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El 4 de mayo de 2007 The New York Times publicó un artículo sobre el arrepentimiento que existía en el sistema educativo de Estados Unidos por haberse embarcado, casi una década atrás, en programas de entrega de computadoras personales para sus estudiantes. Muchas escuelas habían abandonado o pensaban abandonar los programas, pues, pasados 10 años, no tenían evidencias de que las computadoras hubieran mejorado los resultados académicos e incluso los alumnos las utilizaban para hackeos, descarga de pornografía y copiarse en los exámenes.
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Una semana después en una escuela pública de Cardal, Uruguay iniciaba uno de esos programas, con el nombre Plan Ceibal y basado en el proyecto One Laptop Per Child del informático estadounidense Nicholas Negroponte. Lo impulsaba el entonces presidente Tabaré Vázquez, que al tanto de los problemas en otros países y de las resistencias internas —por su costo económico, por las propias quejas de los maestros ante un elemento disruptivo, entre otros reclamos— siguió adelante y quedó aquel día en Florida inmortalizado en una imagen mientras entregaba la primera computadora a una estudiante uruguaya.
El tiempo parece haberle dado la razón. Dos años después, con casi 400.000 computadoras entregadas a alumnos y maestros de Primaria, Vázquez destacaba ante el Banco Interamericano de Desarrollo que el país había iniciado una revolución irreversible con el Plan Ceibal. La definición la mantuvo ya en su segunda presidencia: “Una revolución irreversible y progresiva, porque tiene lugar nada más ni nada menos que en la mente humana”, dijo en 2016 en un evento de la CILAC. El domingo 6, cuando murió, el Plan Ceibal lo homenajeó con esa frase: “Es igualdad desde la niñez. Es una revolución irreversible. Que en paz descanse, presidente Tabaré Vázquez”.
También José Mujica apeló al Plan Ceibal para evocar a Vázquez, porque “se dio cuenta a tiempo que la etapa que venía era de un mundo digital y que probablemente a los más pobres les iba a costar porque iban a llegar tarde a la influencia de eso”. Mujica hizo esa reflexión el domingo tras visitar a los familiares del expresidente. Además del Plan Ceibal, mencionó como su memoria más vívida de Vázquez la preocupación y pasión de su profesión de médico oncólogo “que nunca pudo dejar”.
“Sirvió enormemente porque Uruguay es un pequeño país, pero tiene un reconocimiento internacional de que su aparato de salud pública en el concierto de América Latina es sobresaliente”, explicó con una referencia específica a la lucha contra el tabaco.
El resumen de Mujica condensa las dos políticas principales de Vázquez tras 10 años como presidente (2005-2010 y 2015-2020), reconocidas por todo el sistema político y establecidas definitivamente como estrategias de Estado más allá del color del gobierno.
“El presidente Tabaré Vázquez fue un campeón para la gente de Uruguay y un líder en la lucha contra el tabaco. Cuando la industria lo enfrentó él respondió y ganó. Su impacto salvará incontables vidas y se sentirá por décadas”, escribió en su cuenta de Twitter el empresario Michael Bloomberg, exalcalde de la ciudad de Nueva York y promotor de campañas antitabaco a través de actividades filantrópicas.
Bloomberg fue una de las figuras internacionales que más apoyó a Vázquez y Uruguay durante la demanda iniciada en 2010 por Philip Morris, que acusaba al país de violar el Tratado Bilateral de Inversiones con Suiza al impulsar ciertas regulaciones sanitarias. También lo respaldó cuando Vázquez anunció que en 2019 iba a regir en Uruguay el empaquetado genérico para las cajas de cigarrillos. “Tiene coraje al tomar acciones a pesar de la interminable oposición de las compañías tabacaleras”, elogió.
Los mensajes de figuras internacionales, la mayoría a través de Twitter, se sucedieron a lo largo del domingo. El presidente argentino, Alberto Fernández, lo recordó como un “tipo formidable” con “valores éticos muy firmes”. Inácio Lula Da Siva, exmandatario de Brasil, escribió que se murió “un amigo querido”. El jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, destacó el “compromiso” de Vázquez con “su país, que gobernó con y para la ciudadanía. Su gestión deja en Uruguay un enorme legado de derechos y políticas sociales”.
Talante abierto
La muerte de Vázquez, a sus 80 años y consecuencia de un cáncer de pulmón, también generó el respeto personal de quienes lo antecedieron y sucedieron como presidente. “Nosotros somos apegados a las formas y las formas indican que hoy todo el Uruguay está de luto”, afirmó Luis Lacalle Pou en rueda de prensa, tras decretar tres días de duelo. El presidente destacó “el coraje” de Vázquez y la oportunidad que tuvo de conocerlo de forma más íntima durante el período de transición, superadas rispideces de las últimas dos campañas electorales. Su padre, el expresidente Luis Lacalle Herrera, lo describió como un “caudillo popular” y un “triunfador que labró su propio destino”. Julio María Sanguinetti expresó un “gran pesar por la desaparición de un gobernante democrático y un político de talante abierto”, del cual valoró la capacidad de alejar “fantasmas” cuando asumió el poder por primera vez en 2005 y se alineó con “la democracia liberal y la economía de mercado”, ante la creencia de parte de la población de que la izquierda podía imponer un régimen con características similares al de Cuba.
Fue en ese primer período cuando el gobierno de Vázquez implementó las mayores transformaciones para el país, hitos que aún hoy simbolizan los 15 años de gobierno del Frente Amplio.
José Nunes, secretario de Relaciones Políticas del Partido Socialista “del que Vázquez fue integrante hasta 2008” repasó esos cambios en una nota publicada en el sitio web del partido. “A su gestión de gobierno están asociadas reformas sustanciales y de claro contenido democrático y popular, como la descentralización; la reforma del marco jurídico de las relaciones laborales para defender los derechos de los trabajadores; la reforma tributaria para comenzar a sustituir impuestos indirectos por impuestos directos que graven más al que tiene más, la creación del Sistema Nacional Integrado de Salud y su sistema de financiación (el Fonasa), concebido bajo la vieja máxima ‘de cada quien según sus posibilidades a cada cual según sus necesidades’”.
Danilo Astori, ministro de Economía durante las dos administraciones de Vázquez, escribió una carta donde recalca la capacidad de Vázquez “para llegarle a la gente y conducir al Uruguay durante uno de los períodos con mayores realizaciones en el campo de las transformaciones estructurales tendientes a lograr niveles más altos de desarrollo económico y social y una mejora notable en las condiciones de vida”.
Otro de los puntos resaltados por los dirigentes y militantes frenteamplistas fue la búsqueda de detenidos desaparecidos durante la última dictadura militar, un área en la que el rol de Vázquez fue determinante para el procesamiento de militares y la identificación de cuerpos, pero que comenzó a debatirse el año pasado a partir de su homologación de actas de tribunales militares de honor donde se confesaban crímenes. Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos lo recordó como el primer presidente que dispuso la búsqueda de personas en los cuarteles. “Valoramos inmensamente el significado que tuvo esta decisión. Significó que la República tenía más fuerza que la dictadura. Que la sociedad civil organizada, y los derechos democráticos a la verdad, la memoria y la justicia eran más legítimos que el poder de las armas con las que se había invadido el Parlamento y las instituciones del Estado. Fue un hito histórico que quedará por siempre en nuestra memoria al igual que su compromiso con la lucha por los derechos humanos”, señaló la organización en un comunicado.
Mientras las declaraciones públicas recordando el legado del expresidente Vázquez se sucedían en medios y redes sociales, las calles eran el escenario de otro homenaje. El cortejo fúnebre que partió a las 13 horas de la Intendencia de Montevideo hasta el cementerio de La Teja fue saludado por cientos de miles de personas que quisieron dar su último saludo. A las 21 horas, convocados por el Frente Amplio, miles de uruguayos, en todo el país, pusieron a todo volumen la versión musicalizada por el catalán Joan Manuel Serrat del poema Defensa de la Alegría, de Mario Benedetti.
Defender la alegría como algo inevitable / Defenderla del mar y las lágrimas tibias / De las buenas costumbres y de los apellidos / del azar y también / también de la alegría
Terminó de cantar Serrat y comenzaron los aplausos.