El gasto en educación de los hogares montevideanos presenta una distribución desigual. En promedio, una familia destina algo más del 4% de sus erogaciones totales a esta categoría, pero solo el 25% declara incurrir en desembolsos vinculados al área, calculó Búsqueda a partir de los microdatos de la Encuesta de Gastos e Ingresos de los Hogares (Engih), publicados a principios de año.
El monto promedio por hogar fue algo mayor a $ 33.000 anuales en 2016, lo que, convertido al tipo de cambio de ese entonces —año del relevamiento—, equivale a unos US$ 1.102. No se computan en el total los gastos en útiles, libros o transporte, sino únicamente los desembolsos por pago de matrículas, cuotas y derechos a examen.
Sin embargo, este componente del gasto resulta muy heterogéneo entre hogares, por lo que la media resulta poco representativa de la muestra. Mientras que el monto total superaba en 2016 los US$ 562 millones anuales, los datos de la Engih muestran que casi el 75% de las familias montevideanas no registró erogaciones por este concepto.
Por otra parte, el 5% de los hogares que más gasta en educación acumula prácticamente el 60% de los desembolsos totales dentro del área. Esto equivalía, en 2016, a un total de US$ 337 millones anuales o, para la familia promedio de este subconjunto, a unos US$ 12.960 durante 2016.
Un hogar perteneciente al 3% de mayores gastos desembolsó más de US$ 10.000 anuales. En este caso, el promedio fue de US$ 16.286.
La Engih es efectuada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), con una periodicidad cercana a los 10 años. Es además un insumo importante para la actualización de indicadores como el Índice de Precios al Consumo y las líneas de indigencia y pobreza.
Dentro de la categoría “Educación”, de hecho, la Engih presenta información desagregada según el destino de los fondos. A modo de resumen de estos rubros, Búsqueda estableció una nueva clasificación, ubicando cada gasto dentro de uno de los siguientes grupos: “Preescolar”, “Primaria”, “Secundaria”, “Técnica”, “Terciaria no universitaria”, “Universitaria”, “Actualización laboral”, “Posgrados” y “Otros”.
Dentro de esta última categoría se incluyeron esencialmente servicios de enseñanza extracurricular —computación, idiomas, clases particulares—, además del pago por derecho a exámenes no internacionales, y cursos de arte y educación no formal.
Rubros
Siguiendo esta clasificación, Búsqueda calculó algunas medidas de dispersión que muestran cómo la concentración del gasto varía según cuál sea el destino de los fondos al interior de la categoría.
Un hogar montevideano promedio destina la mayor parte de su presupuesto educativo a la enseñanza primaria (29%) y otro tanto a la secundaria (27%). En montos, esto representó unos US$ 9.725 y US$ 8.820, respectivamente, durante 2016.
Sin embargo, también es en estos rubros en los que se registra el gasto más desparejo si se toma como medida el desvío estándar. En el caso de la enseñanza primaria, este valor supera los $ 81.300 anuales. Esto quiere decir que, en promedio, el gasto efectivo de una familia montevideana es superior o inferior a la media en US$ 2.700, aunque puede serlo en más.
Por otra parte, solo el 6% de los hogares declara haber gastado en Primaria.
En el caso del rubro “Secundaria” el desvío estándar es algo menor (US$ 1.480 anuales), aunque hay aún menos hogares que destinan recursos a comprar estos servicios (5,7%).
En orden de importancia dentro del presupuesto educativo, le siguen los rubros “Otros” (15%), “Preescolar” (14%) y “Universitaria” (13,5%). Durante 2016 fueron unos US$ 4.950, US$ 4.765 y US$ 4.486, respectivamente.
En lo que refiere a la heterogeneidad del gasto, algo más del 13% de las familias declara desembolsos en actividades extracurriculares o cursos varios, mientras que en las categorías “Preescolar” (5,8%) y “Universitaria” (2,7%), el dato es sucesivamente menor. Si se consideran los desvíos, en cambio, el orden se invierte, con valores de US$ 1.190, US$ 773 y US$ 720, respectivamente.
El gasto en educación técnica, en formaciones de carácter terciario no universitario —como el Claeh, por aquel entonces— y en cursos de actualización laboral, sumaron apenas 1,2% del desembolso total en enseñanza. La proporción de hogares que declaró desembolsos en estas tres categorías fue, en todos los casos, inferior al 1%.
En tanto, el monto total destinado al pago de posgrados fue de US$ 810.628 durante el 2016, mientras que solamente el 0,02% de las familias montevideanas destina recursos propios a su financiación.
Estos rubros, además, son los más desiguales si se toma como referencia el coeficiente de variación (CV). Esta medida estadística —definida como el cociente entre el desvío estándar y el promedio— da una idea de cuan representativo del conjunto de datos es este último, y permite una mejor comparación puesto que no tiene en cuenta magnitudes: cuanto más cercano a cero el CV, más homogénea es la muestra.
En efecto, si se toma esta medida como referencia para analizar el nivel de desigualdad en el gasto, las categorías más desparejas son “Posgrados” (67,2%), “Terciaria no Universitaria” (35,6%) y “Actualización” (28,9%). Los rubros “Otros” (4,4%) y “Preescolar” (4,9%) presentan una distribución más homogénea, aunque menos uniforme que en el desembolso total (3,6%).