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    Silvia Nane: la LUC no está “escrita en piedra” y si el Frente Amplio gana deberá revertir artículos

    La senadora frenteamplista, cercana a la precandidata Carolina Cosse, cuestiona al gobierno por estar apoyado solo en una “narrativa”, sin planes ni logros concretos, y afirma que Lacalle Pou y Heber “cruzaron” una frontera entre “lo personal y la representatividad institucional” al defender a Penadés

    Pese a ser una outsider del mundo político hasta hace pocos años, desde que asumió su banca en el Senado en 2020 Silvia Nane no ha pasado desapercibida en el Palacio Legislativo. Suplente de Carolina Cosse, es la senadora más cercana a la intendenta de Montevideo y no se ahorra elogios sobre sus cualidades. La senadora, que proviene del área de las tecnologías de la comunicación, dice que el Frente Amplio (FA) tiene la “oportunidad inigualable” de “hacer historia” y poner a “la primera mujer presidenta” del Uruguay. Cuestiona los “sesgos” que observa en los análisis sobre las condiciones de Cosse como eventual candidata a la presidencia por el Frente Amplio y resta importancia a la diferencia que marcan las encuestas en favor de Yamandú Orsi.

    Asegura que, de ganar la elección nacional, el FA deberá hacer una suerte de reconstrucción del país porque el actual gobierno desmanteló programas, afectó derechos y actuó a “ensayo y error” en temas clave como la seguridad. Se trata de un gobierno basado en una “narrativa” sin logros concretos que la sostengan, afirma. Critica la Ley de Urgente Consideración (LUC) y dice que, pese a que algunos artículos fueron ratificados por la ciudadanía en un referéndum, deben ser revisados con base en “evidencia”. Reprueba con dureza las actuaciones del presidente Luis Lacalle Pou y del exministro del Interior Luis Alberto Heber cuando inicialmente respaldaron al senador Gustavo Penadés, formalizado por explotación sexual de menores, y desestimaron la versión de las víctimas: “¿A cuántos más Penadés se les dio ese ejemplo?”.

    Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda.

    —¿Cómo empezó su vínculo con Cosse y por qué decidió militar junto a ella?

    —Estuve en la Directiva de la Cámara Uruguaya de Telecomunicaciones durante tres períodos y coincidí con Carolina cuando era presidenta de Antel y después cuando fue ministra de Industria. Viajamos juntas en una misión al exterior y después nos volvimos a ver cuando largamos el plan Jacarandá para llevar las TIC al interior. Y pegamos onda. Cuando se empezó a conversar sobre cómo se iban a armar los equipos de campaña, dije que si militaba era para Carolina, y nos empezamos a organizar.

    —¿Por qué Cosse? ¿Cuáles son los rasgos que destaca?

    —Es una tipa superejecutiva, que tiene la visión del producto final y las condiciones para gestionar el proceso. Con habilidades blandas como el saber escuchar, definir los roles, la participación. El ejemplo más claro de eso es el Plan ABC de la Intendencia de Montevideo. No era solo un programa de gobierno con objetivos de gestión, tenía un análisis exhaustivo de la realidad, que hubo que rehacer debido a la pandemia. Fuimos la única candidatura que logró ver eso y sobre la marcha armamos un plan que respondiera a la realidad y no solo a los deseos de una gestión sobre un abstracto. Ni siquiera el gobierno nacional logró hacer eso. Antel es otro ejemplo. En los (años) 90 era una empresa fundida, que solo se dedicaba a la telefonía. Carolina tuvo la visión de ver en las telecomunicaciones no solo gente que hablaba por teléfono, y empezó con Vera TV en el tema de los contenidos; hoy la telefonía celular factura tres veces más por contenidos que por las apps.

    —En la discusión sobre el programa de gobierno del FA, están quienes priorizan enfocarse en restaurar lo que el gobierno “desmanteló” y quienes quieren apostar a algo nuevo, avanzar. ¿Dónde tiene que estar el foco?

    —Son dos tareas en paralelo. Hay que recuperar cosas que con este gobierno se perdieron o retrocedieron, como el Sistema Nacional Integrado de Salud, el Sistema de Cuidados, las políticas de infancia y adolescencia. Hay que repensar, en un mundo donde el narco avanzó un montón, cómo nos vamos a parar para prevenir, para reprimir y para reconstruir todas las cosas que la injerencia del narco afectó. Hay que reconstruir porque tuviste decisiones políticas que afectaron el ejercicio de derechos, como el derecho al trabajo, a la salud, a una vida libre de violencia. Ahora, también es necesario avanzar en profundizar cosas que no se pudieron hacer en los 15 años de gobierno del Frente Amplio. Tenés el avance de la inteligencia artificial y su impacto en el mercado laboral, los cambios en el uso de la energía, la geopolítica de la región. Hay que poder hacer algo para que Uruguay deje de crecer tan poco. Es reconstruir y avanzar, y hay que hacerlo al mismo tiempo. Y Carolina tiene la capacidad necesaria para dirigir esos avances en paralelo.

    —En un eventual gobierno del FA, ¿qué habría que hacer con los artículos de la LUC que se impugnaron, como el aumento del tope para las transferencias en efectivo o las penas contra el microtráfico? ¿Se va a proponer derogarlos o entienden que ya quedaron legitimados por la ciudadanía en el referéndum?

    —Las leyes no son verdades escritas en piedra. Deberían poder adaptarse a las diferentes situaciones. Lo que hay que hacer es basarse en la evidencia. Si vamos a las discusiones que se dieron durante el tratamiento de la LUC, hubo expertos que dijeron que si se amplían a 100.000 dólares las transacciones en efectivo, estás abriendo una brecha por la cual se te pueden colar un montón de actividades de lavado. Si se tomó la decisión sabiendo que ese riesgo estaba, lo mínimo era tener un plan para mitigarlo, cosa que no pasó. Con la cantidad de droga que el ministerio dice que incauta, los cargamentos de Bélgica, Alemania…, ¿tenés seis o siete actividades sospechosas analizadas? Si ves que hay una realidad que está superando el marco legal que propusiste…

    —¿Se los puede volver a discutir, aunque hayan sido ratificados?

    —La ratificación ciudadana está muy bien en un contexto de la realidad, pero lo que no podemos decir es que porque ratificó una cosa en un contexto en otro contexto la respuesta de la ciudadanía sería la misma. Se pueden dar discusiones y, si uno hace algo que no da resultado, puede decir: “Hagamos un diálogo y probemos otra cosa”. Pasa que el diálogo tiene que ser habilitado y este gobierno no ha sido un gobierno dialoguista, ni con el FA ni con la sociedad civil o la academia. Todo lo contrario. Cuando las discusiones son escasas y dirigidas por lobbies y no por evidencia y los análisis de riesgo y de impacto no se hacen, no tenés elementos de gestión para saber si le erraste o no. ¿Qué discusión hubo en la LUC? Tuvimos al Instituto de Derecho Penal diciendo que el agravante de la pena de microtráfico lo único que iba a hacer era encerrar más mujeres y hoy ves que se multiplica la población de mujeres con gurises en las cárceles, y todavía no fueron para atrás. Cuando además no hay ningún indicio de que los delitos hayan disminuido por meter mujeres presas.

    —¿Cómo se harían esos cambios a la LUC? ¿Se envía al Parlamento otra “ley ómnibus” para dar vuelta todo o se hacen varios proyectos de ley?

    —Lo primero es ver en qué situación estamos. Debería poder ver cómo se gestionó el presupuesto. Hoy no lo podemos ver porque, cuando mirás las rendiciones de cuentas con los objetivos de gestión y cómo se gestionan y miden esos objetivos, no hay absolutamente nada, son incomprensibles. El Mides (Ministerio de Desarrollo Social) vino con los objetivos de gestión copiados del 2019, en plena pandemia. No habían cambiado un solo objetivo de gestión. Cuando uno gestiona equipos, políticas públicas, tiene que poder evaluarlas. No puede ser lo mismo si cumplí o no cumplí.

    —Volviendo a la pregunta, ¿cómo se concretarían esos cambios?

    —No soy partidaria de leyes ómnibus. No lo fui con la LUC, no tengo por qué ser partidaria ahora. Hay cosas que hay que replantear, pero en función de un análisis de cómo estamos.

    —Enumeró varias cosas en las que entiende que el gobierno falló… ¿Hay algún área en la que cree que acertó?

    —Me resulta muy difícil la respuesta. Creo que no hay elementos para evaluar eso. No los tiene el gobierno y mucho menos la oposición, porque no ha habido transparencia. Hemos venido en una cosa absolutamente narrativa y discursiva. Estuvieron 15 años criticando las políticas de seguridad, y cuando tomaron el Ejecutivo lo único que hicieron fueron errores gravísimos de diagnóstico, como pensar que había una Policía frenteamplista. Descabezaron un montón de conocimiento y después tuvieron que volver a descabezar la Policía por los escándalos de corrupción de (el jefe de la custodia presidencial Alejandro) Astesiano. ¿Cómo puede ser que ataques las políticas de seguridad de una forma tan furibunda y cuando venís no tenés una política? Ha sido a ensayo y error. Y tenés un ministro que después de haber descabezado la Policía dice “no nos perdonan el éxito”. Están en una cosa tan de relato que es imposible evaluar si dentro de todo eso hubo algo que servía.

    —Casos de corrupción como el de Astesiano o la entrega del pasaporte al narco Sebastián Marset casi no han afectado la popularidad del presidente Lacalle Pou, ¿cómo se lo explica?

    —No tengo explicación. No es lo que veo en la calle, pero es lo que las encuestas muestran, ¿no? Pero, más allá de eso, lo que sí es muy preocupante son las cosas que esas situaciones han ido mostrando. De “la positiva” les quedó poco, porque cada cosa que le pasó era culpa del Frente Amplio; “nos vamos a hacer cargo”, pero de Astesiano no sabían nada. Lacalle Pou dijo “no le voy confiar mi familia a alguien que pudiese sospechar que tuviese una actitud delictiva”, pero Astesiano tenía un legajo enorme y recibía gente para arreglar licitaciones en el cuarto piso de la Torre (Ejecutiva). De Penadés tampoco sabían nada, todos se sintieron traicionados. Cuando pasa lo de Marset viene (Francisco) Bustillo y dice “yo no sabía quién era, pensé que era un jugador de fútbol”, mientras le decía a (Carolina) Ache que perdiera el celular. El asesor de máxima confianza del presidente destruye una protocolización hecha por un escribano, termina renunciando junto con ministros y viceministros, ¿y el presidente no sabía nada?

    —¿En el caso de Penadés dice que no es posible creer que no supieran nada?

    —Lamentablemente los delitos de violencia y abuso contra niños, niñas y adolescentes son mucho más comunes de lo que sale a la luz pública. El caso de Penadés fue supernotorio porque era Penadés. Pero, si ves que se reportaron 7.537 casos de violencia y abuso en 2022, te da que hay unos 20 Penadés por día. Y no hay 20 procesamientos por día. Es un delito que típicamente sucede en el oscurantismo, en ámbitos donde el poder tapa. ¿Si me llama la atención que no supieran?, no. Lo que sí me llama mucho la atención es que en un caso tan grave uno no tenga el instinto de ponerse del lado de las víctimas. Sobre todo cuando hay responsabilidades públicas, de simbología. Si mirás las asimetrías de poder que fue mostrando el “caso Penadés”, son evidentes: Romina Celeste en un canal de YouTube haciendo una denuncia y al otro día un senador de la República, líder de bancada y referente, respondiendo desde la sala de prensa del Poder Legislativo, con el presidente de la Cámara de Representantes y el ministro del Interior atrás, y todo el apoyo del Partido Nacional. Cuando quien debía dirigir la investigación dice “yo le creo a él y esta otra persona lo está calumniando”, no solo toma una decisión de apoyo anticipado sino que además acusa a la otra parte. Y a los días sale el presidente de la República a decir “yo le creo a mi amigo”. Tanto permea ese discurso que la Fiscalía dijo que hubo una víctima que fue a denunciar a una comisaría y no le tomaron la denuncia, y pidió que fueran a denunciar a Fiscalía porque no había seguridad en las comisarías. ¿A qué voy? Podrían no haber sabido nada, pero podían no haber salido a apoyarlo. Cuando habla el presidente de la República, es de todas y de todos, no Luis Lacalle Pou amigo de Gustavo Penadés. Es la cabeza del Poder Ejecutivo, que es la cabeza del Estado. Esa fusión entre lo personal y la representatividad institucional es una línea que no se puede cruzar. Y cuando se cruza genera un impacto que no lo vamos a ver. Es inmedible. De esa denuncia en la comisaría, nos dimos cuenta. ¿Pero cuántos más hay? No sabemos. ¿A cuántos más Penadés se les dio ese ejemplo? Esa falta de responsabilidad es gravísima. Genera más ocultamiento, más miedo, y más descreimiento hacia las víctimas.

    —¿Cuáles son las propuestas de seguridad del equipo de Cosse? ¿Respaldan la postura del precandidato Mario Bergara sobre buscar una política de Estado?

    —Eso es parte de las bases programáticas. Capaz que hay diálogos que hay que terminar de resolver en la interna del Frente Amplio y luego empezar a plantearlos. Nosotros nunca vamos a estar en desacuerdo en dialogar, y sobre todo en esto, que definitivamente tiene que ser una política de Estado. Vamos a estar trabajando en afinar propuestas. Ya tenemos algunas encaminadas. Hay cinco o seis aspectos cruciales que tienen que ver con el tema de vivienda, acceso a la salud, infancia y adolescencia, generación de empleo y alcanzar mayores índices de desarrollo. Estamos tratando de territorializar cada uno de estos ítems. No te podés quedar solo con la propuesta de seguridad, de vivienda o de empleo, porque la vida de la gente es una sola.

    —En el marco de la polémica por los festejos de los 300 años de Montevideo, el senador Jorge Gandini acusó a Cosse de ser la “Cristina uruguaya”. No es la primera vez que la comparan con ella. ¿Qué interpretación hace de eso?

    —Es una forma más de criticar a Carolina; son bastante creativos en eso. Cuando uno no compara en términos de una gestión sino de aspectos personales con una connotación negativa, no merece ni el más mínimo comentario. No es la forma de hacer política.

    —¿Ve un sesgo de género en la crítica? ¿A Cosse le juega en contra ser mujer?

    —Carolina no puede dejar de ser mujer para que la gente no la critique por eso. Milei dijo el otro día que el feminismo era una especie de peste mundial. Lamentablemente el tema del género tiene connotaciones negativas, no logro entender por qué. Nadie les ha preguntado a los presidentes varones que hubo si estaba bien que hubiese un varón presidente. Y ahora resulta que la pregunta es si está bien tener una mujer presidenta. Y sí, está bien. El Frente Amplio tiene una oportunidad inigualable para hacer historia y poner a la primera mujer presidenta de la República. Hoy coincide un hito histórico, que hasta el momento no se ha dado, con una persona que tiene todas las condiciones para hacerlo. Y me parece que el Frente Amplio tiene que aprovechar esa oportunidad. Tiene que ser un activo en la historia de una fuerza política que ha construido historia y lo ha hecho para mejorar las condiciones de la sociedad.

    —¿Cree que Cosse puede descontar la diferencia que hoy muestran las encuestas respecto a Orsi en la interna?

    —Cuando empezamos la campaña para la intendencia todas las encuestas daban diferencias importantes y se descontaron en la campaña. Estamos compitiendo en esta elección interna para ganar.

    —¿Cosse tiene una estrategia más confrontativa con el gobierno que Orsi?

    —No sé si es una estrategia o una cuestión comunicacional, cuando uno responde lo que le preguntan hay diferentes formas de expresarse. Carolina no dice si no tiene sustento. Y las cosas que se han confrontado con este gobierno han sido las que ha confrontado todo el FA. Durante la LUC, la discusión de la seguridad social, cuando el gobierno se retiraba del territorio; confrontamos cuando hubo que confrontar y colaboramos cuando hubo que colaborar, como durante la vacunación contra el Covid-19 o con los problemas en el abastecimiento de agua potable. Confrontar es parte de la tarea política.

    —Algunos analistas y políticos hacen la lectura de que debido a su perfil más confrontativo tendría menos chances de ganar si fuera la candidata, porque Orsi atraería más a los votantes de centro. ¿Qué piensa de ese análisis?

    —Es un análisis como cualquier otro. Hubo quienes dijeron que Carolina había demorado la aceptación de su candidatura cuando otro análisis podría haber sido que hubo gente que se anticipó. Pero no, la connotación negativa es que Carolina se demoró a propósito. Volvemos a hablar de los sesgos.

    —¿Cómo ve que el FA tenga la última palabra en la elección de la fórmula? ¿Hubo lecciones aprendidas tras las elecciones pasadas, cuando Daniel Martínez decidió optar por alguien que no había competido en la interna?

    —Me parece bien que el partido decida. Y lecciones aprendidas siempre tiene que haber.

    —¿Ve en Cosse perfil para la vicepresidencia? O, dadas las cualidades ejecutivas que destaca, ¿sería mejor que busque volver a la intendencia?

    —Nosotros estamos trabajando para que Carolina sea la candidata a presidenta. Si hay que evaluar otro escenario, se evaluará. Y como dijeron, lo va a definir el Frente Amplio. A veces cuesta un poco entender que el proyecto es el proyecto del Frente Amplio. No hay que apurarse. El que se precipita, se precipita.

    —¿Le gustaría seguir en el Parlamento en el próximo período o tener un cargo ejecutivo si el FA gana?

    —Voy a estar donde pueda ser útil. Estoy en un puesto legislativo por un compromiso político que tiene objetivos que trascienden mis objetivos personales. Mi cambio de vida fue bastante brusco, trato de hacer esta tarea con la mayor dignidad posible. Si me toca hacer otra cosa, mañana haré lo mismo. Hay una sola manera de trabajar: trabajar bien.

    Información Nacional
    2024-01-25T00:54:00