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La Licenciatura en Ciencias de la Atmósfera, que comenzó a impartirse en 2007, es una carrera relativamente nueva que comparten la Facultad de Ciencias (Instituto de Física) y la Facultad de Ingeniería (Instituto de Mecánica de Fluidos e Ingeniería Ambiental) de la Universidad de la Repúblical (Udelar). Sus egresados son; sin embargo, rápidamente integrados al mercado laboral, donde la demanda supera a la oferta de profesionales.
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“Hasta ahora, entre todos los egresados, hay desocupación cero. De hecho, no se han podido cubrir algunos llamados recientes porque están todos trabajando. Se necesitan más meteorólogos”, dijo a Búsqueda, Madeleine Renom, directora de la carrera. En un país como Uruguay –explicó– donde la economía depende en un 70% del clima, contar con profesionales capacitados para entender los factores físicos que determinan los fenómenos meteorológicos se vuelve crucial. La expresidenta del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet), contó que ante este escenario la Udelar pretende “captar nuevos estudiantes y despertar mayor interés” en una carrera fundamental para diferentes sectores y que cobra cada vez mayor relevancia internacional.
La formación de un meteorólogo –como se les denomina a los egresados– tiene una fuerte base física y matemática, que le permite comprender la dinámica de la atmósfera y las escalas temporales, así como atender problemas en meteorología sinóptica, predecir el tiempo, estudiar la climatología y la variabilidad climática, explicó Renom.
Por su parte, el docente grado 5 y jefe del Departamento de Ciencias de la Atmósfera y Física de los Océanos, Marcelo Barreiro, dijo a Búsqueda que a veces “no está tan claro que ciencias de la atmósfera ya incluye entre su abanico de conocimientos a la meteorología”.
“Antes la meteorología se asociaba con la predicción del tiempo. Pero ciencias de la atmósfera es mucho más amplio e incluye ahora también a la parte climática. Hoy se piensa la atmósfera como un componente dentro del sistema climático que interactúa con los océanos, con la tierra, con la vegetación, con los hielos. Ya no se habla de meteorología sino de ciencias de la atmósfera como un paraguas más amplio”, señaló.
Los estudiantes de la licenciatura también adquieren conocimientos en el área de la computación científica para trabajar, por ejemplo, con Data Science. Para “entender la atmósfera” se la debe observar, analizar y predecir, agregó Barreiro, por lo que a lo largo de los cuatro años de estudio los profesionales aprenden métodos numéricos para la predicción, así como análisis estadísticos de datos.
“Se aprende mucho sobre metodologías, que luego se pueden aplicar en cualquier ámbito, desde la atmósfera hasta la economía. Por eso algunos egresados han decidido aplicar estos conocimientos para trabajar en empresas privadas que se dedican al análisis de datos de cualquier tipo”, dijo Barreiro.
Se trata, además, de una profesión que interactúa permanentemente con otras disciplinas, como la oceanografía, la biología y la geología. También con la economía y la sociología. Para Barreiro en la actualidad hay “datos meteorológicos por todos lados” dentro de una sociedad y el meteorólogo tiene un gran know how para aplicarlos en diferentes actividades y sectores.
“Las energías renovables como viento, energía hidráulica o solar tienen un componente meteorológico y se necesita de un meteorólogo para poder analizar y predecir un comportamiento”, dijo. El sector agrícola e incluso los bancos de seguros necesitan también de estos profesionales para desarrollar sus actividades, señaló, por lo que ya han comenzado a incorporar egresados de la licenciatura a sus plantillas. En muchos países se habla incluso hasta de una “meteorología forense”, utilizada para determinar las condiciones climáticas durante un crimen o accidente, comentó.
“Hay un campo muy amplio, porque nuestra sociedad depende mucho del clima. En Uruguay es difícil encontrar un sector en el cual la meteorología no tenga un rol importante en la toma de decisiones”, dijo Barreiro en relación al potencial uso en aplicaciones económicas, productivas y de políticas públicas.
Captación
Entre 20 y 30 estudiantes se matriculan cada año en la licenciatura de Ciencias de la Atmósfera. El promedio de egreso, en contraste, es de un profesional al año. Hoy solo existen unos 15 licenciados de la carrera, a los que se suman profesionales de otras áreas que eligen acercarse a la meteorología para realizar sus estudios de posgrado.
La mayoría de los profesionales de la meteorología trabajan en instituciones del Estado, en las que la demanda aumenta y donde los sectores desde los que surge la necesidad se han diversificado. En el sector privado todavía hay camino por recorrer en la oferta y en la demanda, coincidieron los expertos.
Para Barreiro este es “un problema de Uruguay” que todavía no impulsó la incorporación de científicos en las plantillas de las empresas privadas. “En otros países es algo habitual, hay empresas privadas que se dedican a predecir el tiempo, al agro, a la ingeniería ambiental”, explicó.
Explicó que, a nivel local, en cambio, hay poca oferta de meteorólogos disponible porque ya están todos trabajando y, además, falta una conciencia de que los científicos son necesarios en empresas privadas para el desarrollo de I+D”. En el mundo es común que haya apps y canales de televisión privados dedicados específicamente al pronóstico del clima.
“Todavía estamos muy lejos. No es que no haya ámbitos de trabajo, simplemente se van desarrollando a medida que van surgiendo los profesionales y se va formando esa masa crítica de meteorólogos”, opinó.
Consultada respecto a otras formaciones similares en Uruguay, Renom dijo que también existe un curso terciario no universitario que el Inumet inició el año pasado en la UTU. Explicó que desde la Udelar intentaron acercarse al directorio de la institución para trabajar en conjunto, ya que ellos buscaban generar un título intermedio dentro de la carrera, pero no tuvieron mucha recepción. “Entendíamos que al ser tan pocos estudiantes, no tenía sentido”, explicó la directora.
También existe un curso de observador meteorológico de un año de duración en Inumet y un curso privado en el Colegio Pío, que pretenden que se reglamente de alguna forma para que las diferentes opciones puedan contar con un aval educativo.
