El recital durará dos días y en cada función habrá tres propuestas tangueras diferentes, pero con una misma motivación: compartir las nuevas composiciones musicales y poéticas del tango uruguayo. Los 19 músicos que actuarán en escena tienen años de trayectoria en varias vertientes de la música popular o clásica, pero en sus últimos trabajos se han volcado a innovar en torno al tango, un género que carga con la tradición de los grandes maestros. Ahora todos se unen en la segunda edición de Zita de tango que tendrá lugar en la Sala Zitarrosa, el viernes 15 y sábado 16 a las 21, con entradas a $ 400 o un abono de $ 600 para los dos días.
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La idea original de esta propuesta fue del músico Hugo Rocca, cantante y líder de Proyecto Caníbal Troilo, quien invitó en 2018 a otros músicos y grupos para presentar sus composiciones o versiones renovadas de tango. El recital que brindaron en la Sala Zitarrosa recibió muy buena respuesta del público y por eso este año la sala les ofreció dos funciones. En esta edición, Proyecto Caníbal Troilo y el trío Malajunta son los grupos anfitriones y organizadores de Zita de tango.
“Es un desafío muy grande porque es un género enorme, con una poética que tal vez es la más fina y profunda de la música popular. Entonces es muy difícil ponerse a componer detrás de autores como Manzi, Cadícamo o Troilo. La apuesta es que para que el tango siga vivo y no se repitan las mismas inflexiones, hay que tener una nueva música y también una nueva poética”, dice Adriana Filgueiras, cantante de Malajunta, que también integran Jorge Alastra, en arreglos y guitarra, y Juan Rodríguez, en violoncello y acordeón.
El viernes 15 abre el espectáculo Pablo Fagúndez, contrabajista, guitarrista y cantante que está en la búsqueda de tangos propios. Actuará con la violinista Betina Chaves y con el pianista Fernando Nathan. Los seguirán Sergio Fernández Cabrera, uno de los grandes guitarristas de música culta uruguaya, con el también guitarrista Ignacio Correa, que presentan arreglos propios de tangos y milongas de Jaurés Lamarque Pons. Cierra ese día el trío Malajunta con nuevas composiciones de Alastra.
Para Filgueiras el tango había quedado en manos de gente que baila en las milongas y eso no ayudó por mucho tiempo a renovar el repertorio, porque la gente siempre quiere bailar lo mismo, con un compás claro. “En este recital de tango no hay ni un bandoneón ni bailarines. No es una declaración, pero sí la muestra de algo distinto y de salir del cliché”.
Filgueiras se inició en coros, con música barroca y renacentista, después incursionó en la bossa nova. Cuando Alastra la invitó a cantar no era tanguera y primero le dijo que no. “Tenía muchos prejuicios con el mundo del tango, y no me veía en los modos de cantarlo. Jorge me dijo que me invitaba porque quería una propuesta distinta. Me mostró su idea de hacer la canción Paso Molino, de Fernando Cabrera. Entonces ahí acepté”.
Desde hace nueve años, Malajunta tiene un repertorio de tango y folclore, y en los últimos tiempos se ha volcado a la “tanguez”, la canción urbana que tuvo auge en los años 80, sobre todo con temas de Jorge Bonaldi y Daniel Amaro.
“Lo importante cuando se canta tango es creer en lo que estás cantando. Es muy fácil darse cuenta cuando un cantante tiene verdad o no. Por eso es difícil elegir repertorio. En Malajunta tiramos temas y yo soy la que tiene la última palabra porque tengo que sentir lo que canto, transmitir algo de verdad. Además me tiene que dar la voz, y la mía es limitada. Le doy mucha importancia a la letra y al decir. Quiero que llegue lo que estoy diciendo. En Baldosa floja, que es una milonga muy conocida, quise detenerme en la frase “igual que baldosa floja salpico si alguien me pone el pie”, porque me parece genial y me gusta que la gente la escuche. Cuando empecé a cantar siempre tenía dos sueños: emocionar y alegrar. En Malajunta hemos logrado ambas cosas. Es lo más grande”.
El sábado 16 abren el recital Alfredo Monetti y Maximiliano Nathan, un dúo instrumental de piano y vibráfono que rescatan milongas. Los seguirá la cantante Natalia Bolani, que incursiona en la canción ciudadana y en las tangueces, acompañada del pianista, compositor y director de orquesta Álvaro Hagopián. La noche la cierra Proyecto Caníbal Troilo.
Para Filgueiras hacer “nuevo tango” no es solo incorporar a las letras palabras como “celular” o “computadora”. Tampoco hacer una remake graciosa de los tangos de los años 30. “Tiene que haber algo más profundo, que vaya a quedar. Por eso hay que componer mucho hasta encontrar lo que va a quedar. Al tango le costó mucho encontrar a Piazzolla, incluso cuando se habla de tango nuevo y sale Piazzolla que ya tiene 50 años, y desde entonces no hay otra pateada de tablero”.
Uno de los nuevos letristas es José Arenas, muy elogiado por músicos y cantantes por su poesía tanguera. Arenas tiene 30 años y desde los 17 compone tangos. Él estará los dos días del recital leyendo sus textos.
Mixtura culta y popular. “Todo bien con Piazzolla, pero nosotros tenemos a Lamarque Pons”, dice Sergio Fernández. Compositor y guitarrista, Fernández tiene una larga trayectoria en la dirección orquestal en Uruguay y en el exterior. Ha escrito música de cámara, coral, sinfónica y para teatro, además de ejercer la docencia en talleres y en la Escuela Universitaria de Música.
En 2017, con Ignacio Correa, Fernández editó el disco Montevideanos, un homenaje a Lamarque Pons. “Tiene un ciclo de siete tangos y siete milongas rioplatenses que son como joyas pianísticas. Como lo adoro, me pareció que se podían llevar a otras instrumentaciones. Las adapté todas y las versioné para dúo de guitarras, pero considerando el universo orquestal de Lamarque. No son transcripciones nota a nota, tienen agregados tímbricos”.
En Zita de tango, ambos guitarristas interpretarán estas versiones que para Fernández tienen una gran “viveza, exquisitez y mucho swing”. Además los músicos harán una versión de La puñalada, entre otras de Fernández. “Lamarque Pons fue un apóstol desprejuiciado de la música, que tuvo que sobrevivir en lo popular y lo académico. Él tenía mucho humor y hay que tocar sus piezas con pujanza, no solo pensando en lo académico”.
Desde hace poco tiempo, tiene un acercamiento diferente al tango: como cantante. A mediados de octubre brindó un recital con tangos de los años 20 y 30, y cantó con el tono y el fraseo de los cantores de aquella época Pato, Callejera o Canchero. “Los elijo por sus contornos melódicos y por el clima que crean, a veces por lo teatral porque me gusta mucho lo histriónico del tango. Trato de que no sean los más misóginos, sobre todo para no meterme en líos, aunque no soy un fundamentalista”, aclara.
Fernández nunca pensó en cantar porque consideraba que era “para otros”, y además tenía prejuicios por ser un académico. Pero siempre cantó en la intimidad, a escondidas. “Toda la vida fui gardeleano, pero escuchaba también a los Beatles. Con 15 años escuchaba Sus ojos se cerraron y me ponía en pose para cantarlo. Hace poco más de un año en un viaje con un cuarteto, en un fogón, chiveando, me di cuenta de que estaba cantando en broma un tango. Y me molestó porque era por inhibición. Pero fue un eslabón necesario. Entonces pensé que tenía que cantar de verdad”.
Aunque este giro hacia el tango más popular llama la atención, él considera que forma parte de su raíz emocional. “Crecí escuchando mucho tango y mis abuelos lo bailaban. También escuchaba murga, candombe, música afro-brasilera junto con música del renacimiento español y otros clásicos, pero sin criterio ninguno, era una mezcla. Mis padres tenían el hambre desordenada de quien no es músico. Eso me dio variedad”.
Esa variedad continuó en su carrera, en la que fue, por ejemplo, arreglador de folclore e hizo giras con músicos como Osiris Rodríguez Castillos o Lágrima Ríos. “Para ordenarme, en algunos años de mi vida me transformé en reaccionario, era la forma de salvaguardar un camino con los conciertos y el repertorio académico. Pero estaba eso otro que en un momento surgió y entonces el compositor se nutrió de lo popular”.
Filgueiras agrega que es de una “fineza extraordinaria” que en Zita de tango haya dos grupos instrumentales y que en un marco popular se introduzca una propuesta con composiciones de Lamarque Pons. “Se escuchará tango, pero sobre todo muy buena música”.