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A la imagen que se acostumbra a ver al costado de las rutas nacionales, de algunas vacas pastando en la inmensidad del campo, en los años recientes se sumaron otras: largas bolsas blancas llenas de raciones para la alimentación del ganado y corrales para el engorde de vacunos.
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Esos cambios en el paisaje rural son una señal de la intensificación productiva en la ganadería local, aprovechando la mayor oferta de granos por el crecimiento de la agricultura y debido a la necesidad de incrementar la productividad en los campos. Todo ello en un contexto de alza en el valor de la tierra y también de los precios de la hacienda, de la leche y de la carne aviar.
Otras actividades consideradas “menores” en comparación a la pecuaria, como la cría de pollos y de cerdos, también incidió en un “dinamismo importante” del mercado de productos para alimentación animal en el país, que pasó de mover dos millones de toneladas anuales a un volumen récord de 2,4 millones en 2012. Así lo señalan técnicos de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa) del Ministerio de Ganadería (MGAP) en un informe reciente.
Los productos utilizados para la alimentación animal se dividen en tres grupos: los proteicoenergéticos (cáscara de soja, afrechillo de trigo y de arroz), los proteicos (mezclas de harinas importadas, harinas/expeller de soja, girasol, semilla de algodón, colza y lino, entre otras) y los granos forrajeros (maíz, sorgo, cebada, trigo, avena y alpiste).
En Uruguay, el crecimiento del sector de la producción de alimentos para animales fue de 5% anual entre 2007 y 2012, según el análisis de la Opypa. En ese lapso las importaciones de esos productos subieron 3%, las exportaciones 26% y el consumo aparente 4%.
Los técnicos indican que el principal factor de esa “fuerte expansión” fue el incremento en la producción de granos “forrajeros”, que son los que no tienen una calidad apta para su industrialización; incluye el maíz y el sorgo, pero también el trigo y la cebada, que en 2012 fueron comercializados con calidad “forrajera” por los problemas en esos cultivos debido a los excesos de lluvias. Ese grupo de granos que históricamente fueron importados para cubrir la demanda local, pasaron a ser rubros de exportación acompañando el ciclo de expansión agrícola liderado por la soja. En este verano el área plantada de esa oleaginosa se habría ubicado entre 1,4 millones y 1,5 millones de hectáreas, proyectó la Opypa.
Otro factor que impulsó el mercado de alimentos animales fue el acceso de la carne vacuna uruguaya a la cuota otorgada por la Unión Europea para novillos engordados con granos en los 100 días previos a su faena.
El aumento en el precio de la tierra contribuyó a la intensificación ganadera, en la medida en que “obliga” a obtener mejores rendimientos productivos para mantener una ecuación económica “favorable” en las empresas del agro, de acuerdo al informe.
Según la Opypa, el mercado de alimentos animales “presenta un dinamismo atractivo, que alentó el aumento de la oferta local, aunque la brecha entre oferta y demanda sigue cubriéndose con productos importados”, en especial de concentrados proteicos (harinas y expellers de granos oleaginosos). Esa porción de importados será sustituida en el año que comienza, según proyecciones de Alcoholes del Uruguay (ver nota en páginas 8 y 9).
En las zonas definidas como cuencas lecheras, ubicadas en los departamentos de San José, Colonia y Florida, se observa con mayor frecuencia las largas bolsas de granos ensilados para reserva de alimentos de las vacas en los tambos. Esta situación sirvió como oportunidad para la creación de empresas prestadoras de servicios de ensilado de granos y venta de equipos y tecnología para hacer esa tarea.
Tras la caída de los precios de la leche en 2012 —que significó una disminución de la demanda de alimentos para las vacas lecheras—, Prolesa, la principal empresa proveedora de estos insumos para la lechería, registró una fuerte recuperación de las ventas de granos y concentrados en 2013, especialmente en el segundo semestre del año que acaba de finalizar, dijo a Campo su presidente, Álvaro Quintans.
Indicó que en 2012 esa empresa vendió 135.000 toneladas de alimentos para animales y en 2013 el volumen comercializado aumentó a 155.000 toneladas.
Comentó que la demanda fue creciente en productos como la harina de soja y de girasol, el maíz en grano, el trigo forrajero y otros productos denominados “intermedios”, como el afrechillo de trigo y cáscara de soja, básicamente de origen local, de Paraguay y Argentina. Prolesa es propiedad de Conaprole.
Importados
La mayor parte de los alimentos animales importados proviene de Argentina, aunque en los últimos años bajó su participación, al tiempo que aumentaron las compras desde Paraguay, según la Opypa.
La cantidad importada depende en gran medida del volumen de cosecha de granos forrajeros, que está muy vinculada a las condiciones climáticas imperantes durante la primavera y verano de cada zafra, explican los técnicos de esa dependencia del MGAP.
El principal tipo de alimento importado son los concentrados proteicos (45%), mientras que los energético-proteicos representan 30% y los granos forrajeros fueron 25% del total, indican.