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Un golpe de Estado en Pakistán puede derivar en la III Guerra Mundial. En el holocausto nuclear. En el fin de la especie humana. El asunto se resolverá en una carrera contra el tiempo, en episodios de 30 minutos. Son diez capítulos los que conforman la primera temporada de The Brink, que se emite los domingos a las 23.30 por HBO.
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Como en Dr. Insólito (Stanley Kubrick, 1962), alma máter de la sátira política y el conflicto bélico, en esta ambiciosa producción los elementos están dispuestos para una catástrofe a escala global, solo que previamente fueron procesados por la maquinaria de la comedia. Sucedió antes. Con Trampa 22 (1970), uno de los mejores títulos de Mike Nichols, que ilustraba con humor despiadado lo absurdo de ciertos engranajes del sistema militar, y con MASH (1970), de Robert Altman, que si bien se ambientaba en la guerra de Corea (1950-1953), traslucía con humor, entre el caos y la desesperación, una visión crítica de Vietnam. MASH generó una serie, M*A*S*H, una de las más exitosas y más perdurables de la historia de la TV, con once temporadas al aire, entre 1972 y 1983, y millones de espectadores que la siguieron con fidelidad de fans.
En The Brink, los sucesos que podrían desembocar en hechos atroces son tamizados por un tipo de humor que puede resultar absurdo, inocente, también fácil, chocante o grotesco, dependiendo del caso. En cada episodio se dispara con toda clase de armamento.
Primera aparición del secretario de Estado del gobierno estadounidense, Walter Larson, interpretado por Tim Robbins: desnudo, atado a la cama junto con una exiliada camboyana que intenta satisfacer una de sus fantasías eróticas. La acción es presentada en su veta incómodamente cómica, vista ya en varias oportunidades en series y películas. Larson, alcohólico empedernido, mujeriego, asegura que ama a su esposa (Carla Gugino) aunque no puede dejar de serle infiel; también ama a su patria, y es el único ser, entre los asesores del presidente Julian Navarro (Esai Morales), que prefiere dialogar antes de lanzar misiles.
Jack Black, que lleva adelante la segunda senda del relato, es Alex Talbot, un empleado de la embajada de Estados Unidos en Pakistán a quien el embajador, desde hace rato ya, quiere despedir. Talbot tiene ambiciones de ascenso. La misma noche en la que sale a buscar marihuana en el mercado negro de Islamabad, el general Umair Zaman (Iqbal Theba), resentido tras perder las elecciones, da un golpe de Estado. La revuelta dividirá al país, y Zaman, entre discursos y medidas delirantes, amenaza al mundo con la ostentación de sus armas nucleares.
La tercera línea argumental de esta sátira que evoluciona, por acumulación, hacia el disparate, sigue a Zeke Tilson (Pablo Schreiber), piloto de la Fuerza Aérea. El hombre trafica medicamentos en el universo cerrado y flotante de un portaaviones en alta mar. Gracias a esto prácticamente es el responsable de mantener en estado de alerta, bien despierta, a la tripulación.
Aunque las diferencias son geológicas, The Brink fue creada siguiendo la huella de la película de Kubrick. Así lo admiten los creadores, los hermanos Benabib, Roberto y Kim. Roberto fue guionista de Weeds y Ally McBeal, mientras Kim, que viene desarrollando una carrera como novelista, incursiona por primera vez en la televisión. Robbins y Black, además de actuar, también son productores. Robbins incluso dirigió uno de los capítulos. En casi todo el resto de las entregas la dirección corrió por cuenta de Jay Roach, realizador más o menos competente para las situaciones de humor incómodo. Ha dirigido, entre otras, La familia de mi novia y Austin Powers. Aquí logra condensar una narración que fluye a lo largo de estos tres carriles, con sus protagonistas a punto de cruzarse, con acciones que acontecen de un lado a otro del planeta, en Washington, Islamabad, Bagdad, Nueva Delhi, Tel Aviv, y que suceden a toda velocidad. Con Larson subiendo y bajando del avión provisto de una bolsa urinaria tras una operación de emergencia en los riñones, seguido por su secretaria todoterreno, Kendra (Maribeth Monroe), papel no apto para feministas. Con Talbot enviando información sobre el dictador a la CIA, vía fax, dejando una dedicatoria con un corazón atravesado por una flecha. Con la esposa del secretario de Estado recibiendo a su joven amante, cuyo miembro viril tiene la extensión del brazo de un niño. Con Talbot siendo torturado por terroristas islámicos para que confiese que es miembro de la CIA.
Sin alcanzar los momentos de humor border como Borat o El Dictador, y afortunadamente sin caer en el humor pre Simpson que todavía se cultiva en algunas producciones, The Brink no sobresale por su brillantez ni por la agudeza con la que se detiene a observar Medio Oriente y la política exterior de Estados Unidos, algo de lo que se encargan programas como The Daily Show. La serie se propone sacar chispas y chistes con algunos de esos elementos. Y a veces lo hace de manera inocente. Aunque sus referentes obvios sean Dr. Insólito y M*A*S*H, en el tono y en el ritmo, el resultado se ubica más cerca de La entrevista, la comedia en la que James Franco y Seth Rogen viajan a Corea del Norte para concretar una exclusiva con el dictador Kim Jong-Un.
Fluye con generosidad entre escenas armadas para reírse de la ignorancia del estadounidense promedio respecto a todo aquello que esté por fuera de sus límites geográficos, broma que se ha visto y explotado en otras producciones en las que el cinismo se ostenta como virtud (sin ir muy lejos: Team America: La policía del mundo, de Matt Stone y Trey Parker). También apunta al otro bando, porque los dictadores siempre terminan siendo patéticos. En el delirante y paranoico argumento de Zaman, diagnosticado con esquizofrenia, hay resonancias sexuales, y es un saludo al personaje de Sterling Hayden en Dr. Insólito y su hipótesis de la relación directa entre la fluorización del agua y la disminución de su potencia viril: en el caso del dictador pakistaní, la acusación es hacia Israel y sus drones, que estarían afectando la capacidad de reproducción de las mujeres de su país.
Capítulo a capítulo se agregan capas, detalles y bocadillos. La forma en la que se introduce Talbot en la familia de Rafiq (el comediante indio Aasif Mandvi, corresponsal de The Daily Show), el chofer de la embajada, que lo detesta en secreto, es un sketch sobre los prejuicios y los problemas de comunicación; además de una muestra de lo bajo que es capaz de llegar este hombre con tal de llegar alto. Black se mueve con comodidad con un traje a su medida; se nota que la pasa fenomenal.
El personaje de Black y el de Robbins son bastante similares. Ambos adoran el sexo, el poder y las sustancias estimulantes. Sus vidas prácticamente dependen de esos pilares. El funcionario de Robbins no encuentra mayores dificultades para obtener compañeras con las que satisfacer sus apetencias, disfruta del poder político y consume alcohol en cantidades criminales. Talbot, en tanto, apenas alcanza a disfrazar su desesperación por compartir las sábanas con una mujer, se muere por ascender en la diplomacia y recurre a la marihuana porque cree que de ese modo logrará conseguir chicas. Ambos son caricaturescamente misóginos. En el medio, Tilson, que trata de bajar tensiones y suele subirse al avión encajado con alprazolam. Y un día, junto a su compañero Glenn Taylor (Eric Ladin), pilotea consumiendo la medicación equivocada. El destino del mundo está en manos de estos caballeros.
The Brink. Con Tim Robbins, Jack Black, Pablo Schreiber, Aasif Mandvi, Maribeth Monroe, Eric Ladin, Esai Morales, Iqbal Theba. Se emite los domingos a las 23.30 por HBO.