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    Si no aumentan recursos, inversión privada y descentralización, el sistema científico se puede “desmontar”, opinan referentes

    La pandemia permitió agilizar la investigación y el desarrollo tecnológico en Uruguay, pero hace falta conquistar a las empresas como “socios” y conseguir mayor presupuesto

    Los científicos son los protagonistas de la pandemia. Junto al personal médico, cumplen un rol principal y activo en la lucha contra el Covid-19. En conferencias, publicaciones y premios se ha reconocido la labor del sistema de ciencia, tecnología e innovación, que hoy es responsable de investigar las características del virus y elaborar y testear las vacunas que inmunizarán a la población.

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    La realidad en Uruguay no es distinta. Si bien los laboratorios no trabajan en el desarrollo de una vacuna, los institutos y las universidades que se dedican a la investigación científica juntaron esfuerzos para equipar al sistema ante las nuevas necesidades. Se diseñaron test de diagnóstico PCR, reconstruyeron varios respiradores (que se utilizan en pacientes en CTI) y trabajaron en procesos como la extracción de plasma de pacientes recuperados para tratar la enfermedad.

    “Quedó en evidencia la importancia de apoyarse en la ciencia, lo que ofreció un sostén especializado y aportó conceptos necesarios para la toma de decisiones”, dijo Pablo Zunino, presidente del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, a Búsqueda.

    “Se generó un círculo virtuoso que en Uruguay y en América Latina no se suele dar que es la ciencia de calidad, el desarrollo tecnológico, el involucramiento de privados y el Estado en la misma sintonía. Eso ayudó a fortalecer el vínculo y esa dinámica”, agregó Miguel Sierra, gerente general de Innovación del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y presidente de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt).

    Sin embargo, el país está en “desventaja” con la región por la forma en que se distribuyen los recursos y el “lento” desarrollo del sistema, aseguran expertos. Lo que ocurrió en la pandemia, sostienen, fue una excepción donde primó la urgencia, la cooperación y la rapidez. “Es que la velocidad a la que avanzamos nosotros no es a la que avanzan los otros. Es más lenta y hay que trabajar para cuidar el sistema”, agregó Juan Cristina, prorrector de Enseñanza de la Universidad de la República (Udelar) y responsable del Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias.

    En Uruguay, el presupuesto destinado a la investigación se ubica en torno al 0,4 % del PBI, mientras que la cifra llega a 0,7% en otros países de América Latina. “Hay un desbalance importante donde la inversión llega del sector público y aparece fundamentalmente en la educación superior. Eso nos genera dificultades en el sistema”, señaló Sierra.

    “Esta inversión es un problema que se junta con la centralización. Hay un 80% del conocimiento genuino que se produce en la Universidad de la República y hacen falta más científicos en otras instituciones”, añadió Cristina.

    Los referentes del sistema científico consultados por Búsqueda consideran que la formación de investigadores preparados para competir y brindar soluciones tanto médicas como químicas y de otras ciencias no es sencilla. “Sale más caro lo que se gasta en formar a los científicos que en los aparatos”, opinó Cristina. Pero es “muy fácil” perderlos si hay pocos recursos. “El sistema científico es muy difícil de construir y muy fácil de desmontar”, agregó.

    “Parece necesario preservar y potenciar los recursos en los que se basa el trabajo científico, en particular en los grupos de trabajo que cuesta décadas construir, pero que pueden ser seriamente afectados si no se proveen las condiciones mínimas para su mantenimiento y retención”, acotó Zunino.

    Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda

    Política de Estado

    Cuando el gobierno decretó la emergencia sanitaria en marzo de 2020, los investigadores hicieron esfuerzos en conjunto para enfrentar la crisis. Hubo conversaciones directas, coordinadas por el Institut Pasteur, entre el ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, y directores de facultades, institutos públicos y laboratorios privados. “El caso más paradigmático apareció con los test de diagnóstico donde trabajó el Pasteur, la Udelar y el laboratorio AtGen. Sin cualquiera de esos tres actores no se podrían hacer los test y eso sirvió como ejemplo para seguir después de la pandemia”, opinó Flavio Caiafa, director de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).

    En este sentido, dijo Cristina, Uruguay tiene un equipo de investigadores preparados que ayudaron a que las autoridades no hayan tenido que comprar materiales en el exterior. “Eso mostró que hay que invertir y no pensar que se trae de otro lado. En las crisis no hay dónde comprar y se tiene o no se tiene”, señaló.

    Los expertos concuerdan en que hay que buscar fondos de financiamiento para no “debilitar” el sistema. Por eso, la ANII quiere estimular la inversión de empresas, que históricamente han tenido una baja participación en la ciencia.

    Un ejemplo concreto es la designación de la agencia como la encargada de otorgar un beneficio fiscal a los negocios que desarrollen actividades de innovación y desarrollo. Para el 2020 se dispuso de un presupuesto de $132 millones y la mayor parte de los usufructuarios fueron farmacéuticos, que no tienen beneficios fiscales como las empresas de software o biotech. “Es interesante ver cómo se desarrollan estos proyectos. Nosotros estamos buscando inversiones genuinas, es decir, fuera del presupuesto asignado. Es una estrategia que no se usaba en la ANII pero que nos parece importante”, dijo Caiafa. “Es que los tomadores de decisión viven en un mundo real donde no hay plata para todo. Hay un tema de asociación de recursos que no son infinitos. Tenemos que buscar nosotros mismos cómo atraer inversores”, agregó.

    Por su parte, el prorrector de Enseñanza de la Udelar opinó que hace falta una política de Estado que deje claro cómo se define al sistema. Es necesario que se establezcan roles, se desglose el organigrama y se descentralice la labor de los investigadores de la docencia y los laboratorios universitarios. “En esta situación de pandemia pudimos trabajar, pero es necesario tener una política de Estado que trascienda el período de gobierno. Nos hace falta llegar a ese sistema global y claro sobre quién hace qué, cómo nos unimos y cómo se establecen las prioridades”, señaló Cristina.

    En esta línea, el presidente de la Conicyt aseguró que en 2021 se discutirá el plan estratégico nacional de ciencia, tecnología e innovación con el desafío de analizar cómo se puede mejorar la diagramación y atraer al sector privado. “Hay que pensarlo de forma integral. El sector privado va a incorporar más inversión si le genera una oportunidad de mercado o mejora la eficiencia de un proyecto o reduce costos”, señaló Sierra.

    Para eso, dijo, las empresas tienen que entender que los investigadores son “socios” en la solución de problemas. “Ese concepto de que la ciencia trae cosas muy abstractas y que no respeta los tiempos de la industria y la política quedó lejos. La pandemia mostró que se puede hacer”, añadió el investigador, quien con un equipo del INIA empezó a analizar cómo se pueden anticipar y preparar al instituto para una futura pandemia. “Sabemos que van a venir otras y tenemos que ver como una sola salud a la nuestra, la ambiental y la animal. Tenemos que fortalecer el sistema y ser sólidos para actuar”.