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El Masters de Augusta, el primer major del año, deja por lo general en cada edición una marca en la mejor historia del golf mundial. La edición 86a, que finalizó el domingo 10, consagró el excelente momento del estadounidense Scottie Scheffler, consolidándose en el primer puesto del ranking mundial. Su victoria es un reflejo más de una nueva generación de golfistas muy jóvenes que están haciendo historia en los principales circuitos del mundo y que, en su mayoría, se acercaron a este deporte influidos por la figura de Tiger Woods, quien por más de una década ejerció un dominio absoluto.
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Scheffler, quien jugó el torneo con ropa patrocinada por el propio Woods, mostró determinación a lo largo de todo el certamen para ganar su primer major y subir un escalón en su carrera, dada la enorme importancia que encierran estos campeonatos. Tomó la punta en la segunda vuelta y nunca más la abandonó, en un hecho por demás destacable y poco frecuente en el historial del Masters. El ganador empleó 278 golpes para los 72 hoyos, 10 golpes bajo el par de la espectacular cancha del Augusta National Golf Club, diseñada por Alister Mackenzie. Por su victoria, el golfista de 25 años recibió un cheque por US$ 2,7 millones de los US$ 12 millones que repartió el certamen en premios.
En segundo lugar, con tres golpes más, finalizó el norirlandés Rory McIlroy, quien cerró el campeonato con una espectacular tarjeta de 64 golpes, la ronda final más baja en el historial del torneo. En tanto, el chileno Joaquín Niemann, único golfista sudamericano presente en Augusta, terminó en el puesto 35 con un acumulado de 294 golpes.
Otro hecho destacable de este Masters se produjo con el regreso a la competencia de Tiger Woods luego de un terrible accidente automovilístico ocurrido en febrero del año pasado, donde casi pierde su pierna derecha. La historia de los deportes muestra varios regresos milagrosos de muchos ídolos en circunstancias especiales, y este fue uno de ellos. Luego de una inactividad de 14 meses, Tiger jugó una primera vuelta formidable basado en un juego corto excepcional y una estrategia de juego destacable, ilusionando al mundo del golf, para luego pasar el corte clasificatorio y terminar el torneo con una notoria renguera en el lugar 48 con un score de 301 golpes.
Cuando el martes 5 apareció el nombre de Tiger Woods en el horario oficial, el mundo del golf volvió a maravillarse ante un nuevo regreso del ex número uno del mundo. La última vez que había formado parte de un campeonato fue precisamente en el Masters de Augusta del 2020, que se jugó en noviembre por la pandemia.
Entre los aficionados —en otra de las tradiciones que marca el Masters en el recuerdo permanente de Bobby Jones, el mejor jugador aficionado de todos los tiempos y uno de sus fundadores del torneo— ningún amateur pasó el corte clasificatorio, por lo cual la clásica medalla de plata que se entrega al mejor amateur quedó sin dueño en esta edición.
Leyendas
Una verdadera multitud rodeaba desde muy temprano en la mañana del jueves 7 la zona del tee del hoyo 1 de Augusta. Finalmente, con un retraso de 40 minutos por la presencia de tormentas eléctricas en la zona, Jack Nicklaus, Gary Player y Tom Watson pegaron un drive simbólico que abre oficialmente el Masters, en una tradición que se remonta a 1963. Antes de esa escena, el chairman de Augusta, Fred Ridley, había expresado su orgullo por presentar a tres leyendas del golf cuyo legado —dijo— “estará por siempre ligado a la mejor historia del Masters”.
Ese día, en una nueva demostración de la gran evolución que ha tenido en los últimos tiempos el golf asiático, el surcoreano Suyae Im quedaba en lo más alto de las posiciones con una tarjeta de 67 golpes, en una ronda en la que solamente 17 jugadores pudieron bajar el par del campo, demostrando las difíciles condiciones en que fue presentada la cancha. En la segunda jornada quedó establecido el corte clasificatorio marcado en 148 golpes, lo que dejó afuera de la competencia a grandes figuras del golf mundial. Scheffler, haciendo cinco birdies en los últimos siete hoyos, finalizó con 67 golpes y con un acumulado de 136 impactos pasó a dominar las acciones.
En una tercera vuelta marcada por el frío y los altos scores, el puntero, con un recorrido de 71 golpes, quedó con una clara ventaja de cinco golpes para afrontar la ronda final.
La definición
La del domingo 10 fue una ronda final con los altibajos propios de lo que estaba en juego, donde cada uno de los candidatos tuvo algo que lamentar. Sin cometer errores, Scheffler en una ida sin bogeys terminó con 34 golpes y una ventaja de cuatro golpes sobre el resto. A esa altura del campeonato los grandes tableros estratégicamente ubicados en el trazado de Augusta mostraban a solamente seis jugadores bajo el par de la cancha, demostrando una vez más las difíciles condiciones que afrontaban los jugadores.
Hay una frase que se repite siempre: el Masters comienza cuando el grupo final sale del tee del hoyo 10 y un bogey en ese hoyo del puntero encendió las alarmas. Un par en el 11, el hoyo más difícil del campo, le devolvió la tranquilidad a Scheffler. Una vez más, como se ha dado en varios Masters, el corto par tres del hoyo 12 de apenas 153 yardas volvió a ser determinante en una definición. El australiano Cameron Smith llegaba como escolta y con un hierro 9 envió su pelota al agua para terminar el hoyo con un terrible triple bogey que sepultó sus aspiraciones.
Jugando tres grupos adelante, McIlroy terminaba con 64 golpes y las ovaciones se sucedían en Augusta. En tanto, jugando en forma muy sólida, Scheffler llegaba al hoyo 18 con una ventaja de cinco golpes. Los cuatro putts que empleó desde una corta distancia el puntero, aunque parezca poco creíble en ese nivel, muestran una vez más la enorme importancia que tiene el aspecto psicológico en el deporte del golf. “Directamente no podía embocar la pelota en el hoyo”, confesó más tarde el ganador, luego de haber alcanzado la gloria, su primer major y el preciado saco verde, símbolo de victoria en Augusta en un ritual que se cumple desde 1949.
El Masters de Augusta es un campeonato especial para el mundo del golf debido a las características de una majestuosa cancha, a sus numerosas tradiciones que constituyen verdaderos ritos, al estricto régimen de invitaciones para poder participar y a la televisación en directo para más de 200 países. Estos factores sumados dan a este certamen una “magia” propia que se renueva cada año desde su inauguración en 1934 y que hacen que, en varias ocasiones, los 72 hoyos parezcan pocos.