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Primera curiosidad: la portada tiene apariencia de libro de fábulas para niños, aunque la palabra “bestiario” en el título indica que su contenido trasciende al mundo infantil. Segunda curiosidad: el autor es el artista plástico, diseñador y dibujante Fidel Sclavo (Tacuarembó, 1960), pero en este libro no dibujó nada, excepto la ilustración de tapa. Tercera curiosidad: los protagonistas son animales, sin embargo su autor aclara en la primera frase de su prólogo: “En rigor, este no es un libro sobre animales”. Luego explica que no tuvo un propósito científico ni zoológico ni naturalista, sino que quiso rescatar historias dispersas en diferentes libros antiguos que, a través de los animales, hablan de los sentimientos humanos.
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Atraído primero por los dibujos que fue encontrando en esos manuscritos, y que atesoró durante largo tiempo, Sclavo también se detuvo en las narraciones sobre diferentes animales, reales o mitológicos, que aparecen en bestiarios medievales y en libros aún más antiguos, como el Liber monstrorum y el Physiologus. A partir de esa información elaboró pequeños relatos que tratan sobre leyendas, mitos o creencias y le dan un valor simbólico a cada animal.
Con grabados o dibujos en blanco y negro, el libro es atractivo y presenta varias singularidades, si bien le hubiera hecho falta un índice con la referencia de las ilustraciones, y en algunos fragmentos, una mejor revisión de la puntuación.
Algunas de estas historias tienen una simbología muy directa, como la del castor, que se cortaba sus propios genitales porque sabía que tenían poder curativo para los hombres, y por eso salían a cazarlo. “... En ocasiones, debemos despojarnos de nuestras pertenencias más queridas. Eso, el castor lo sabe en carne propia”, ironiza el autor.
También triste, aunque reivindicativa, es la leyenda del pelícano que, sin quererlo, mata a sus hijos con su pico incontrolable. Luego siente tanta culpa que se hace heridas a sí mismo, y con su sangre revive a los pichones muertos. “Una historia de rebelión, enfrentamiento, culpa, sacrifico y reencuentro”, explica Sclavo. “Otra historia de padres e hijos”.
Centauros, sirenas y unicornios comparten páginas con la simplicidad del perro o de la vaca. Y por supuesto aparecen monstruos como la mantícora, ávida de carne humana con su cuerpo de león, rostro de hombre y cola de escorpión, que está allí para recordarnos “la crueldad, literal o metafórica, casi siempre inexplicable”.
El elefante y la hormiga, de Fidel Sclavo. Ediciones de la Banda Oriental, 2014, 199 páginas, $ 380.