Le llegó por WhatsApp un mensaje de voz de su sobrino y se enterneció tanto que pensó que podía crear un personaje de animación a partir de ese audio. Pero fue recién cuando Gabriel Lucero escuchó el mensaje violento y grosero de una mujer, dirigido a quien le alquiló una casa de verano, que se decidió a crear Vacaciones soñadas en Mar Azul, un video de animación de poco más de un minuto. Allí aparece Georgina, flaquita y con cara de desquiciada, mientras le envía a los gritos un audio con sus reclamos a Fernando, el casero. Para acompañar la imagen, incorporó a otro personaje: el hijo pequeño de la mujer que juega con un avioncito y abre los ojos grandes cada vez que su madre larga un insulto.
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Lucero colgó ese video en su página de Facebook en 2017 y tuvo tanto éxito que su casilla se llenó de audios de WhatsApp que le enviaban sus seguidores. Con ese material comenzó a hacer Gente rota, una serie de animación en la que Lucero les pone cara, gestos y contexto a las voces, además de música y canciones relacionadas con la situación. El resultado es un producto de humor absurdo que se alimenta de las confesiones lastimosas, de los equívocos o de la rabia de gente real. Son menos los mensajes de amor, y por suerte están los de la “gente rotita”, los audios de los niños ingenuos y divertidos.
En los videos no hay identificación de las personas que hablan, aunque sus conocidos tal vez puedan identificarlas. Algunas se han quejado y entonces Lucero bajó el video, pero en general los protagonistas se lo toman con humor. “Por favor, no le envíes esto a Gente rota”, dice una mujer entre risas en uno de los audios cuando se da cuenta de lo ridículo de su mensaje. Pero no tuvo suerte, ahora ya es un personaje de animación.
“Si no conocés Gente rota, este es un buen video para que entiendas de qué se trata. Si ya sabes de qué se trata, es una buena oportunidad para revivir los mejores audios (hasta el momento) de este proyecto que con humor (o al menos eso intento) reflejan en gran parte la locura que nos alcanza más tarde o más temprano”, escribió Lucero en la presentación de Gente Rota non-stop, uno de sus compilados. Todas sus animaciones se pueden encontrar en el canal de YouTube que lleva su nombre, Gabriel Lucero, y que ya tiene 520.000 suscripciones. También las comparte en sus redes sociales, y solo en Facebook (@gabrielhlucero) lo siguen tres millones de personas.
Lucero es dibujante, trabaja haciendo videos infantiles y caricaturas o animaciones para particulares. Tuvo una infancia pobre y todo lo que sabe en materia de ilustración lo aprendió solo. Admirador de Madonna, de quien hizo una caricatura que la propia cantante difundió por Instagram, es también fanático de Seth MacFarlane, el creador de Padre de familia, y ha confesado que su objetivo siempre fue lograr una serie similar. En las entrevistas se muestra como un tipo tímido, de perfil bajo, que habla sin eufemismos de su homosexualidad y de la violencia que recibió de su padre. Pero, sobre todo, prefiere mostrarse a través de sus trabajos.
Antes de Gente rota había creado una cuenta de Twitter con el nombre de Viviana Sarnosa, una parodia a la periodista de espectáculos argentina Viviana Canosa, quien hace comentarios sobre la vida de los famosos. El personaje le trajo varios problemas a Lucero, que fue invitado a debatir a varios programas de chimento, pero también una propuesta de MTV para que Sarnosa estuviera en su canal de Twitter, algo que después no prosperó.
Quienes quieren enviar un audio a Lucero pueden hacerlo a [email protected], pero tal vez les rebote con el mensaje “casilla llena” porque está recibiendo cerca de mil audios por día. En algunas entrevistas ha contado que se tira en la cama a escucharlos y selecciona los más graciosos, pero hay muchos que le causan tristeza y trata de evitarlos porque termina absorbiendo la maldad o la miseria de los demás. Esos son los que no usa.
Sus personajes son muy divertidos, aunque todos tienen algo de maldad. Tal vez una de las más simpáticas sea Mabel, que se ríe de sí misma, al estilo del perro pulgoso, cuando habla de su dieta frente a la heladera con candado, de sus citas por Tinder o de la gotera que tiene en su casa. Lucero la pone de cabeza y la pinta de azul cada vez que se ahoga con su propia carcajada, y hasta hizo un concurso de risas que merecieron un video especial, presentado con este texto: “Hay mucha risa suelta por el mundo que merece ser compartida, por eso decidí lanzar el Mabel Contest buscando la mejor (o peor) risa del universo”.
Hay un chino dueño de un supermercado que dice “conchalapelota” cuando le llega la cuenta de luz. Hay una mujer que le dice a otra que se altera mucho cuando le dice “tranquilízate”. Hay personas que le preguntan a otra cómo se llama una canción y la empiezan a cantar por audio de las formas más insólitas; otras llaman al mecánico y le explican el ruido que hace el motor, entonces sus audios se llenan de “clan, clan, tuc, tuc, shiky iky”. Con todos esos sonidos Lucero hizo los videos titulados ¿Cómo suena?
Hay varios audios protagonizados por niños o por abuelos que tienen problemas con la tecnología. Baby Shark y familia es uno de ellos, tal vez el más exitoso entre los últimos que ha publicado Lucero: una niña pequeña le canta en inglés una canción sumamente reiterativa a su abuela que se empieza a aburrir, y la niña se enoja cuando la interrumpe.
Hay muchos audios sobre pollos: un muchacho trata de explicarle a su novia qué son los menudos; una mujer pregunta cuántas pata-muslo salen de un pollo entero y del otro lado le responden: “Capaz que tres o cuatro. Depende del tamaño del pollo”. Tantos audios sobre el mismo tema merecieron un “especial pollos” de Lucero. “Parece ser una fuente inagotable de ignorancia humana”, anotó en la descripción.
En una entrevista de 2019 con la revista Brooke, Lucero explicó que para él todos estamos “más rotos que sanos” y que por eso la situación del audio es una especie de catarsis. “No tenés un interlocutor inmediato, la gente larga todo su lado oscuro en ese momento”. También explicó que hay audios muy tiernos y muchos que no puede usar. “Los audios que más funcionan son aquellos con los que la mayoría se puede identificar, cuando te reflejás en el video es un ‘boom’, cuando no hay reflejo no terminan funcionando”.
Coronavirus y “toque de quena”
En algunos casos, la fuente de inspiración está en la coyuntura. La pandemia que desató el coronavirus multiplicó los intercambios por las redes y se generaron audios de WhatsApp que son una especie de tesoro para Lucero. En Coronoria muestra toda la desinformación sobre el virus y el miedo irracional que produjo, a veces acompañado de xenofobia o racismo. También aparecen todas las formas posibles de nombrar al virus: “corovirus”, “cornourus”, “colonavirus”.
Una abuela piensa que la culpa de toda esta desgracia la tienen los extraterrestres porque asegura que vio uno; un señor pregunta a qué hora estará el virus en la calle porque él salió de tarde y no andaba por ahí; una joven se angustia porque no puede ir a la “estética”; y una madre sufre un ataque de nervios por tener que ayudar a su hija con las tareas virtuales que le manda la maestra. La gente está más rota que nunca.
“Toque de quena por 10 días. Así que vayan y hagan las compras por 10 días porque no los van a dejar salir a ningún lado”, es el mensaje de una señora. Ese audio inició el ciclo Cuarentena, y cada uno de sus “episodios” va acompañado del sonido de una quena. Lucero ya hizo 12 de esos videos, una verdadera crónica visual y auditiva del encierro. “Abuela, hoy nadie escucha un audio de tres minutos. Hace mal, te puede afectar el corazón, algo”, le dice un niño sabiamente a su abuela en el último de esos videos.
Coronavirus llega a Uruguay lleva por título la animación con tres audios sobre el famoso casamiento de Carrasco que fue una bomba de contagio para decenas de montevideanos. El video va acompañado de la canción Ay, Carmela, y alterna los mensajes de tres mujeres indignadas por el comportamiento de Carmela. Muy gracioso y a la vez muy terrible.
Un infierno: los grupos de WhatsApp.
“Todavía no está científicamente demostrado cuántos grupos de WhatsApp a la vez puede soportar un ser humano antes de que su cerebro explote. Lo que seguro está demostrado es que los grupos de vecinos son más dañinos que tomar lavandina en ayunas”, dice el texto que anticipa el video Vecinos con WhatsApp, donde aparece gente rotísima.
“¡No se tocan los carteles que pone uno en el ascensor! ¡No se tocan!”, grita un vecino iracundo, que Lucero dibujó con la cara rojo-fuego. “Al del 6º B que está arriba usando el quincho le aviso: voy a juntar todos los puchos que tengo en el patio de mi casa y te los voy a tirar en la cara y, si no, te los voy a dejar en la puerta de tu departamento. ¡Incivilizado!”, dice otra vecina. Varios de los integrantes, sanamente y en silencio, abandonan el grupo.
“Cuenta la leyenda que Satanás estaba corto de espacio en el infierno y decidió abrir una sucursal en cada chat de papis y mamis del colegio”, escribió Lucero para presentar los videos sobre los intercambios en esos grupos de WhatsApp, que son de una pesadez, y a veces de una violencia, insoportables. “Oremos por los niños de Siria”, dice un padre en uno de esos grupos. “¿Quién es Siria?, no conozco a ese papá”, dice otra voz, y entonces un padre desesperado averigua cómo puede irse sin que nadie se ofenda.
En 2018 Lucero ganó un Martín Fierro Digital por estos trabajos, y desde entonces no ha parado de crear animaciones que comparte cada dos o tres días en sus páginas. Y es justamente en las animaciones donde está el valor agregado de sus episodios porque con ellas se cuenta una historia que va más allá de los audios.
En estos días de aislamiento social, los videos de Lucero son una divertida compañía y también una buena alerta para cuidarse cada vez que se aprieta el botón de grabar un audio. Nunca se sabe si no irá a parar al nutrido y delirante mundo de Gente rota.