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Un grupo de economistas, contadores y abogados —Ramón Díaz, Jorge Caumont, Alvaro Díez de Medina y Juan Carlos Protasi— intervinieron en mayo de 2002, en plena crisis bancaria, para que renunciara el presidente Jorge Batlle y reemplazarlo por el vicepresidente Luis Hierro López, pero la acción se frustró porque este se mantuvo fiel al presidente, según un libro que se presenta este mes.
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Los empresarios y economistas pidieron al ex presidente colorado Julio Sanguinetti que interviniera pero Sanguinetti advirtió a Hierro, quien a su vez informó al primer mandatario.
“De este tema no quiero hacer declaraciones, pero ya sabemos por dónde venía la mano”, dijo Sanguinetti al periodista Bernardo Wolloch, autor de “Jorge Batlle. El profeta liberal”, editado por Fin de Siglo.
El libro cita un discurso del propio Sanguinetti en la Casa del Partido Colorado en conmemoración de la muerte de Jorge Batlle, donde hizo referencia al caso: “Quería, respecto a la crisis, hacer un reconocimiento a Hierro, cuando un lote de empresarios y dirigentes le dieron manija para que sea presidente. (...) Me vinieron a ver en una comisión representativa y les dije: Muchachos, salida, porque soy discípulo de Luis Batlle Berres y nos enseñó a todos que a la presidencia se entra caminando el 1º de marzo y se sale caminando cinco años después. Antes, solo con los pies para adelante”.
“Siempre hay alguno que tiene esa locura”, había dicho el propio Batlle entrevistado por el periodista Ricardo Scagliola en 2015 en TV Ciudad, aunque tampoco quiso entrar en detalles: “Trabaje usted de Sherlock Holmes, ¿pa qué está?”
Entrevistado por Wolloch, el ex vicepresidente Hierro dijo que nunca había hablado del tema con Batlle pero “él sabía” su posición: “Yo no iba a admitir que hubiera una conspiración contra el presidente. La obligación institucional de los colorados es que el presidente entre y salga cuando corresponde. Eso es una cosa que tenemos incorporada en la sangre. Pero además, yo tenía lealtad personal con él. Nunca hubo peligro de que Jorge renunciara. (...) Sabía que tenía el apoyo unánime del partido y que estábamos todos atrás. Estaba tranquilo con que su vicepresidente no lo iba a joder”.
El libro recoge también la afirmación que hizo Batlle al periodista Gerardo Tagliaferro en Montevideo Portal: “Nunca podía haber elegido un compañero más sólido y leal que él”.
Hierro relató cómo enfrentó la situación cuando “hubo sugerencias indebidas de que Batlle renunciara y yo asumiera la presidencia”. El ex vicepresidente contó a Wolloch: “El 30 de mayo de 2002 pedí a ‘El País’ que me hiciera un reportaje. Estaba el Partido Comunista reclamando juicio político, la renuncia del presidente y elecciones adelantadas. Dije: ‘El presidente va a seguir hasta el último día, yo estoy al lado de él’. Marqué la cancha porque sabía que estaban dando manija para su renuncia”.
En 2004, en el libro “Con los días contados”, el periodista Claudio Paolillo contó que había habido presiones contra Batlle por parte de un grupo pero no mencionó sus nombres.
El historiador Gerardo Caetano, entrevistado por Wolloch, sostuvo que “hubo interesados en dar un golpe de Estado. No eran de izquierda, eran de ultraderecha: empresarios y economistas cercanos a Jorge Batlle”.
Balazos e infidencia.
El libro también abordó otras etapas de la vida del ex presidente, incluyendo algunos hechos que quedaron en duda, como el caso de la infidencia durante el gobierno de Jorge Pacheco Areco y el ataque a balazos que sufrió Batlle cuando salía del Hipódromo de Maroñas el 29 de marzo de 1976.
En el caso de la infidencia de una devaluación del peso, el autor entrevistó al ex presidente del Banco Central Enrique Iglesias, quien reiteró que Batlle, aunque estaba, no fue el infidente y además no se benefició.
Con relación al ataque en Maroñas, el libro refuerza la versión de Batlle respecto a que fue una persona afectada por la compra de un campo, del que se sintió excluida supuestamente por Batlle y no una advertencia por una deuda de juego, porque aunque crió caballos, el ex presidente nunca fue jugador.