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Hace justo 30 años, en julio de 1993, la banda brasileña Titãs lanzó el disco más rockero de su carrera. El álbum, producido por el estadounidense Jack Endino, se llamó Titanomaquia y significó una ruptura con la zona más lúdica de la banda, habitualmente representada por sus canciones de aire más funk. Titanomaquia es considerado por muchos uno de los mejores discos del grupo, pese a ser uno de los de paleta más acotada. Tras sufrir un montón de deserciones y pérdidas a lo largo de los años, hoy los Titãs se encuentran inmersos en una extensa gira por su país con (casi) todos sus miembros originales. Ese aniversario y esa gira parecen excusa suficiente para escribir sobre una de las bandas brasileñas de rock más relevantes de los últimos 40 años, junto con sus amigos de Paralamas y los ya desaparecidos Legião Urbana.
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La historia de los Titãs es larga y diversa. Arrancaron en San Pablo a finales de los 70 como la típica banda del liceo formada por amigos, y ya en ese momento tenían algo inusual, algo que iba a marcar su estilo: eran nueve integrantes, de los cuales seis eran vocalistas. En aquel entonces el grupo se llamaba Titãs do Iê-Iê y su estilo era abiertamente pop. Pero incluso entonces ya estaban marcados por la música experimental de Arrigo Bernabeu y otros integrantes de la vanguardia artística paulista de entonces. Tras sufrir un par de cambios, el grupo edita su debut homónimo en 1984. Ese disco, con su sencillo Sonífera Ilha, permitió a la banda aparecer en televisión por primera vez y logró cierta repercusión en el mundillo rockero de San Pablo. En el debut, el sonido del grupo era más bien pasteurizado, lo que, sumado a su presencia en diversos shows televisivos, les valió las críticas de parte de la escena local. De alguna forma, esas críticas recuerdan las que a escala local sufrieron Renzo Teflón y su banda Los Tontos: sonar pop y aparecer en la tele era algo reprobable para los rockeros de entonces. Y la ironía en las letras, claramente, no era un sabor para todo el mundo.
Apenas editado ese álbum, ingresó a la banda el baterista Charles Gavin, con quien el grupo conformó su formación clásica: Arnaldo Antunes en voz, Branco Mello en voz, Paulo Miklos en voz, bajo y teclado ocasional, Sérgio Britto en voz y teclados, Nando Reis en voz y bajo, Marcelo Fromer y Tony Bellotto en guitarras, más el mencionado Gavin en batería. Esa formación es la que graba en 1985 el disco Televisão, producido por el músico Lulu Santos. Las letras seguían siendo irónicas y provocadoras, mientras que la música, si bien seguía siendo mayoritariamente pop, comenzaba a apuntar a maneras más ásperas.
En noviembre de 1985 se produjo un incidente que cambiaría el rumbo artístico de la banda. El guitarrista Tony Bellotto y el cantante Arnaldo Antunes fueron presos, el primero, por posesión de heroína y, el segundo, por posesión y tráfico de heroína. Si bien Bellotto salió con rapidez en libertad bajo fianza, Antunes tuvo que pasar unas semanas en la cárcel. Este incidente, que podría parecer menor, terminó siendo el que marcaría el tono del siguiente disco del grupo, Cabeça dinossauro.
El álbum, editado en 1986, combinaba en partes iguales dosis de agresión con finezas de producción, a cargo del productor Liminha, con quien comenzaban una parcería que marcaba uno de los períodos de mayor riqueza artística de la banda. Las letras, antes irónicas, se centraban ahora en cuestionar el poder del Estado, en Estado violência, la brutalidad policial, en su clásico Polícia (versionado por Sepultura), y en hablar de bichos asquerosos de todo tipo en Bichos escrotos. Este tema tiene la particularidad de haber sido prohibido en plena democracia y de que, gracias a la cantidad de pedidos de los espectadores, muchas radios eligieran pagar la multa y pasarla de todas formas. Cabeça dinossauro es uno de los discos fundamentales del rock brasileño y uno de los más exitosos trabajos del grupo.
Un año más tarde saldría Jesus não tem dentes no país dos banguelas, también producido bajo la batuta de Liminha. El vínculo que se había construido entre banda y productor permitió una mayor experimentación de sonidos y por eso el disco tiene dos zonas sonoras bien diferenciadas: una cara A (al estilo de los vinilos) de aires electro-funk, y una cara B de corte claramente punk rock. Las letras son aún más políticamente cargadas que en el disco anterior y muestran a unos Titãs capaces de entretener sin perder un gramo de espesor conceptual en lo musical y en lo lírico. Tras editar el disco en vivo Go Back, grabado en el Festival de Jazz de Montreaux, el grupo cerró su ciclo de discos con Liminha como productor, con O blesq blom, de 1989. En él, la experimentación con la electrónica y los trucos de estudio alcanzarían un nuevo nivel de complejidad y riqueza, siendo considerado un trabajo que adelantaría las mezclas de MPB con electrónica de artistas como Chico Science e Nação Zumbi.
Tras tomar en 1990 la decisión de no trabajar más con Liminha, el grupo decidió autoproducirse en su próximo trabajo. El resultado fue Tudo ao mesmo tempo agora, duramente criticado por la prensa especializada. Su sonido, ruidoso y poco cuidado, contrastaba con la fineza y precisión del trabajo de Liminha. Las letras fueron cuestionadas por ser más provocadoras que otra cosa, además de derivativas. Para la crítica, los Titãs se habían copiado a sí mismos y lo habían hecho mal. El público, sin embargo, compró el disco y la banda pudo girar por todo Brasil gracias a él.
Cuando un año más tarde, en 1991, los Titãs le mostraron a Jack Endino ese disco, el productor estadounidense comentó: “No es un mal demo”. Endino venía precedido de su fama de “productor inventor del grunge” gracias a su trabajo con Nirvana, Mudhoney y L7, entre otros. Al mismo tiempo, los Titãs eran conscientes de que, si querían sonar rockeros de verdad, no podían volver a producirse ellos mismos. Poco antes de comenzar las sesiones de grabación de Titanomaquia, así se llamaría el disco, Arnaldo Antunes anunció al grupo su salida. Endino supo dar espesor a las guitarras, potencia a las baterías y ferocidad a las vocales. El resultado es un disco que, si bien no suena para nada a las bandas grunge, es un derroche de agresividad bien encaminada. Las letras provocadoras volvieron a tener su aire cerebral y poético, mientras que las baterías de Gavin son el motor que impulsa las olas de guitarras cargadas de distorsión. Todo suena denso, fuerte y preciso.
Los Titãs trabajarían con Endino una vez más en Domingo, de 1995, pero el efecto rockero no sería el mismo. La banda intentó recuperar la zona funk que habían dejado de lado en Titanomaquia, pero es probable que el productor estadounidense no fuera la persona adecuada para ayudarlos en esa tarea. El disco es bueno, suena increíble, pero a pesar de tener un puñado de canciones muy buenas no está al nivel de su predecesor ni de los discos que la banda grabó con Liminha.
Posteriormente, y a pesar del superéxito de sus dos discos acústicos producidos para la MTV, el grupo fue perdiendo energía creativa en cada nuevo trabajo. Y al mismo tiempo que perdía esa energía iba perdiendo miembros. En 2001, mientras corría por la noche, el guitarrista Marcelo Fromer fue atropellado por una moto y falleció dos días después. Unos años más tarde, se iría Nando Reis para seguir su proyecto solista. Lo mismo ocurrirá con Paulo Miklos y Charles Gavin.
Bellotto, Britto y Mello venían manteniendo viva a la banda, recurriendo a músicos de gira, hasta que hace unos meses el grupo decidió salir para una única gira final con todos los miembros originales, excepto el fallecido Fromer. Para los fans de una de las bandas más importantes del rock brasileño, es muy probable que esta sea la última oportunidad de ver a los Titãs en su mejor versión en directo. Pero para verlos seguramente deban viajar a Brasil. Una pena.