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El hombre es cocinero y no es joda. Y digo cocinero literalmente. Es un chef egresado del New York Restaurant School y llegó a trabajar 12 horas en una cocina para beneficio de los comensales de paladar negro. Ahora supongo que solo se preocupa por el punto de las carnes blancas y rojas y la proporción de las emulsiones cuando le prepara algo a su mujer, porque el saxofonista barítono Gary Smulyan es un auténtico sibarita de los sonidos.
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Después de ejercitar sus pulmones un buen tiempo en la sección de metales de Woody Herman y también todos los lunes en el Village Vanguard con la orquesta de Mel Lewis, el hombre estaba preparado para ser un líder, y así lo viene demostrando desde principios de los 90 con “The Lure of Beauty” (Criss Cross, 1991), un estupendo disco —al que le siguieron otros de igual calidad para el sello Reservoir— donde Smulyan, en formato quinteto, desgrana todas las posibilidades de ese enorme instrumento de viento que parece anudarse allá arriba y en tamaño solo le teme a la tuba.
Smulyan, que ha sido elegido por los críticos de la revista “Down Beat” como mejor saxo barítono del año, es uno de los grandes músicos que participarán en el 17º Festival Internacional de Jazz de Punta del Este, que se celebrará en la finca El Sosiego de Punta Ballena entre el 3 y el 6 de enero de 2013 con tres conciertos diarios que siempre comenzarán a las 20 horas. La entrada para cada jornada cuesta cien dólares.
Este saxofonista barítono se presentará el viernes 4 para rendir tributo a sus maestros Gerry Mulligan y muy especialmente a Pepper Adams, porque sin desmerecer los apacibles y melancólicos sonidos de la Costa Oeste, Smulyan es un poquito más pesado, digamos en la onda de Nick Brignola, otro heredero del señor Adams. Y lo acompañarán instrumentistas formidables: el pianista Mike LeDonne (años de sabiduría junto a Benny Goodman, Clifford Jordan y Milt Jackson, entre otros capos), el trompetista Joe Magnarelli, el contrabajista John Webber y el baterista Joe Farnsworth, que ya estuvo en el festival y demostró que, además de ser un soberbio percusionista, le gusta la diversión y sobre todo la compañía femenina. No se lo puede culpar.
Entonces, según los críticos, Smulyan es el número uno en su instrumento. Pero así como te digo una cosa, te digo la otra: las listas no sirven para nada. En esa misma compulsa de “Down Beat” ni siquiera figura en último lugar el pianista David Hazeltine, que es un fenómeno. Bueno, me dirán, es una cuestión de gustos. Y yo digo: no señor, Hazeltine es un fenómeno comprobado científicamente. Su música tiene un balance similar al de una hermética esfera sobre el océano: haya tormenta o calma chicha, ese piano puede registrarlo todo pero siempre en proporciones exactas, swingeantes, elegantes. Es como si viajaras con un sillón reclinable y con todo a mano: además de su estupenda música, bebidas, un faso, lo que sea.
Hazeltine y su trío (Nat Reeves en contrabajo y Jason Brown en batería) estarán el sábado 5 junto a dos invitados especiales: el saxofonista tenor Grant Stewart (quien ya visitó el festival un par de veces y ojalá lo siga haciendo) y el alto Jesse Davis.
El sonido de Davis proviene, por supuesto, del gran tronco instalado por el mesías Charlie Parker, pero siguiendo la veta abierta por Cannonball Adderley. Se fogueó en la big band de Illinois Jacquet y participó en la película “Kansas City” de Robert Altman. Domina el instrumento a su antojo y es un destacado compositor e intérprete de baladas. Ha grabado valiosos discos para el sello Concord y, a juzgar por la tapa de uno de ellos (“First Insight”, 1998), tiene un cigarrillo encajado en el instrumento. Debe cuidarse de Paquito D’Rivera, ya que si fuera por él, mandaría a todos los fumadores a Guantánamo.
Vayamos a los metales porque hay que presentar a un trompetista salado: Terell Stafford. Este señor se dio a conocer como líder con el disco “Time to Let Go” (Candid, 1995) y ahora es una de las estrellas del sello Maxjazz, y tanto en trompeta como en fliscorno posee un swing y una creatividad asombrosas. Su grupo habitual reúne al pianista Bruce Barth y al saxofonista Tim Warfield (ambos estuvieron en el festival; a estas alturas, ¿quién falta?), pero en esta oportunidad Stafford llega sin compañía, como un solista de lujo de los que te pueden aguar la fiesta cada vez que lo invites a tocar.
Y un aquelarre de trompetas promete ser el tributo al genial Clifford Brown el sábado 5, cuando Stafford y sus colegas Diego Urcola y Joe Magnarelli se larguen a soplar con el soporte del trío comandado por Mike LeDonne. Clifford, que era de los más destacados trompetistas en su momento, murió en un accidente de auto en 1956 y aún hoy el mundo de la música lo sigue lamentando.
Otro tributo, esta vez al querido Bird (que la quedó en 1955 viendo la tele, qué ironía), cerrará este festival de lujo el domingo 6: Paquito D’Rivera con el trío de Hazeltine más Stewart, Davis, Smulyan y Stafford, destilando clásicos como “Relaxin’ at Camarillo”, “Donna Lee”, “Scrapple from the Apple” y “Now’s the Time”.
También hay que destacar la apertura del jueves 3, que incluye al trío del pianista David Feldman, al quinteto del guitarrista Chico Pinheiro (con la voz de Luciana Alves) y a la Mercosur All Stars (Popo Romano, Pipi Piazzolla y Nicolás Mora, entre otros); el cuarteto del baterista Carlos Carli y la siempre eficiente y querida por el público banda de Paquito (viernes 4); un tributo a Tom Jobim a cargo del quinteto de Pinheiro (sábado 5) y los tríos de Feldman y de Alex Brown —el pianista de Paquito— para el domingo 6. En caso de necesitar mayor información, consultar la página oficial del festival: www.festival.com.uy.
Dicen que hay tráfico pesado en Punta del Este. ¿Playas congestionadas? ¿Turistas argentinos desesperados por los dólares? ¿Millonarios brasileños haciendo cola en la ruleta del Conrad? Puede ser. Pero yo me refería a camionetas con estuches de saxos y trompetas, al traslado de tambores, platillos, contrabajos y pianos, al tráfico pesado de grandes músicos de jazz que van y vienen. Solo queda rezar al dios del estreñimiento (¡No rain, no rain!) y sentarse a escuchar.