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    Un zapping delirante: dos nuevas series uruguayas se valen de lo absurdo

    Las series uruguayas continúan siendo un fenómeno esporádico. Debido a un historial interrumpido de creación, un costo de producción difícil de financiar, la falta de fidelidad del público nacional y estrategias de distribución erráticas, entre otros factores, el formato aún está lejos de alcanzar las posibilidades que podría.

    A pesar de estos obstáculos, la aparición reciente de dos nuevas series de producción nacional, No hay nadie y TV Educativa, es un acontecimiento que merece ser destacado por la originalidad y creatividad que presentan. Ambas exploran el humor de manera peculiar y buscan formas de hacer reír con algo que decir sobre el contexto en el que fueron concebidas. Son dos propuestas que no utilizan una narrativa lineal que siga la evolución de personajes ni se limitan a formatos tradicionales dentro del género, y en cambio encuentran su fortaleza en la acumulación de segmentos breves.

    Animación irreverente

    Estrenada a fines de setiembre pasado, TV Educativa es una serie animada de humor que inicia un juego desde su título: no es una serie educativa, aunque sí una muy graciosa y mordaz para un público adolescente y adulto. Tiene 12 capítulos de 12 minutos de duración que pueden verse los martes y jueves en el segmento Paseo Animado de la señal municipal TV Ciudad, emitida de 7 a 8 y 17 a 18 horas de lunes a viernes, y de 9 a 11 sábados y domingos. TV Educativa conforma el bloque final de cada emisión.

    Se trata de una creación de los publicistas Pablo Marcovecchio y Marco Caltieri, quienes cuentan con experiencia en la creación de humor en el mundo editorial y también televisivo. Caltieri, por ejemplo, es creador y director de la serie humorística Metro de Montevideo (2021).

    TV Educativa se presenta como un falso programa educativo de un país imaginario, llamado Ulandia, como si fuera una serie producida por su gobierno dictatorial. Cada capítulo comienza con el discurso del ministro de Educación, Cultura y Transporte de Ulandia y es seguido por un recorrido a través de diferentes materias (Matemáticas, Geografía, Historia, etc.) que no son más que la excusa para un desfile de personajes extravagantes.

    La premisa, cuyo título puede generar confusión en términos de promoción o posicionamiento, es la manera que los creadores encontraron para crear un abanico de diferentes estructuras narrativas, así como de estilos de animación variados. La decisión de su productora, Cholo Films, también implicó crear pequeños equipos de trabajo que pudieran ir avanzando en su segmento de forma paralela.

    Cada capítulo está realizado en un estilo diferente y hay desde animación tradicional 2D hasta animación 3D, así como cuadro a cuadro. En el mundo de TV Educativa confluyen próceres históricos que dialogan de los problemas de su burguesía; Baldomir, un niño prodigio que desafía a otros con sus conocimientos matemáticos erráticos, y hasta Miguel Ángel, un chorizo que quiere escapar de su condición de mascota de una carnicería y en cambio lucirse con su estilo de vida de bon vivant.

    No es difícil detectar cómo Marcovecchio y Caltieri se anclan en mofarse de lo didáctico para dar lugar a lo humorístico. Con su apuesta fragmentaria ágil y delirante, TV Educativa aprovecha el misterio del zapping para construir su propio universo de comedia. De él sale un espíritu que atenta contra el reinado de los contenidos bajo demanda y propone, en cambio, un caos repleto de risas.

    Disparates cotidianos

    La serie No hay nadie se estrenó el miércoles 1º dentro de la plataforma argentina de streaming UN3, de la Universidad Tres de Febrero, al igual que en YouTube. Allí se puede ver de manera gratuita y en su totalidad su primera entrega de siete capítulos unitarios, en los que situaciones cotidianas son invadidas por el absurdo.

    Está dirigida y creada por Joaquín Bravo, realizador audiovisual especializado en guion, dirección y animación, quien también es el guionista de todos los episodios. Bravo ha arraigado su interés como realizador audiovisual en el humor y esta es su carta de presentación más importante hasta la fecha.

    No hay nadie puede presentarse como una serie compuesta por cortometrajes independientes entre sí con actores de carne y hueso. No hay una línea que una directamente los hechos de cada capítulo, pero sí se presentan bajo una dinámica similar a la TV Educativa: cuando el espectador ve No hay nadie se topa inicialmente con un servicio de streaming imaginado, del que se desplegarán todas las historias. El orden en el que son vistos puede variar, dando lugar nuevamente a una confusión controlada.

    Generalmente, el absurdo de las situaciones de No hay nadie no demora en aparecer. Sus situaciones tienen un pie inicial en lo cotidiano y en escenarios reconocibles para un espectador uruguayo, pero enseguida abrazan una cualidad irreal que da pie, en algunas ocasiones, a la pura fantasía.

    En Terapia de parejas, por ejemplo, un matrimonio se adentra en una terapia alternativa que consiste en abordar los autitos chocadores del Parque Rodó y darse con todo de dos maneras: colisionando en el juego, pero también diciéndose algunas de las verdades y reproches más dolorosos que alguien puede escuchar de su contraparte romántica. En Fotos carne, en tanto, un carnicero interpretado por Diego Licio cuenta, en un falso documental, cómo tuvo que reinventar su negocio ante “la amenaza del veganismo” y buscar dentro de su local una nueva vía de ingresos económicos al convertirse en estudio de fotografía.

    Con duraciones disímiles, algunos episodios podrían haberse beneficiado de remover algunas bromas que resultan repetitivas. Verdad a medias, un noticiero en el que los periodistas están de medias, no termina de explotar del todo la naturaleza paródica que busca, mientras que el episodio Pibitos ya! sufre de la ausencia de un remate.

    Creada por un equipo de realizadores jóvenes, a No hay nadie le sale muy bien criticar cierta idiosincrasia uruguaya perteneciente a generaciones anteriores, como se explora en el segmento El futuro uruguayo, que inicia en una sala de cine en la que suena el himno y una espectadora no se para a cantarlo.

    Otro de los puntos altos de la serie es el segmento Autos y motos, un programa enfocado en lo que su título promete se burla de cierto tipo de televisión nacional deportiva con un exceso de marcas publicitarias y una tendencia a la autorreferencialidad.

    Con un elenco de actrices y actores muy carismáticos (Pilar Roselló, María Coto, Alejandra Machó, Domingo Milesi, Emanuel Sobré y Fernando Amaral, entre ellos) No hay nadie también se permite construir su propia tropa de rostros de comedia que Bravo supo dirigir con buenos resultados.

    Así como TV Educativa, No hay nadie despliega una imaginación desfachatada que no parece haber sido limitada por los desafíos de su producción.

    Ambas series resultan una bocanada de aire fresco y bienvenido para la televisión y el streaming nacional. La posibilidad de que produzcan nuevas temporadas, aunque remota, debería ser apoyada.