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    Una grieta en la RAE

    Parece una disputa nueva, pero ya lleva más de una década. Comenzó en 2010, cuando las Academias de la Lengua Española reunidas en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara decidieron que la palabra solo en su función adverbial (cuando significa “solamente”), igual que los pronombres demostrativos este, ese y aquel (con sus plurales y femeninos) no llevaran más el tilde diacrítico (o la tilde), con el que se distinguen palabras que se escriben igual, pero tienen significados distintos, como ocurre en (la bebida) y te (pronombre personal).

    En sus argumentos, los académicos explicaron que, según las reglas generales de acentuación, tanto solo como los demostrativos no llevan tilde y que las posibles ambigüedades “pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo”, como podría ocurrir en el enunciado “Trabaja solo los domingos”. En este caso, solo sin tilde sería adjetivo (“en soledad”) y con tilde un adverbio (“únicamente”).

    La resolución de Guadalajara se incluyó en la Ortografía de la lengua española, publicada ese mismo 2010, pero suavizada, porque la RAE no prohibió este tilde, aunque mantuvo su recomendación de no usarlo. Es que la nueva norma había despertado controversias entre los propios integrantes de la academia, sobre todo entre escritores, que continuaron usándolo en sus novelas. Comenzó entonces una batalla entre solotildistas, escritores que defienden el sólo cuando es adverbio, entre los que están los escritores Arturo Pérez Reverte y Mario Vargas Llosa, y sintildistas, lexicógrafos y lingüistas que defienden lo establecido en 2010. Una batalla que revivió en estos días.

    “La RAE rectifica y devuelve la tilde a sólo trece años después”, fue el título del suplemento Cultura del diario ABC de España, en su edición del jueves 2. Entonces explotaron las redes para festejar, como si fuera el fin exitoso de una cruzada por el tilde. El abanderado de la causa fue Pérez Reverte, académico de número de la RAE desde 2003, quien publicó el ejemplar del ABC en su cuenta de Twitter y escribió: “A veces se ganan viejas batallas”. Su posteo tuvo más de 10.000 “me gusta”.

    En otra de sus intervenciones, publicó una foto de un libro de gramática que explica un caso de ambigüedad con el solo y escribió: “Qué tiempos aquellos (1999). Tan claro todo. Tan fácil de entender y aplicar. Cuando un lingüista no pretendía imponer a Camilo José Cela o Vargas Llosa cómo debían escribir sus novelas, sino que se guiaba por lo que ellos, con su autoridad, hacían”.

    El revuelo fue tal que en el sitio de consultas de Twitter la RAE explicó que lo resuelto el jueves 2 no modifica lo aprobado en 2010, sino que lo expresa “de forma más clara”, esto quiere decir que es obligatorio no tildar el adverbio solo y los pronombres demostrativos cuando no exista riesgo de ambigüedad. En caso de que existiera, queda a “juicio del que escribe” tildar o no la palabra. Según declararon miembros de la RAE a medios españoles, esta resolución fue votada por unanimidad y se publicará en el Diccionario panhispánico de dudas.

    Si la batalla la ganaron los solotildistas o los sintildistas no queda claro, porque la norma de 2010 no parece haber cambiado en esencia. Tampoco es lo más importante. Lo difícil será para quienes no son especialistas en lenguaje, ni que hablar de maestros que tienen que enseñar ortografía y niños que la deben aprender, qué hacer con este tilde que se niega a desaparecer.