• Cotizaciones
    viernes 31 de enero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    Sacar números y que se haga la música

    Alfonso Carbone, el productor que transformó el rock uruguayo

    En el lugar justo y en el momento justo. Así se puede resumir la relación de Alfonso Carbone con la música uruguaya. Todo empezó con su regreso al país a finales de la dictadura, en las oficinas del primer piso de lo que era el Palacio de la Música, en 18 de Julio y Paraguay. Con mucho ingenio y oportunidad, comenzó a cimentar las bases, por ejemplo, de lo que hoy es el rock uruguayo. Grabó a Los Estómagos, a Los Traidores, a Araca la Cana y al “genio” de Jaime Roos, aunque “en aquella época no todo el mundo lo veía así”, dice. La música también le permitió producir espectáculos cuando aún en Uruguay no había promotores profesionales ni infraestructuras para grandes conciertos. Produjo desde Bob Dylan hasta Iron Maiden, pasando por Elton John, Paul Simon y The Cult. Esa experiencia le permitió darse el lujo de traer a Paul McCartney, no una vez, sino dos veces.

    , regenerado3

    Desde 1996 está radicado en Santiago de Chile como productor musical independiente. Actualmente está escribiendo un libro donde pretende resumir toda su experiencia musical, que tuvo su primer punto álgido con la creación del primer festival masivo: el Montevideo Rock. “Aquellos conciertos fueron la primera cosa grande que se hizo en Uruguay”, recuerda Carbone. “Si uno lo mira bajo los parámetros de hoy, fue absolutamente milagroso, porque no había nada. Se hizo con cariño. En aquel momento, a la vuelta de la dictadura, la Intendencia de Montevideo quería hacer algo. Ofreció la Rural del Prado y no puso problemas con nada, que eso no era un tema menor para aquella época, porque ibas a pedir permiso para cualquier espectáculo, y si era de rock, el 80% de los consultados te decía que no. Partiendo de ahí, hacerlo fue un milagro”.

    De aquellos tiempos a hoy, cambió mucho el mercado...

    —Con el tiempo las cosas se van profesionalizando. Al ir normalizándose el negocio, que en aquella época no lo era, empieza a crecer. Pero el boom de conciertos ahora tiene otras connotaciones distintas.

    —¿Cuáles?

    —La primera cosa es la caída de la venta del disco. Antes, el artista no tenía que tocar tanto. Vivía perfectamente bien de los discos y sus regalías. El dinero extra venía de los shows. Ahora están obligados a tocar, y mucho. En el panorama nacional, todo se ha profesionalizado. En primer lugar, hay mejores productores. En segundo lugar, hay equipación para hacer lo que quieras. No hay que traer todo de Argentina, como antes. Además, los artistas también se han profesionalizado.

    —Los mercados de Estados Unidos y Europa se van agotando, de ahí este boom de shows en la región...

    —Los mercados en el Norte están agotados. Las giras no son lo que eran antes en nivel de cantidad de público. Paul McCartney no toca generalmente en Europa para estadios llenos. Hace poco tocó varias veces en el área de Nueva York, pero en lugares tipo el Madison Square Garden. Que lo puede hacer. Pero hoy son muy pocos los artistas que son capaces de convocar masivamente. Antes salían de gira cada tres o cuatro años y la necesidad de verlos era otra. Generalmente, salían a apoyar discos y el volumen de público era otro. Hoy los mercados están agotados porque ya han visto casi todo, y los artistas nuevos se van haciendo su camino, pero tampoco es que convoquen demasiado. Por eso, obviamente que tienen que abrir mercados como el de América Latina.

    —Y Uruguay, ¿qué puede ofrecer en medio de dos gigantes como Argentina y Brasil?

    —La estabilidad. Uruguay ya hace varios años que ayuda a que el artista esté más seguro. Antes, para ellos era impensable venir a América Latina. Un artista grande europeo me llegó a preguntar si la pista del aeropuerto de Santiago de Chile era de tierra. Eso fue hace unos 10 años. El desconocimiento que había era brutal.

    —¿Esa estabilidad fue fundamental para generar un mercado, sobre todo tras la venida de Paul McCartney?

    —Evidentemente, McCartney abrió la puerta. Sus comentarios sobre Uruguay fueron realmente buenos, de lo contrario, hubiese sido difícil que hubieran venido otros números grandes como los que llegaron después de él. Yo sabía que lo de McCartney no era importante solo por el hecho de que viniera, sino que ponía a Uruguay en el mapa. No estábamos en el mapa de los grandes artistas. Un país de tres millones… era un mercado que no se consideraba. Hoy ya vieron que se paga. No ha habido empresarios que quedaran debiendo dinero, que eso antes sucedía en América Latina. Era un mercado muy vidrioso para ellos. A los artistas grandes los han robado tanto por el mundo que te piden el 85% de seguro. Del 15% restante sale tu ganancia. Hay artistas que te cobran más del 90% de todo. Vendiste una camiseta y te cobran el 90% de esa venta. Y lo que te queda es tu problema.

    —Entonces, ¿cuán rentable es organizar un show con artistas de este nivel?

    —Traer a un artista internacional es un gran riesgo. Si hay algo que es veleidoso, es el público. Vos de repente pusiste una fortuna en U2, calculás que van a ir 45 mil personas, van 30 mil y se te fue todo al diablo. Yo a McCartney otra vez no lo llevaría a Uruguay. La segunda fue un riesgo gigantesco. Es un país muy chico. Las entradas para esos artistas tienen que ser muy caras, no porque quieras ganar dinero. La gente imagina cosas, pero si uno agarra lápiz y papel, te das cuenta de que los números no son como la gente cree que son.

    —¿Qué determina el precio de las entradas?

    —La entrada debe ser lo más accesible para la gente. La primera cosa que hago cuando produzco es hacer los números. ¿Cuál es la entrada más baja que podemos cobrar? Tanto. ¿Cuánto nos da esto? OK, tenemos tanto de recaudación. ¿Cuál es el costo de la producción? ¿Cuál es el costo de los impuestos? De ahí tenés que empezar a mover el precio de las entradas hasta que se acomoden. Buscar el equilibrio para que el precio sea lo más accesible y te permita ganar algo.

    —Artistas como McCartney generan mucho dinero, también lo cobran…

    —Es una cosa que discutí muchas veces. Me decían que McCartney tenía un cachet. No tiene cachet. No es que costó un millón de dólares, dos o diez. Ellos cobran un seguro. Un seguro no es un cachet. Ellos se curan en salud. Son tipos que están de vuelta. Paul cumple 60 años arriba de un escenario. Arrancó con Los Beatles en 1958. Se las saben todas. Yo lo viví…

    —¿Lo vivió con su mánager?

    —Sí. Los tipos entran al estadio, miran y si se equivocan lo hacen por 150 o 200 personas. No le erran. El mánager de McCartney, Barry Marshall, hizo el cálculo enseguida. Después de decidir dónde va el escenario, comenzó a planificar todo. Acá se van a vender tantas de estas, tantas de las otras, vamos a poner las sillas acá, caben tantas personas. Con eso ya no hay forma de que le mientan. No hubo intención de nadie de mentirle, pero están tan acostumbrados que se paran arriba del escenario y saben si le faltan 10 tickets de la fila 10 para atrás.

    —Produjo un montón de shows en Uruguay, ¿Se ha encontrado con artistas complicados?

    —Elton John es una prima donna. Eso no habla mal de él, es que es así y punto. La primera vez que vino The Cult (1991) fue complicado por la personalidad de ellos, pero en general no he tenido problemas graves y menos a nivel de organización. Hoy en día, por suerte, ya se puede producir acá porque es de primer nivel.

    —Usted influyó directamente en la banda de sonido nacional de los 80, pero no solo produciendo desde el sello Orfeo aquellos primeros discos de rock, sino generando espacios a otros géneros…

    —Yo llegué en un momento en que en Uruguay, tras los años de la dictadura, había un vacío muy grande. Venía de estar en Europa y Estados Unidos, de aprender mucho. Era muy difícil implementar las cosas para que te creyeran. Lo que había que hacer era tener resultados. No era fácil. No te creas que fue fácil el primer disco de Jaime Roos, por ejemplo.

    —¿Cómo lo conoció?

    —Lo conocí insólitamente estando en Andorra, porque al vivir en España íbamos mucho a buscar discos ingleses a ese país. Zona libre. Un día me encuentro con una edición francesa de un disco suyo. Ahí lo conozco. Cuando llego a Uruguay, es una de las personas con las que me contactan. Hasta ese momento, los discos que él había vendido acá eran pocos. Es muy fácil decirte hoy que Jaime era un genio. Está claro: era un genio. Solo que en aquella época en Uruguay las cosas eran tan distintas que no todo el mundo lo veía así. Fue una apuesta. No para mí, porque tenía claro que iba a funcionar. Y eso que los vendedores en el Palacio de la Música me decían que Jaime no vendía muchos discos. De repente, hasta ese momento no se trabajó como para vender muchos discos. Qué sé yo…

    —¿Fue más arriesgado grabar a Jaime Roos o a Los Estómagos?

    —Las primeras patas de todos fueron arriesgadas. Hasta las murgas. Cuando llegué a Uruguay, las murgas las tenía otra compañía. Lo primero que hice fue buscar cuál era la más importante: Araca la Cana. El Saludo del 37 no estaba grabado; Compañera, tampoco estaba grabada. Fue simple. Hicieron el repertorio de ese año y les agregué esas dos canciones. La rompieron.

    —¿Y cómo era aquel rock uruguayo?

    —Lo del rock uruguayo da para un libro entero. Cuando dije que iba a grabar a un grupo que se llamaba Los Estómagos, te imaginarás la cara de todo el mundo. Y cuando dije: “Vamos a grabar a otro que se llama Los Traidores”, ni te cuento. El problema era el desconocimiento. La gente que decide el tema del dinero es gente del dinero, no de la música. Acá la dictadura atrasó un poco las cosas. Las radios no se animaban a pasar mucha cosa, lo cual a mí me dio un espacio en radio y televisión por estar en el momento justo en el sitio justo.

    —También fue el ideólogo del Montevideo Rock en 1986. ¿Qué recuerda?

    —Si realmente te acordás de todo lo que pasó en el primer Montevideo Rock es que no estuviste, ¡jajaja! Fue tal la locura...

    —Como para escribir un libro...

    —Hay gente que me ha pedido que escriba esa experiencia. Hace rato que lo estoy haciendo y me he decidido a terminarlo. Es sobre todo lo que hice con la música en Uruguay. Espero sacarlo pronto.

    —¿Qué le pareció el nuevo Montevideo Rock?

    —Lo tomo como un halago. Que treinta y pico de años después sea tan importante como para volver a ponerle el nombre, es un elogio. Y el nombre surgió así, un día saliendo del Palacio de la Música, siete y pico de la tarde, con un músico amigo, caminando rumbo al Sorocabana a tomar un café.

    Vida Cultural
    2018-01-11T00:00:00