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    Se confirma el estancamiento

    N° 1885 - 22 al 28 de Setiembre de 2016

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    El pasado jueves 15 de setiembre el Banco Central (BCU) publicó los datos relativos al comportamiento del PBI para el segundo trimestre del año 2016, que en general mostraron la continuidad del estancamiento que viene mostrando la economía uruguaya desde mediados del año 2014.

    En efecto, en el período abril-junio de este año el PBI mostró una suba de 1,4% en relación al mismo período del año pasado, mientras que en términos desestacionalizados la economía se mantuvo estancada en relación al primer trimestre.

    El sorpresivo crecimiento de 1,4% en la comparación interanual se explica fundamentalmente por la mayor generación de energía de fuentes renovables así como por la expansión de las comunicaciones. Pero las actividades primarias, la industria manufacturera, la construcción y el comercio mostraron caídas en sus niveles de actividad entre los segundos trimestres de este año y del pasado. A su vez, en la comparación desestacionalizada con el primer trimestre de este año, en abril-junio hubo una contracción de la actividad de todos los sectores salvo Transporte, Almacenamiento y Comunicaciones y las Otras Actividades.

    Más allá de los vaivenes que genera en las cifras globales el comportamiento de la generación de energía, los datos publicados la semana pasada confirman esencialmente que hace dos años que la economía uruguaya está estancada. En efecto, entre el segundo trimestre de este año y del año 2015 el PBI mostró un avance de algo menos del 0,8%, lo que marca un quiebre muy significativo con la tendencia de la década previa donde el PBI creció a ritmos promedio por encima del 5% anual.

    En sentido positivo, debe recalcarse que el comportamiento de la economía uruguaya en los últimos trimestres ha sido mejor en términos relativos que el de los países vecinos. En efecto, en el caso de Brasil el PBI se contrajo 3,8% en el año 2015 y se proyecta una nueva retracción superior al 3% para este año 2016. En el caso de Argentina, las últimas cifras publicadas por el Indec (que está en un proceso de reconstrucción de las estadísticas oficiales que fueron destruidas durante el anterior gobierno) mostraron que si bien el PBI creció 2,4% en el año 2015, ese crecimiento se dio en los primeros seis meses, y desde el tercer trimestre del año pasado el PBI viene cayendo en términos desestacionalizados (0,1%, 0,4% y 0,7% respectivamente en el tercer y cuarto trimestres de 2015 y en el primer trimestre de este año), en un proceso que seguramente ha continuado en el segundo trimestre de 2016 y posiblemente se extienda al tercer trimestre. De hecho, las estimaciones para todo el año 2016 apuntan a una contracción del PBI de entre 1,5% y 2% para Argentina.

    Dado el actual contexto regional, que el PBI de Uruguay se haya mantenido esencialmente estancado en los últimos dos años puede ser visto como todo un logro, más allá de la nostalgia que puede generar para muchos el dinamismo que tuvo la economía uruguaya entre los años 2004 y mediados del 2014. Ese período marcó una especie de “espejismo” de crecimiento, donde una parte no menor de la expansión fue simplemente la recuperación de la fuerte recesión por la que había atravesado la economía uruguaya en el período 1999-2002. Lamentablemente, es imposible que la economía uruguaya pueda volver a repetir otra década de crecimiento a ritmos promedio superiores al 5% anual. Las comparaciones relevantes hay que hacerlas con lo que razonablemente puede estimarse como el crecimiento potencial del PBI para Uruguay en función del crecimiento de la población, de la tasa de inversión en bienes de capital y en infraestructura, de las mejoras tecnológicas y de productividad que normalmente genera el aumento de la inversión, y de la creación —o destrucción en los últimos años— de “capital humano”, que muy probablemente se ubique en el orden del 2% a 3% anual.

    Afortunadamente, los cambios políticos recientes a nivel de los países vecinos permiten augurar una mejora en las perspectivas económicas para el año 2017, a lo que también contribuirá el mantenimiento de condiciones financieras internacionales sumamente favorables en materia de tasas de interés y disponibilidad de financiamiento (ayer miércoles 21 tanto el Banco de Japón como la FED dejaron en claro que van a mantener una política monetaria sumamente expansiva por mucho tiempo, más allá de la intención transmitida por el banco central norteamericano de continuar subiendo las tasas de interés a un ritmo gradual).

    El “atraso cambiario” que está generando el gobierno argentino y el gradualismo con el que plantea reducir el cuantioso déficit fiscal van a mejorar el nivel de demanda agregada del vecino país, y ello generará un efecto “derrame” sobre Uruguay, que se verá beneficiado por una mayor demanda desde Argentina, especialmente en lo que tiene que ver con los servicios y el turismo. Algo parecido puede esperarse desde Brasil. La suba de los precios en dólares en la región a su vez permite que el tipo de cambio baje en Uruguay, lo que más allá de perjudicar a los sectores exportadores fuera de la región (que además enfrentan bajas en los precios de exportación) ayuda a frenar la caída del gasto interno en bienes durables, y al contribuir a contener la inflación, mejora indirectamente el poder de compra de los salarios, lo que también debería ayudar a sostener los niveles de consumo.

    En definitiva, es razonable esperar que, después del virtual estancamiento que el PBI de Uruguay tendrá en este año, se dé una leve mejora en las perspectivas de crecimiento para la economía de cara al 2017, con un crecimiento del orden del 1%.