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¿Cuántas veces ocurre? ¿Cuántas veces durante un gobierno el presidente se ve enfrentado al momento de activar el botón rojo de la emergencia nacional? ¿Una, dos veces, nunca? El presidente Luis Lacalle Pou lo tuvo que hacer enseguida. A solo dos semanas de colgarse la banda presidencial, cuando recién estaba estrenándose en su cargo de mandatario. Cuando calentaba los motores de un gobierno al que pretendía imponerle una impronta de intensidad, de acciones rápidas, concretas.
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Lo primero que hizo Lacalle Pou, tras anunciarlo en su discurso de asunción, fue darle órdenes precisas a los jefes de Policía de todo el Uruguay para que haya un cambio radical en la seguridad, con más presencia policial, con más operativos, con mayor despliegue. La primera semana del gobierno estuvo signada en atender esta otra emergencia que no tendría ni por asomo la magnitud de la sanitaria, que arrasaría con todo. La semana pasó con los operativos policiales, y las denuncias de algunos desbordes en el primer plano de la agenda. Todo esto mientras los casos de coronavirus (Covid-19) empezaban a picar cerca. Ya había varios infectados en los países de la región. El gobierno sabía que era cuestión de días para que el virus ingresara al Uruguay. Las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP) ya se habían reunido para esbozar un plan de contingencia. Se lanzó un protocolo de acción, se presentaron guías básicas de prevención. Pero todo se precipitó en la tarde del viernes 13.
El presidente estaba en Bella Unión, en la inauguración de la cosecha de arroz, cuando le avisaron desde Montevideo que en el MSP ya tenían los primeros casos confirmados. Lacalle Pou alcanzó a decir en rueda de prensa que se estaban preparando para extremar las medidas de control y anunció que se reuniría esa misma jornada con todos sus ministros y con la Junta Nacional de Emergencia para analizar las acciones a tomar.
El presidente viajó en helicóptero hasta Montevideo. Sobre las 17 horas ya estaba reunido con todo su gabinete en la Torre Ejecutiva. Se discutió mucho qué comunicar y cómo. La idea era salir con un mensaje fuerte, algún tono por encima de lo que estipula la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la situación epidemiológica local. Tras más de dos horas de debate, Lacalle Pou estaba en cadena nacional de informativos, con todos sus ministros parados detrás, con caras de circunstancia, anunciando que el país entraba en emergencia sanitaria.
Mientras el presidente hablaba, en varios supermercados la gente hacía largas colas para aprovisionarse de distintos productos para entrar en una cuarentena que sería solamente obligatoria para los que llegaran desde el exterior.
Emergencia
Desde ese viernes todo fue rápido e intenso. Cualquier actividad gubernamental quedaría cruzada por el coronavirus. Se suspendió el envío de la ley de urgente consideración al Parlamento. No había otro tema que las medidas en aumento para frenar el virus. El sábado 14, tras una comunicación telefónica con el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, que estuvo reunido con el ministro de Educación, Pablo da Silveira, Lacalle Pou resolvió la suspensión de las clases en la enseñanza pública y privada. Era una discusión que se había llevado varios minutos el día anterior.
El presidente, que estaba monitoreando la situación desde la estancia presidencial de Anchorena, en Colonia, habló más de veinte veces con Delgado, que fue el encargado de comunicar la medida. Entre el domingo, el lunes y el martes de esta semana siguieron los anuncios.
Mientras los casos se triplicaban, el gobierno decretó el cierre de fronteras con Argentina, se suspendieron vuelos desde Europa, se reestructuró el funcionamiento de las oficinas públicas para evitar aglomeraciones, se anunció el cierre temporal de los grandes centros comerciales. Todo fue comunicado en distintas conferencias de prensa, con distintos actores del gobierno. Sobre la mesa quedaron servidas otras medidas que no se descartan implementar en los días que vienen como, por ejemplo, la cuarentena obligatoria.