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“Que no haya entre nosotros rezagadas. Nuestra lucha es a muerte y sin cuartel. ¡Hurra! Hermanas queridas, otro esfuerzo. ¿Y quién duda que habremos de vencer?”. La pintada sobre la fachada del Instituto de Profesores Artigas (IPA), firmada por la Comisión de Mujeres, Lesbianas y Trans del Centro de Estudiantes del IPA, contrastó el martes 10 con lo que sucedía cerca de allí, en el subsuelo del edificio anexo del Palacio Legislativo: una polémica conferencia, plagada de críticas y burlas al “posfeminismo” y su “ideología de género”, por parte de dos jóvenes escritores y politólogos argentinos. Agustín Laje y Nicolás Márquez presentaron El libro negro de la nueva izquierda en un evento organizado por Varones Unidos y A mis Hijos no los Tocan, entre otros colectivos, y que tuvo lugar en el Parlamento por una gestión del diputado del Partido Nacional Rodrigo Goñi.
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La charla de Laje y Márquez, titulada Conferencia Internacional sobre Familia y Género y que incluyó duras críticas a los grupos feministas y personas trans, reabrió la polémica sobre libertad de expresión y discursos ofensivos, en un ámbito como el Parlamento nacional.
El relator especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), Edison Lanza, lamentó el acto: “Es muy triste que un par de humoristas monten un show en el Parlamento, que se niegue el derecho de las mujeres y de las personas LGTB a no ser discriminadas y se pretenda trivializar y convertir en una ideología a partir de una hipótesis del absurdo”.
No obstante, Lanza descartó que este tipo de discursos deban ser restringidos: “La libertad de expresión protege tanto a expresiones sensatas y razonables como a las chocantes, perturbadoras y equivocadas”.
El Parlamento se desmarcó del evento en un comunicado en el que señaló que la actividad fue “de entera responsabilidad del diputado solicitante”.
“Solo cuando se pasa a la incitación al odio y a la violencia por razones discriminatorias cabe una restricción. Pero ellos se cuidaron de no pasar ese umbral y una sociedad democrática debe tolerar este tipo de expresiones ingratas”, dijo.
El abogado sostuvo que “el discurso equivocado se combate con más discusión y argumentos”, no con censura.
El integrante de Ovejas Negras y director nacional de Promoción Sociocultural del Ministerio de Desarrollo Social, Federico Graña, opinó en cambio que “hay un límite para la tolerancia”.
“El límite es cuando aparece un discurso que quiere destruirte, que enfermiza, que patologiza, que violenta”.
“Claramente, el discurso de Laye y Márquez es ofensivo y de un odio que incita a la violencia. No se puede ser tolerante con la intolerancia. Yo no soy Heidi”, dijo Graña a Búsqueda.
El activista también centró sus críticas en el diputado Goñi, que gestionó la sala que dio lugar al acto. El Parlamento se desmarcó del evento en un comunicado en el que señaló que la actividad fue “de entera responsabilidad del diputado solicitante”.
Goñi también tomó distancia del asunto. Dijo que había reservado la sala para una “conferencia sobre el tema Familia y género”. Explicó que no asistió “para evitar equívocos” y que su única actividad fue “habilitar la sala” para la conferencia sobre un tema de debate público.
“Yo no hago censura previa, que es el comienzo de las dictaduras”, dijo a Búsqueda el diputado. Goñi precisó que su vínculo con los organizadores de la charla se debe a que estos apoyan un proyecto de ley de tenencia compartida que él impulsa.
“Yo soy Sergia”.
Laje y Márquez fueron recibidos en el edificio anexo con gritos y aplausos por unas 200 personas que los celebraron como a dos estrellas pop. Mientras, afuera, una larga fila esperaba bajar al subsuelo, que desbordó, mientras cerca de 50 activistas con tambores y carteles como los que suelen verse los 8 de marzo repartían volantes en repudio de la actividad sobre “paternidad responsable”. Tema del que nada se dijo durante la conferencia.
“Ideología de género, el fascismo del siglo XXI”, anticipaba una pancarta con una esvástica pintada. Los controles de seguridad retrasaron el inicio de la conferencia que, según Laje, recibió “presiones” para suspenderla. Y denunció haber sido “censurados” un día antes, cuando la Universidad de Montevideo canceló otro acto de presentación del libro.
Laje y Márquez fueron recibidos en el edificio anexo con gritos y aplausos por unas 200 personas que los celebraron como a dos estrellas pop.
El contenido de la charla era repudiado en las redes sobre todo por activistas LGBT y feministas. El hashtag #NoALaCharlaDeLajeEnElPalacio fue tendencia en Twitter.
Los autores celebraron “el récord de ventas” de su libro en Amazon Uruguay, que atribuyeron a sus “detractores”, entre risas cómplices. En primera fila escuchaba la escritora Mercedes Vigil, junto a Gerardo Correa, de A mis Hijos no los Tocan, grupo que se opone a la guía de educación sexual que lanzó Primaria en 2017.
Luego de proyectar en plasmas citas de mujeres como Simone de Beauvoir, Kate Millet, Monique Witting y Judith Butler, Laje concluyó que “la ideología de género son ideas anticientíficas que, con propósitos políticos autoritarios vinculados al proyecto de la nueva izquierda, buscan desarraigar a la sexualidad humana de su naturaleza, para explicarla monopólicamente por la cultura”.
Aseguró que “uno es hombre o mujer antes de nacer y lo seguirá siendo después de la muerte”. Y ejemplificó: “Imagínense en 300 años, mi ataúd al lado de un transgénero, y viene un antropólogo para saber de qué sexo eran esos huesos. ¿Ustedes se piensan que la conclusión será que uno era un hombre y otro un transgénero? Lo dudo muchísimo”.
Laje contó que un ciudadano argentino llamado Sergio dijo ser mujer y “se volvió Sergia” para jubilarse a los 60 años y no a los 65, como establece la ley de su país.
Otro caso provocó carcajadas: “En Suecia hubo un proyecto que aspiraba a penalizar a los hombres que no orinaran sentados… ¿Cuándo hubo conflicto por la manera en la que orinan hombres y mujeres?”.
Y agregó: “¿Qué va a pasar cuando un femicida diga en un tribunal que se autopercibe como mujer? ¿Va a dejar de ser un femicidio?”.