Impresionantes, no hay otro término. Así son todos los cuentos de la escritora irlandesa Claire Keegan reunidos en este volumen, que fue elegido por Los Angeles Time como el mejor libro del año.
, regenerado3Impresionantes, no hay otro término. Así son todos los cuentos de la escritora irlandesa Claire Keegan reunidos en este volumen, que fue elegido por Los Angeles Time como el mejor libro del año.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLas protagonistas son básicamente mujeres que desean cambiar su rutina y arriesgar un encuentro amoroso furtivo, aunque las consecuencias sean impensadas; que tienen que soportar primero a un padre tiránico y luego a una hermana egoísta; que intentan formar una familia y para ello deben enfrentar un pasado y, lo que es peor, a una legión de cucarachas; que crecen en una granja rodeadas por la naturaleza y asfixiadas por una madre loca; que son cajeras de supermercado y cantan; que sueñan con lo que inexorablemente ocurrirá; que viven solas y esperan.
Quince relatos impecables, centelleantes, con frases tan afiladas que cortan. Keegan (County Wicklow, Irlanda, 1968) escribe como si encapsulara las oraciones, como si le doliera la claridad de lo que siente, piensa y expone. A veces, hay cielos “azul policía”. A veces, las heladeras son desoladas: “Dos huevos, un tubo de margarina, una lechuga pasada, la luz brillante que muestra el vacío”. A veces, la promesa de un amor se plasmará en un motel barato “en el que la mitad de las letras del cartel ya no se encienden”. A veces, el aire es tan frío que parece “nuevo”.
Los cuentos de Keegan tienen como mucho diez, doce páginas. Pero no se engañen. Es necesario detenerse y releer, degustar esas palabras tan precisas que aciertan como dianas en el blanco, que no necesitan extensión para hablar del afecto, del amor y de la soledad. Frases cortas que se abren hacia amplios sentidos.
Los cuentos de Keegan tienen un tono engañosamente frágil. En un principio parecen transitar una superficie delicadamente bordada, o no decir demasiado, pero de pronto te sorprenden con una resonancia imprevista, con una herida abierta, con un túnel largo, denso. Tienen algo de Raymond Carver, pero son todavía más arriesgados y poéticos. Parten de aspectos cotidianos y se elevan, sin salir de esa cotidianidad, hacia otras esferas. Dejan atrás el realismo sucio, terrestre, como si despegaran en un globo, pero esa misma realidad la siguen escrutando desde las alturas con un telescopio capaz de ampliar los detalles más nimios.
Keegan estudió inglés y ciencias políticas en la Universidad de Loyola, en Nueva Orleans, y actualmente vive en Irlanda. Comenzó a escribir luego de presentarse a 300 trabajos y recibir 300 rechazos. A veces, hay ciertas cosas que debemos agradecerle al desempleo.
Antártida, de Claire Keegan. Eterna Cadencia, 2016, 201 páginas, $ 580.