Y otro factor que incidió en esa tendencia creciente es el precio al alza de esos granos, que comenzó a incrementarse a fines de 2020 y se mantienen en este año, dijo Rava.
También comentó que en el caso de la cebada la superficie sembrada fue de 218.000 hectáreas, conforme a Diea, lo que también es un registro “récord”, ya que “nunca antes se plantaron más de 200.000 hectáreas” de ese cereal en el campo local. Hoy la cebada tiene varias salidas de comercialización, lo que comprende la demanda de las malterías, que en el caso de Maltería Oriental hizo una ampliación de su planta industrial, lo que requerirá de más granos y la vía de exportación a China basada en un protocolo sanitario, planteó.
La técnica de Opypa señaló que el caso de la colza es destacable por su “crecimiento por séptimo año consecutivo en área”, si bien el rendimiento se mantuvo en 1.600 kilos por hectárea en promedio.
Controles estrictos
Esa oleaginosa tiene el estímulo de la salida exportadora hacia el mercado europeo, específicamente para la elaboración de aceites. Este negocio, como suele suceder en este tipo de nichos de mercado, tiene un cierto riesgo en cuanto a la necesidad de evitar problemas sanitarios en los embarques.
En este sentido, Rava advirtió que el herbicida paraquat es un “producto prohibido en la Unión Europea y no pueden quedar trazas” en las partidas de colza enviadas desde Uruguay.
En el mercado local “el paraquat no está habilitado para su uso en el cultivo de colza, pero si bien está autorizado para otros cultivos, la idea es que la Dirección de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería lo prohíba para todos los cultivos, aunque esa resolución todavía no está”, señaló.
La UE “también controla y analiza en laboratorios otros componentes de residuos, no solo el paraquat, por lo que es necesario ser muy cuidadosos en el uso de los agroquímicos, de aplicarlos como lo indican las etiquetas y las buenas prácticas agrícolas”, enfatizó la técnica. Los organismos europeos “analizan diversos compuestos y son cada vez más exigentes en la inocuidad del grano”, dijo.
Al igual que los actores de la cadena agrícola vinculada a la colza deben estar atentos al cumplimiento de las normativas vigentes y a los requisitos establecidos por la UE, también es necesario prestar atención a las condiciones previstas en los protocolos sanitarios acordados con China, tanto para soja como para la cebada forrajera.
Es que a la tradicional corriente exportadora de soja hacia el mercado chino en los últimos tiempos se sumó como una alternativa de negocios para la cebada, que es requerida para la alimentación de animales para la producción en el gigante asiático.
Ese protocolo comprende una serie de medidas para evitar la presencia de plagas cuarentenarias en la cebada y no estar mezclada ni contaminada con otros granos o materia extraña de manera deliberada, según ese documento firmado en diciembre de 2018 entre ambos gobiernos.
La técnica de Opypa recordó que también hay un protocolo sanitario para exportar maíz al mercado chino, destino en el que se registró alguna exportación en 2019, pero hoy Uruguay produce ese grano para consumo local y es básicamente importador.
Alternativas y pronósticos
Algunos operadores del mercado agrícola prevén que una buena parte de la cebada a ser cosechada hacia fines del año tendrá como destino a los corrales de engorde de ganado.
Una situación parecida ya sucedió en 2020 cuando faltó alimentación para la producción ganadera, en corrales, y en la pecuaria en general, debido al impacto negativo del déficit hídrico en la oferta de pasturas, según la técnica del MGAP.
Respecto al factor climático para la producción agrícola, Rava señaló que se nota “que en algunas zonas está faltando el registro de precipitaciones, por lo que la situación actual en comparación con la del año pasado no es excelente ni con condiciones ideales”.
Aclaró que eso “no implica” que actualmente la situación sea “mala”; “si llega a llover ahora será espectacular” para consolidar el desarrollo de los cultivos.
“Habrá que ver cómo termina el período de la zafra de invierno, porque está pronosticado 70% de probabilidad del fenómeno climático de La Niña”, lo que implica menor registro de lluvias y una eventual sequía hacia fines del año y meses siguientes, acotó Rava. Y comparó que debido a la falta de lluvias en la región, en el agro argentino “ya hay área de trigo afectada y las estimaciones de rendimiento están yendo a la baja”, mientras que “en Brasil la seca no está permitiendo sembrar la soja”.
Dentro del campo uruguayo las zonas que se observan con más necesidad de agua disponible en el suelo se ubican en el litoral oeste y algo del norte, específicamente en los departamentos de Soriano, Río Negro y Paysandú, indicó.
Igualmente, hay varios factores vinculados a las características del tipo de suelo que inciden en esta situación, además de tener en cuenta que el MGAP llegó a declarar la emergencia agropecuaria en varias zonas e incluso extendió esa medida por el déficit hídrico. Esa resolución posibilita la utilización de los recursos del Fondo Agropecuario de Emergencias, para el apoyo a los productores perjudicados por la pérdida de producción.
El verano y la logística
En cuanto a las proyecciones de la próxima zafra de cultivos de verano (soja, maíz y sorgo), la técnica de Opypa se refirió a que en la campaña anterior ya hubo un aumento en el caso del maíz, al llegar a 143.000 hectáreas, y la próxima podría ser similar a la pasada en todos los cultivos.
“No son datos oficiales, pero podría alcanzar las 145.000 hectáreas en maíz, mientras que en soja, si bien tiene el impulso del precio, el área puede aumentar un poco, dentro de la estabilidad de los últimos años de entre 900.000 y 1 millón de hectáreas”, estimó.
La soja cotizó esta semana cerca de los US$ 480 por tonelada y el maíz quedó en unos US$ 215 la tonelada en la Bolsa de Chicago.
Respecto al incremento del costo de los insumos para esa actividad, Rava dijo que, al igual que ocurrió con los de invierno, los precios de los granos registraron un aumento que permitió absorber el mayor costo de producir. Eso “compensa”, afirmó.
Un asunto que generó preocupación en la operativa de exportación e importación de productos e insumos para el agro local es el congestionamiento en los puertos internacionales y la falta de contenedores para esos negocios.
Al respecto, Rava dijo que “si bien hay problemas con los fletes”, desde Opypa “no se constata en el país que haya una falta en el suministro de insumos, como fertilizantes y agroquímicos”. “Por ahora, eso no sucede”, acotó. Y enfatizó: “No es que el productor no vaya a encontrar esos productos acá, para la siembra de invierno; ahora para las aplicaciones de insumos no se está realizando y tampoco para los cultivos de verano”.
Esa repartición ministerial hace el monitoreo de la situación logística considerando que algunas firmas navieras “se están salteando el puerto de Montevideo por un problema internacional por los fletes, los precios y la no disponibilidad de contenedores”, comentó Rava.
Pensando en la próxima cosecha de granos y la salida exportadora, consideró que “el problema mayor es en los contenedores y no tanto en los barcos graneleros, como se exportan los granos de Uruguay”.
“Sí hubo aumento de precios en los fletes a granel, pero ni cerca de lo que pasó con los contenedores”, dijo.
Destacó que Opypa está viendo como “una oportunidad lo que está sucediendo con la hidrovía Paraguay-Paraná y la seca que afecta al río Paraná, que estaría afectando la salida de los barcos argentinos y está generando incremento en los precios, porque tienen que cargar los buques a medias y luego completar la carga más abajo, en otros puertos”.
“Paraguay podría llegar a sacar más carga por el puerto de Nueva Palmira, en Uruguay, como lo hacía antes, y no tanto por Argentina”, advirtió.