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    Un estudio sugiere revisar cuentas en predios ovejeros para evitar decisiones equivocadas

    En momentos en que los productores de ovinos se preparan para la selección de los mejores carneros que utilizarán para reproducir sus majadas, resulta oportuno revisar las cuentas en los predios ovejeros y analizar una serie de factores que pueden definir el futuro de esa producción.

    En ese marco, un estudio de los costos y la rentabilidad de la actividad ovina, elaborado por Christian Kuster, profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración estatal, plantea una “nueva metodología de costeo”, basada en una “interpretación más adecuada de la realidad económica”, que, se plasma en un “modelo cuantitativo de decisión”, que, como tal, constituye una representación de la realidad en términos económicos.

    Advierte que la “cuestión central” de esta problemática es que “los errores conceptuales en la interpretación de la realidad económica nos llevan irremediablemente a errores en la toma de decisiones”, como “sería el caso del productor (de vacunos) cuando rechaza el negocio ovino”.

    El autor parte de la base de que la actividad ganadera, por el hecho de vincularse a una serie de procesos biológicos, constituye un “serio desafío” a la hora de determinar los costos y adoptar medidas.

    La pecuaria y en este caso la produción ovina, por ser “tan distinta a la industrial, que se compra y transforma una materia prima, o a la comercial, en la que se compran y venden mercaderías en el mismo estado, requiere de un verdadero esfuerzo para interpretar correctamente su realidad económica”, advierte.

    Y considera que esa interpretación “es vital” a la hora de tomar decisiones, en la medida en que “toda lectura inexacta derivará inevitablemente en decisiones equivocadas”.

    El trabajo aborda las características del proceso productivo ganadero ovino, su relación de complementariedad con el vacuno, y las herramientas que tradicionalmente se han utilizado para determinar costos y beneficios, entre otros puntos.

    Igualmente pretende resolver las dificultades técnicas para el cálculo de los costos de los productos obtenidos en los predios ovejeros, considerando que estos se obtienen a partir de activos biológicos que se autorreproducen y comparten recursos.

    Las “condiciones propicias para la asignación arbitraria de esos recursos (alimentos) y todo tipo de errores en la interpretación de la realidad económica tendrán un efecto negativo en la toma de decisiones”, señala.

    Emplea el estudio de un caso real en el que un establecimiento agropecuario que se dedica exclusivamente a la producción ovina cuenta para ello con 3.000 ovejas, más los corderos y carneros correspondientes.

    El autor calcula un costo anual de U$S 121.000, entre reposición de reproductores, corderos propios incorporados a la producción, esquila, mano de obra, sanidad, comisiones por venta de ovinos, caravaneo y otros.

    Y plantea una nueva metodología de costeo, basada en lo que los autores consideran una interpretación más adecuada de la realidad económica, que se plasma en un modelo cuantitativo de decisión, que como tal constituye una representación de la realidad en términos económicos.

    Para la producción de 3.000 ovejas por año el costo total es de U$S 121.000, distribuido en U$S 80.000 de costos variables y U$S 40.000 en costos fijos, calcula a partir de un detallado análisis. Señala, a partir del caso estudiado, que el negocio genera una utilidad de U$S 245.000 anuales y la cantidad mínima de animales a mantener es de 421 para cubrir la totalidad de los costos.

    En ciertas “ocasiones donde las condiciones climáticas o sanitarias determinan variaciones en los índices de mortandad o cuando existe necesidad de desprenderse o adquirir animales, sin dudas el conocimiento de dicha cantidad resulta fundamental”, destaca.

    Un “excelente complemento”

    El proceso de engorde de los corderos y la complementación entre la producción de vacunos y ovinos son otros temas incluidos en el estudio de Kuster, presentado en el II Congreso de Ciencias Sociales Agrarias, realizado en Salto, en 2014.

    Por estos días de verano los productores separan los corderos para destinarlos al engorde mediante el consumo de pasturas.

    Es que la selección de esos animales se realiza en enero de cada año. En esta estación del año y parte del otoño, los corderos machos y parte de las corderas se crían a pasto natural hasta el momento en que son clasificados e introducidos a pasturas de calidad, que permiten el desarrollo final del animal para su posterior comercialización, describe el autor.

    Señala que el objetivo es alcanzar un peso del cordero de unos 40 kilos y una buena condición corporal. Todo este proceso comienza en los meses de otoño y se extiende hasta mediados de primavera.

    Las características de los vacunos y los ovinos determinan diferentes exigencias en la demanda de forraje. Los lanares aprovechan pasturas de menor calidad.

    Es por eso que “el ovino no compite con el vacuno, sino que comparte el recurso de las pasturas”, y ese concepto “es decididamente importante a la hora de determinar costos conjuntos” y por tanto, también para adoptar la decisión de incorporarlo al esquema productivo del establecimiento.

    Kuster considera que “a diferencia del sector industrial y comercial, el sector agropecuario se caracteriza por la ausencia de registros contables ordenados, solapando su importancia en cuanto a la utilidad que ellos prestan a la hora de tomar decisiones”. “Solo se los visualiza como una herramienta útil para brindar información a terceros, en especial las instituciones financieras y la administración fiscal”, afirma.

    Para el autor, “el desconocimiento del importante papel que juega la contabilidad se debe a las características particulares del sector que en su gran mayoría está conformado por empresas familiares que no perciben su utilidad”.

    Analiza que en los establecimientos ganaderos donde se utiliza un esquema de producción mixta y alimentación mediante pastoreo, conviven el ganado vacuno y el ovino. “Debido a sus hábitos de alimentación el vacuno tiene que arrancar el forraje, lo cual no le permite consumir las pasturas cortas”, observa.

    Y compara que “las ovejas en cambio pastorean cerca del suelo, aprovechan los pastos que el vacuno no consume, digieren mejor algunas pasturas “duras”, como malezas o tréboles, todo lo cual deriva en un mejor aprovechamiento del recurso tierra y convierte al ovino en un excelente complemento del vacuno”.

    “Si la dotación animal de un predio se conformara solo de vacunos, estos consumirían solo los pastos altos que pudieran arrancar, y el resto —conformado por pastos cortos y malezas— sería desperdiciado”, asegura.

    El autor considera que por lo tanto, “si al ovino se le asignaran costos en función de las cantidades consumidas se le estaría cargando un costo que de todas formas ya está asumido, y de no existir este animal sería un costo exclusivo del negocio ganadero vacuno”.

    “No solo la tierra será un factor compartido, sino que también es posible que lo sean los recursos humanos, en la medida en que el mismo personal que se ocupa de los vacunos puede ocuparse de los ovinos”, explica.

    La cáscara de naranja

    Utilizando un “sencillo ejemplo”, Kuster compara la decisión del productor ganadero de rechazar la incoporación de ovinos con la de una persona que consume una naranja que le costó $ 10 pero antes debió quitarle la cáscara que tiene un peso de alrededor del 10 %; difícilmente se imagine que la naranja le costó $ 9 y el desperdicio $ 1.

    “Necesita quitar la cáscara y desperdiciarla para poder consumir la naranja que le costó $ 10”, indica. Señala que “si eventualmente surgiera la oportunidad de vender la cáscara a $ 0.50, sería muy insensato deducirle $ 1 en concepto de costo”.

    Siguiendo esa misma línea de razonamiento, el autor plantea que la oveja se alimenta y que por lo tanto debe haber un costo de alimentación específico” o, siguiendo el ejemplo anterior, afirma que “la cáscara de naranja fue adquirida, y por lo tanto tiene un costo” que es necesario considerar.