el Partido Colorado o con “los blancos y los blancos independientes”.

    Lo que sigue es un resumen del diálogo con el senador durante la mañana del martes 17.

    ¿Por qué aceptó ser candidato a presidente del Frente Amplio? Todos los indicios dicen que la disputa estará entre Mónica Xavier y Ernesto Agazzi y por tanto usted va a perder...

    —Vamos a verlo...

    —¿Se tiene fe?

    —Me tengo fe. Vamos a verlo. El antecedente que tenemos es el del 2006. Pero corrió mucha agua bajo el puente de la interna...

    —En el 2006, cuando votaron más de 220.000 personas no se elegía presidente...

    —Claro, por eso esta elección no se puede comparar con nada. Si me preguntan si mi candidatura tiene un ingrediente de audacia, no dudo en responder que sí. Pero yo insisto en que no se puede desarrollar el Frente Amplio, desde la idea de su viabilidad estratégica, concebido con una lista 15 y una lista 14 o de los blancos y los blancos independientes. Ya lo vi en los blancos que perdieron elecciones al igual que los colorados. No creo en eso. Por eso creo que un Frente Amplio polarizado y fragmentado no es buena cosa. Hay que hacer otra corriente.

    —Usted protesta porque su grupo político no participa de lo que llama polarización, que enfrenta al Frente Liber Seregni —asociado al Partido Socialista— con el MPP. Parece algo así como que un hincha de un cuadro chico se enoje porque la mayoría de los uruguayos prefieren a Peñarol o Nacional. Los electores o militantes premian y castigan con sus votos. Y al MPP hace 10 años lo premian siendo primero en todas las elecciones...

    Con la locomotora de Mujica...

    Está bien. Pero el elector, repito, premia y castiga. Usted parece enojarse con la decisión de la gente...

    —No. Creo que ese es un razonamiento funcional a los dos grandes. En realidad creo que se va a barajar y dar de nuevo en este periodo porque los liderazgos se agotan. Entonces habría que ver qué lugar ocupan los liderazgos que han sido las locomotoras de la polarización. Voy a ser bien claro: yo me presento para ganar.

    —¿Honestamente cree que tiene chances de ganar y ser presidente del Frente Amplio?

    —Ah, sí. Pienso eso. El escenario es nuevo y yo no sé los corrimientos que va a haber acá. En el caso de la elección de presidente la gente tiene lealtades pero hasta cierto punto. Además, los grandes liderazgos no juegan y sí juegan los movimientos locales mucho más que lo jugaron antes. Yo, repito, me tengo confianza. Y no solo en lo personal sino en que a partir de esto va a nacer una nueva corriente política que será con todos o con parte. No quiero apurar a nadie.

    —¿Será la corriente del 10% que apoyó a Marcos Carámbula en las internas del 2009?

    —No, no. Va a ser más. Esto tiene el parecido de aquello en torno a Marcos, que intentó despolarizar. Una corriente donde está la 711 de Raúl Sendic, la Vertiente, la 5005 y movimientos locales que se acercan. Pero en estas jugadas hay otra jugada que es la de una nueva corriente que sea equilibradora del Frente Amplio.

    —¿Qué quiere decir eso?

    —Una corriente que junte la memoria con la renovación. La renovación habla de liquidar los comité de base que están perturbando y plantea ir a las plataformas virtuales. Pero hay que conjugar todo. Los frenteamplistas no hacen el proceso si uno no respeta su identidad. Para que quede clarito: estoy radicalmente en contra de utilizar una política de topadora con los rasgos identitarios del Frente pero también radicalmente en contra de la política del continuismo y la burocracia interna. Lo que hay que hacer es un ensamble y reconocer los nuevos fenómenos como ocurrió con aquel “Banderazo” en la campaña por la rambla, al que la estructura le dio la espalda. Hay que romper la esquizofrenia entonces entre un progresismo que promueve políticas públicas muy exitosas —salvo excepciones en la gestión que se van arreglando— y por otro lado tiene una estructura política paquidérmica, que es del siglo XIX. Esto no resiste más.

    —¿Usted no es responsable de que esto sea así?

    —Acepto la responsabilidad. He participado de la dirección de esto pero también lo he cuestionado mil veces. La Vertiente se edificó sobre la base de cambios pero no tuvimos éxito.

    —En esta elección, los “jóvenes” son Mónica Xavier y Juan Castillo. ¿Por qué el Frente no tiene un dirigente del entorno de los 40 años compitiendo para ser su presidente?

    —Porque no hizo ese proceso de renovación. Siempre promovemos el tema de los jóvenes. La izquierda ha generado liderazgos muy potentes, que han tenido mucho consenso. Entonces, la historia de los liderazgos de izquierda explica su continuidad pero también su dificultad para la renovación. Es un dato, no hemos sabido crear generaciones de relevo. Por eso digo, que si llego a la Presidencia del Frente Amplio, tengo que meter cuatro vicepresidentes que sean de otra generación, que alguno sea del interior, que haya alguna mujer y que refleje la sensibilidad del Frente Amplio, pero que no sea la repartija entre los grupos políticos del Frente Amplio. Ese va a ser el primer conflicto.

    —Blancos y colorados organizan su institucionalidad partidaria en función de las elecciones internas que estableció la reforma constitucional de 1996. ¿Por qué el Frente Amplio no hace eso?

    —Porque tiene otra tradición histórica, que sigue su propia lógica. Lo que hizo ahora es una gran renovación en esa lógica. Esto va a tener mucho más consecuencias de las que se prevé. Porque esta ingeniería de muchas elecciones simultáneas da estos resultados. A la corta o a la larga terminan por imponerse los que tienen referencia con la gente. Eso me parece profundamente democrático. Eso quiere decir que a un candidato que lo bloquearon en el plenario, pero se convirtió igual en un líder de lista, va a gravitar en la departamental con una fuerza enorme. Pasamos de una estructura muy de partidos a una estructura de referentes.

    —¿No se legitima un caudillismo?

    —Los pesos relativos de las corrientes políticas y de las figuras con inserción cambian. Las corrientes políticas han tenido un problema y es que sus desarrollos locales han sido muy débiles. Hay compañeros que a nivel local tienen estructura pero no arrastre de gente. Entonces le sale por el costado uno y ese le arma en dos meses una cosa que lo triplica o cuadruplica.

    En una entrevista con el diario “La República” dijo que hay un retroceso ideológico en el Frente Amplio. ¿Qué quiere decir con esto?

    —Hay mucho más debate ideológico en Brasil y en otros lugares que acá. El debate sobre la primarización o la no primarización tiene una enorme actualidad. Eso no lo estamos discutiendo aunque está en las políticas que promueve el Ministerio de Industria. El único que lo tiene claro es Brasil. Este es un mundo diferente, esta discusión lleva a las nuevas fronteras, es un nuevo mundo en cuanto a la construcción de lo imaginario. El país que no se prepara para esto está afuera.