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    Uruguay comenzó su camino para el “matrimonio igualitario”; esta semana habrá dos bodas y hay una veintena de inscriptos

    Después de 21 años de convivencia, Ruben López y Mario Bonilla se casarán hoy jueves 22 en Mercedes (Soriano), en matrimonio civil. El domingo 1º, el pastor Fernando Frontán los unirá en ceremonia religiosa según el rito de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (que desde 1968 bendice parejas del mismo sexo en Estados Unidos) y luego habrá una fiesta con alrededor de 300 invitados, uno de los cuales —seguramente el más importante— será Camilo, el hijo adoptado por ambos desde su nacimiento hace 17 años.

    “Veterinaria”, contesta una potente voz de hombre al otro lado del teléfono. Es que Bonilla y López tienen una veterinaria en su casa. Bonilla es veterinario y López el contable del negocio.

    En principio, la vida cotidiana de la familia no sufrirá grandes cambios, salvo el detalle no menor de que la cédula de identidad del hijo desde ahora lucirá los apellidos de sus padres legales.

    Ya en diciembre de 2012, la nada tradicional familia había tenido un motivo de festejo: el Tribunal Superior de Familia revocó una decisión de una jueza de Mercedes y otorgó la adopción plena de Camilo en base a la ley de unión concubinaria.

    López fue rematador, docente y comerciante pero después de cuatro años de vida en pareja con su compañero, ambos decidieron adoptar un hijo y, para no depender de terceros en la educación del niño, comenzaron a trabajar juntos en la veterinaria.

    López contó a Búsqueda que durante estos 21 años manejaron su vida privada de tal manera que vivieron el amor de forma reservada, “sin alardes y sin exponernos para no caer en el ridículo”, pero tampoco ocultando la relación. Piensan que de esa forma lograron una buena inserción social.

    “Pasamos por varias etapas: primero te critican, luego te entienden y al final te piden consejos”, resumió el novio, que a los 55 años habló por primera vez sobre su situación en forma pública cuando decidió concurrir al Parlamento a defender la ley de “matrimonio igualitario”, no sin antes consultar la opinión de su hijo.

    A pesar, o justamente por la forma reservada en cómo llevaron su vida, durante todos estos años Bonilla y López recibieron a menudo consultas de decenas de vecinos. “Cuando golpean la puerta y preguntan ‘¿puedo hablar con ustedes?’, ya sabemos de qué se trata”, explicó López, feliz de vivir su amor homosexual y el filial, pero también de poder ayudar a mucha gente que pasa por una situación a menudo muy difícil —y que alcanza a alrededor del 10% de la población— para asumir la condición de homosexual, algo tan complicado que en Estados Unidos es la principal causa de suicidio entre adolescentes.

    Gracias a la “legitimación de una familia” que aporta el matrimonio, en los últimos días López y Bonilla han recibido invitaciones para dar conferencias en el Instituto de Formación Docente y en liceos, algo que hasta hace muy poco era “impensable”.

    “En las antípodas de Rusia”.

    También hoy jueves 22 por la mañana, en Montevideo, Rodrigo Borda y Sergio Miranda pasarán a la historia por ser las primeras personas del mismo sexo en concretar un matrimonio público en Uruguay.

    El lunes 5 madrugaron y fueron los primeros en inscribirse en las oficinas de la calle Sarandí. Esa misma mañana, cuando entró a regir la ley 19.075, se había realizado, in extremis, el primer casamiento de este tipo en un hospital de Montevideo.

    Borda y Miranda, que están juntos desde hace 14 años, son productores de cine y televisión, además de docentes en la Escuela de Cine de Cinemateca Uruguaya.

    En estos días, cámaras de Uruguay y diversas partes del mundo (desde la estadounidense CNN hasta el programa pro-gubernamental “6,7,8” de Argentina) hicieron foco en ellos, algo que les provocó una notoriedad poco habitual. “Estamos muy contentos por la gran cantidad de mensajes de aliento que recibimos en las calles. Eso demuestra que, por suerte, Uruguay está en las antípodas de Rusia, que aprueba leyes homofóbicas”, afirmó Miranda.

    Hasta ahora, unas 20 parejas del mismo sexo están anotadas para casarse. Otra pareja masculina obtuvo en estos días, de manos del escribano Adolfo Orellano, director del Registro Civil, su libreta uruguaya que legalizó una boda realizada en Argentina.

    Hace apenas tres años, cuando la entonces flamante abogada Michelle Suárez se incorporó al colectivo “Ovejas Negras”, una de las organizaciones del movimiento LGTBI (lésbico, gay, transexual, bisexual e intersexual) uruguayo, hablar de “matrimonio igualitario” era todavía una quimera.

    Después de comprobar que en ese momento era la única abogada del movimiento —relató Suárez a Búsqueda— se fue a su casa y al cabo de unos días regresó con un anteproyecto redactado para instaurar el “matrimonio igualitario”.

    Debió poner mucho esfuerzo e inteligencia, porque había que modificar el Código Civil, una especie de “vaca sagrada” del derecho uruguayo que no se tocaba desde 1856.

    Con el fortalecimiento que le significó haberse recibido con el viento en contra y el conocimiento directo del tema, Suárez se abocó a la tarea de bucear para modificar aquellos artículos que de hecho —porque no estaba escrito— determinaban el acto solemne que consagra la unión monógama entre dos individuos heterosexuales sustituyendo por “cónyuge” allí donde decía “hombre/mujer” o “marido/esposa”.

    “Es la primera vez que la sociedad civil llegaba al Parlamento con el reclamo y la propuesta a la vez” recordó Suárez y advirtió que sería “infantil” esperar una avalancha de casamientos. En realidad, la nueva norma “es un cambio de visión sobre nosotros mismos, que demuestra que no existen utopías para imponer a todo el mundo sino apenas archipiélagos de utopías por los cuales se empieza a transitar”, dijo evocando a la filósofa feminista estadounidense Judith Butler.

    Antes de llegar a eso, esta transexual que desde los cuatro o cinco años se siente mujer aunque nació en el cuerpo de un hombre, recuerda haber tenido una infancia feliz en Salinas (Canelones), una adolescencia turbulenta, sobre todo desde que decidió por primera vez ir al teatro en Montevideo vestida de mujer, y fuerte discriminación en la Facultad de Derecho, a la que asistía como mujer, aunque sus documentos aún decían que era un hombre, según declaró en una entrevista con Montevideo Portal.

    “¿Cuál es la diferencia entre mi caso y el de las otras mujeres ‘trans’? Que a los 15 años, cuando dije ante el mundo que quería ser Michelle, mis padres no me echaron”, precisó.

    Acerca del ambiente en la Facultad de Derecho, fue lapidaria: “Sigue siendo un reducto de mentes que no diría solamente conservadoras” sino que “viven en un Uruguay que por suerte está desapareciendo.”

    Para que el texto de la abogada Suárez llegara a ser votado con amplia mayoría en ambas Cámaras (sólo ocho senadores votaron en contra) antes tuvo que correr mucha agua bajo los puentes.

    Los pioneros.

    Aunque es notorio que los derechos de los homosexuales no pasan únicamente por el casamiento y que a muchos de ellos ni siquiera les interesa, como antecedente inmediato —en 2000— Holanda aprobó la primera ley de “matrimonio igualitario”. Y la experiencia holandesa (igual que en el caso de la marihuana) sirvió como aliento a un movimiento que había comenzado en el siglo XIX y que, al menos tres décadas atrás, había cobrado fuerza en todo el mundo, comenzando por Nueva York y San Francisco, en Estados Unidos (ver recuadro).

    En Uruguay, a fines de la década de 1980, cuando aún predominaba la lógica política de la predictadura, el cura franciscano Pedro Frontini era visto a menudo como extravagante cuando alentó y financió, irritando a muchos obispos y a Roma, una organización llamada Homosexuales Unidos.

    Fernando Frontán, que entonces aún no era pastor, fue uno de los primeros uruguayos que se animaron a “salir del closet” y asumir, primero en radio y luego en televisión, su condición de gay (ver recuadro).

    La fotógrafa Diana Mines, Walter Loriente, Gloria Alves y Marcelo Otero también fueron pioneros locales en defender la diversidad.

    Cuatro mujeres legisladoras heterosexuales apoyaron desde el primer momento a un movimiento que poco a poco fue ganando masa crítica: Margarita Percovich (edila, diputada y senadora de la Vertiente Artiguista), Berta Sanseverino (edila y diputada de Asamblea Uruguay), Daisy Tourné (diputada del Partido Socialista y ex ministra del Interior) y Beatriz Argimón (ex diputada del Partido Nacional), a las que también se sumó el entonces diputado colorado Washington Abdala y los hermanos Rafael y Felipe Michelini, que aún estaban fuera del Frente Amplio.

    Quizá debido a esos antecedentes fue natural que cuando la abogada Suárez, el estudiante de historia comunista Federico Graña, el investigador en derechos humanos Diego Sempol y otros militantes del movimiento que dice juntar a unas 25.000 personas cada año en la marcha del “orgullo gay”, comenzaron a visitar el Palacio Legislativo para presentar el anteproyecto, fueran legisladores del Frente Amplio los primeros en interesarse, entre ellos Sebastián Sabini (MPP), Valentina Rubino (CAP-L), Nicolás Núñez (suplente de la socialista Tourné) y luego la senadora Constanza Moreira (Espacio 609).

    La legitimación.

    La muy relevante figura de Percovich y del entonces intendente de Montevideo, Mariano Arana, del mismo sector político, habían jugado un papel de primer orden en legitimar al movimiento. En febrero de 2005, Montevideo se convirtió en la primera ciudad hispanoamericana y cuarta en el mundo, detrás de Ámsterdam, Nueva York y San Francisco, en contar con una Plaza de la Diversidad Sexual. El discurso de Arana al inaugurar este espacio en Ciudad Vieja marcó historia, aunque también defraudó a algunos integrantes del movimiento que esperaban más compromiso personal de su parte.

    “Si hoy la reivindicación de los derechos de las personas gay, lesbianas o travestis, intersexuales, bisexuales, constituye una bandera, es porque ese derecho natural no es reconocido por el conjunto de la sociedad”, dijo entonces Mines, también integrante de Amnistía Internacional.

    “No nos queda otra que levantar esa bandera y la vamos a seguir levantando hasta que un día vuelva ese fenómeno natural, que es el derecho a la felicidad de las personas a ocupar el ámbito de la privacidad en toda su plenitud y libertad”, sostuvo Mines.

    A pesar del compromiso de Arana y del entonces presidente de la Junta Departamental, Gabriel Weiss, no fue la Vertiente Artiguista ni el Frente Amplio, sino el Partido Colorado el primero en tener en su seno una agrupación de la diversidad (ver recuadro). La idea ahora fue tomada también por el Partido Comunista (PCU), cuya Departamental de Montevideo aprobó —por primera vez en sus 93 años— la creación de una agrupación, a pocos días de distancia de la visita a Montevideo de Mariela Castro, hija del presidente de Cuba y activista de la diversidad en su país.

    La atención y la reacción de los partidos por estos “nuevos” temas —también existe un sector, Diversidad Frenteamplista, y una unidad temática en el partido de gobierno— van de la mano de las encuestas que, en este caso, muetran que hay más gente a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo que en asuntos como la regulación de la marihuana o la despenalización del aborto.

    En el caso del “matrimonio igualitario”, la sociedad uruguaya parece estar a la vanguardia ya que el margen de la votación en el Parlamento fue mayor aquí que en Canadá o en Argentina. Tampoco hubo, como en Francia, manifestaciones multitudinarias en contra.

    Prejuicios y perjuicios.

    La ley ha tenido buena acogida en la opinión pública. El director de teatro Omar Varela, por ejemplo, está de acuerdo con la ley que lleva apenas 15 días en vigor, sobre todo porque otorga los mismos derechos a quienes pasaron toda la vida juntos. “Me parece notable; es una forma de asegurarte desde ese punto de vista pero no me conmueve nada. No sé si es una gran victoria porque creo que hay temas mucho más importantes, como la educación y la salud”. El director de la Compañía Italia Fausta opinó que no está tan seguro respecto a las adopciones (no sólo de homosexuales sino en general) y tiene dudas respecto a que la ley sea tan importante para legitimar a los gays: “Nunca me sentí discriminado; no me interesa el casamiento porque estar casado no significa nada especial; podés querer a la otra persona o no”, declaró a Búsqueda.

    Aunque antes de que se votara la norma la Conferencia Episcopal, que reúne a los obispos uruguayos, emitió una declaración en la que afirmó que sería “un nuevo retroceso”, durante la discusión parlamentaria los promotores se vieron sorprendidos porque, si bien apostaban a ganar votos entre los colorados, no esperaban la adhesión de algunos legisladores blancos. “Tenemos cargadas nuestras mochilas de prejuicios. Debo agradecer esa posibilidad de aprender de los demás, de mirar una sociedad que cambia, de mirar esta realidad que no es nueva, sino percibir lo que es justo”, dijo entonces el senador Jorge Larrañaga, que encabeza las encuestas presidenciales en el Partido Nacional, una colectividad de raíz más conservadora y con más lazos con la Iglesia que el resto del sistema político.

    Información General
    2013-08-22T00:00:00