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    Un debate en el “planetario” con la sensación compartida de que ninguno de los candidatos terminó perdiendo la batalla

    Se escucha una arenga, uno de esos gritos colectivos de aliento, cortos pero intensos, con aplausos finales para transmitir confianza y enardecer los ánimos. Y, al rato, a los pocos minutos, un sonido similar. Otra arenga. Faltan unos 20 minutos para el debate y los candidatos ya están listos y arengados. Los dos afuera de los camerinos que tenían sus nombres en las puertas, con baños privados, sillones, agua mineral, café, jugo de naranja y masitas. Detalles que les habían preparado especialmente para que se sintieran cómodos antes de la confrontación. De pronto el pasillo del Canal 4 rumbo al estudio principal es ese túnel ciego por donde salen los jugadores a la cancha. Tenía algo de espectáculo deportivo la previa de este encuentro político televisado entre dos presidenciables.

    El primero en entrar fue Martínez, acompañado de su esposa, Laura Motta, su compañera de fórmula, Graciela Villar, y cinco integrantes de su equipo de asesores. El saludo a todos, el tercer o cuarto “vamo arriba” de la jornada y directo a pararse detrás de su atril con unos lentes de marco grueso que jamás se quitó. Lacalle Pou demoró apenas unos segundos más en ingresar al estudio. También acompañado por su esposa, Lorena Ponce de León, con la candidata a vicepresidenta, Beatriz Argimón, y cuatro de sus asesores. Son las 19.46 y los dos ya están en posición de arranque. Solos en la soledad del set. Debajo de los intensos focos de luz que los apuntaban, parapetados en sus atriles, delante de la pantalla negra con líneas blancas que se entrecruzaban y formaban distintas figuras geométricas. Una escenografía futurista y neutra.

    En los monitores se veían los últimos minutos del informativo central y la cuenta regresiva para el debate. Los candidatos estaban ubicados y expectantes, cada uno en su rincón. Y todavía faltaba tiempo para que empiece. Silencio en el estudio. “Tensa espera”, bromeó Martínez. Lacalle Pou estaba algo más serio y concentrado. El publicista Roberto Lafluff, integrante del equipo del candidato blanco, tomó una selfie con su celular. Sonrisas grandes. Click. “Bueno, no escuché ninguna de sus propuestas, ¿eh?”, lanzó a los candidatos la periodista Gabriella Lavarello, una de las moderadoras, para descomprimir un poco. Risas generales. El otro moderador, Nicolás Lussich, se sumó a esto de romper el hielo. “Es parecido al planetario”, dijo mirando la escenografía y buscando alguna respuesta de los políticos. A Lacalle Pou le divirtió el comentario y metió un chiste. “En mi época había algunos que tiraban chicles para arriba y los hacían pasar por estrellas”. Más risas. Argimón fue por una nueva selfie con el resto del equipo para inmortalizar el momento. El ambiente estaba ya más distendido cuando sonó la música de la presentación. Y entonces otra vez el silencio. Los candidatos volvieron a ponerse en posición de debate. Serios y mirando a las cámaras.

    El antes

    Unas tres horas antes del debate, los gerentes de los principales noticieros televisivos y los periodistas encargados de moderar el encuentro, organizado por Búsqueda, los canales privados y públicos y la Asociación de la Prensa Uruguaya, ya estaban en el estudio. Los periodistas ensayaban la presentación y los gerentes mantenían pequeñas y por momentos acaloradas rencillas por cuestiones, digamos, comerciales. Que si estaba bien que se vieran los banners de Canal 4, que si estaban o no ubicados estratégicamente para que aparezcan en las tomas durante el bakstage, que si no se podían dar vuelta, que si se autorizaba a entrar con cámaras de otros canales a filmar la previa en el estudio.

    Los integrantes de los comandos políticos fueron llegando de a poco. Primero fueron los asesores del candidato frenteamplista: el coordinador de Programa de la campaña, Ramón Méndez, el publicista Claudio Invernizzi y los asesores Gustavo Leal, Jorge Rodríguez, Santiago Brum y Andrés Rodríguez. Rodríguez y Brum estaban preocupados por la altura del atril y por una luz que le podía dar muy de frente a Martínez y encandilarlo. También porque haya un monitor cerca de su campo visual.

    Lafluff fue el primero de los asesores de Lacalle Pou en llegar al canal. Elogió lo neutro de la escenografía. Cada equipo técnico tenía un estudio especialmente acondicionado para seguir el debate por las pantallas. Los de Martínez bromeaban porque les había tocado el del programa deportivo Fox Sports Radio. “Nos vieron pinta de futboleros”.

    Estaba previsto que los candidatos ingresaran por una puerta trasera para evitar a la prensa. Pero no. Los dos entraron por la puerta principal, por la calle Paraguay. Y lo hicieron casi al mismo tiempo, cuando faltaba una hora para el encuentro en vivo. Sus camerinos estaban enfrentados. Cercanos. Hubo saludos, bromas. Luego los dos fueron a conocer el set. “Tengo un problema con los focos”, le dijo Martínez a uno de los técnicos de iluminación. “No levantes mucho la vista y no hay problema”, le respondió. “Vamo arriba”.

    Lacalle Pou pidió a uno de los camarógrafos si lo podía sacar “‘alto y con mucho pelo”. “Es medio boliche esto”, dijo mirando las luces robóticas azules rebotando sobre la pantalla oscura y espacial. Los monitores del pasillo del canal mostraban lo que ocurría en el mundo exterior. ¿Qué ocurría? El debate. “Se exponen dos proyectos de país”, decía el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, entrevistado por periodistas. Los diputados blancos Jorge Gandini y Pablo Abdala hablaban de la importancia del intercambio histórico entre dos aspirantes a la presidencia. A sus espaldas se veía a militantes aprontando sillas para seguir el evento desde una sede partidaria. Faltaba media hora para la contienda.

    Lacalle Pou y Martínez

    El debate

    Martínez abrió el juego. El tema macro del primer bloque fue la economía. En 240 segundos habló de la posibilidad de volver al pasado o continuar con un modelo de gestión frenteamplista del que enumeró logros. Atado al libreto, algo titubeante al inicio, trancado con algunas palabras, el candidato se ancló en su experiencia. Contrastar experiencias fue una estrategia deliberada. Dijo que había recibido un déficit fiscal “altísimo” de la anterior administración en la Intendencia de Montevideo —“alto”, se corrigió inmediatamente— al que pronto convirtió en superávit. Luego tiró su primera chicana: dudó si un eventual gobierno blanco no desembarcaría con la “motosierra” del ajuste fiscal.

    Lacalle Pou se ahorró segundos y no saludó a los televidentes. Fue directo al hueso. En la guerra semiótica lucía más suelto y natural que su contendor. Lo miró a Martínez para decirle que “el Frente Amplio incumplió promesas y por tanto no es creíble”. Buena parte de su hilo argumental se basó en ese concepto que repitió y repitió. Se refirió a anuncios de campañas anteriores sobre no aumentos de impuestos, preguntó a cuál de los “tres Daniel Martínez” tenía que creerle, prometió que no subiría tarifas y lo invitó a aclarar qué hará su partido si sigue en el gobierno.

    Pausa. Martínez salió de su atril y fue hasta el rincón de sus asesores. Lacalle Pou quedó estático en su lugar. Esa dinámica se repetiría toda la noche.

    Vino la replica de Martínez. Y la segunda chicana. La comparación con el “desastre” y la “catástrofe” de Mauricio Macri en la Argentina que se puede replicar con una gestión blanca. Pidió saber sobre las propuestas concretas del Partido Nacional. Cuestionó la mentada ley de emergencia de 300 artículos que pretende ser la hoja de ruta al inicio de un eventual gobierno blanco.

    La respuesta de Lacalle Pou volvió a ser ofensiva. “Lamentablemente, como supuse, el candidato del gobierno no puede contestar”, arrancó sobre las preguntas que dejó planteadas. “Es voluntarismo puro”, siguió. Dijo que, si a él lo comparan con Macri, bien podría hacer la misma analogía entre el oficialismo y el kirchnerismo. Y cerró el bloque aludiendo a una frase de Martínez en defensa de la gestión de Raúl Sendic en Ancap. “El que preparó la fiesta de Ancap fue Daniel Martínez”. Y habló de Pluna. Y de la regasificadora. Primer bloque y varios de los cartuchos quemados. No se guardaron arsenal para después. Y eso se terminó notando en una batalla dialéctica que fue perdiendo peso sobre el final.

    Pausa. Martínez salió de su atril y fue hasta el rincón de sus asesores. Lacalle Pou quedó estático en su lugar. Esa dinámica se repetiría toda la noche. Al candidato blanco lo rodearon el jefe de campaña Nicolás Martínez, Lafluff, Nicolás Martinelli y Aparicio Ponce de León. En la esquina blanca caras serias, concentradas, miradas atentas a celulares. Hacían un monitoreo de redes con un servicio contratado especialmente. Los comentarios, las sensaciones positivas y negativas. Y una valoración rápida sobre si se estaba respetando la estructura planeada, los escenarios previstos, lo que se había ensayado hasta el cansancio durante un fin de semana intenso de entrenamiento en la sede del comando. En el rincón frenteamplista había más distensión. Solo se ajustaban detalles chicos. De hecho Martínez aprovechaba para bromear con los conductores o pasearse por el estudio. Ahí fue que se tomó esa fotografía que luego circuló como meme en las redes sociales donde se lo ve sonriente y relajado adelante de un Lacalle Pou demasiado concentrado con sus asesores.

    Antes de volver para el segundo bloque, cuando los dos ya estaban prontos para continuar el debate, Martínez tomó del agua que tenía en su atril. “¿Probaste el agua, Luis?, ¿no tiene un gusto raro?”. “Capaz que la toquetearon”, respondió el blanco. “Si ahora me desmayo, ya saben quién fue”, remató el frenteamplista. Aire.

    Hubo algo que los asesores de Martínez prepararon especialmente: la foto del saludo final. Preguntaban ansiosos cuándo era el momento del saludo. Si antes o después del cierre de los periodistas. Y cuando se produjo, salió como estaba planeado.

    Hubo una estrella invitada para el segundo tramo. Y fue el asesor en seguridad de Martínez, Gustavo Leal. Lacalle Pou arrancó hablando del “fracaso” de la gestión del ministro del Interior, Eduardo Bonomi, y de lo “pegado” que estaba Leal a su figura. Cuestionó que Uruguay se haya convertido en tránsito de droga, ironizó sobre la fuga del narco Rocco Morabito de Cárcel Central. A Leal, que estaba sentado en primera fila mirando en una esquina del estudio, no se le movía un músculo de la cara. Martínez salió en su defensa anunciando oficialmente que será el ministro del Interior si el Frente gana las elecciones. Y tiró otra comparación regional. Se preguntó si no se emparentaba con el polémico presidente brasileño Jair Bolsonaro esa idea nacionalista de reactivar el porte de armas a policías retirados. Martínez empezaba a levantar cabeza después de un primer bloque en el que salió machucado. Pausa. Laura Motta fue a saludar a Lorena Ponce de León. Intercambio cordial y breve entre dos potenciales primeras damas.

    Los dos últimos tramos, con el Desarrollo humano y el Futuro como conceptos, fueron acaso los menos picantes del debate. Lacalle Pou siguió repitiendo que el Frente Amplio “no es creíble ni confiable”. Martínez lanzó algunos dardos contra la inversión que hizo el gobierno blanco de Luis Alberto Lacalle Herrera en educación en los noventa. Lacalle Pou respondió que sus datos eran otros. Se cruzaron sobre la situación de personas en la calle. Martínez ironizó sobre la calidad de “vocero” del Frente Amplio en que parecía haberse convertido Lacalle Pou y le volvió a reclamar propuestas concretas. Se empezó a soltar un poco. “Míreme a los ojos, Lacalle”, le pidió en un momento, aunque, justamente, sin mirarlo. “Hechos y no palabras”, lo provocó después.

    Hubo dos versiones sobre los monitoreos ambientales, el blanco recordó su posición contraria al proyecto de Aratirí, que enfrentó al gobierno a un juicio millonario. Se habló de la gestión de la basura, también con datos distintos según la mirada de los candidatos. Pero todo se volvió previsible y monocorde. El debate se diluyó. Se fue como en un embudo lento rumbo al mensaje final de cada uno. Sesenta segundos. El minuto de oro. Martínez apeló al voto de los jóvenes. Les habló a ellos. Y ensalzó la gestión frenteamplista, un modelo de país distinto al que propuso la oposición. “No pido que me voten a mí, pido que voten un proyecto político que ante todo ha tenido a la gente en el centro de desvelos”. Lacalle Pou fue más general y carente de sorpresa en el remate. Pidió “confianza”. Habló de su intención de “hacerse cargo”. Y cerró con un “espero poder mirarlos a los ojos dentro de cinco años y haber cumplido”.

    El después

    Hubo algo que los asesores de Martínez prepararon especialmente: la foto del saludo final. Preguntaban ansiosos cuándo era el momento del saludo. Si antes o después del cierre de los periodistas. Y cuando se produjo, salió como estaba planeado. Martínez “primereó” y fue directo a Lacalle Pou. Se le abalanzó. Le tomó la mano como para llevarlo a su territorio y le pasó el brazo por el cuello en uno de esos gestos de superioridad. Señales. Semiótica. Cosas que se ven después y no en el momento. Luego ambos candidatos se sacaron una foto con los moderadores y presentadores: Lavarello (TNU), Lussich (Canal 10), Aldo Silva (Canal 12), Pilar Teijeiro (TV Ciudad y APU), Daniel Castro (Canal 4) y Andrés Danza (Búsqueda).

    El clima final fue de satisfacción en los dos rincones. Desde el comando del Partido Nacional dijeron a Búsqueda que todo salió como lo habían previsto: no hubo errores, se comunicó lo que se quería comunicar. Se respiraba confianza. Y una serena sensación de que el mejor del debate fue Lacalle Pou. Es raro. Lo mismo evaluaban en el comando del candidato oficialista. Hubo un pico de euforia cuando Martínez ingresó a la sede del Frente Amplio tras el encuentro. “En estos momentos es que siento la enorme alegría de ser frenteamplista”, le dijo sonriente a un militante.

    Afuera del canal, una veintena de jóvenes blancos de la Lista 71 esperaba a su candidato con banderas y cánticos bajo una llovizna para decirle, también, que él había ganado la batalla. En los canales y en las redes comenzaba la discusión sobre triunfadores y derrotados. Y casualmente también un clásico futbolístico entre River y Boca por la Copa Libertadores en el que para felicidad del espectador los goles ayudaban a saber cuál era el que ganaba y cuál el que perdía.

    Información Nacional
    2019-10-03T00:00:00