Un relativo destaque en la “capacidad” gubernamental y de la sociedad para adaptarse a las situaciones de cambio le permite a Uruguay compensar su más bien modesto desempeño en otra área, relacionada con lo empresarial.
Un relativo destaque en la “capacidad” gubernamental y de la sociedad para adaptarse a las situaciones de cambio le permite a Uruguay compensar su más bien modesto desempeño en otra área, relacionada con lo empresarial.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáEstas tres capacidades son las que se evalúan en el denominado Índice de Preparación para el Cambio elaborado por la consultora KPMG y Oxford Economics.
La forma en que un país responde a las transformaciones —anticipándose, mitigando o tomando ventaja de ellas— tiene un impacto significativo en su capacidad para lograr un crecimiento económico sostenido y distribuirlo adecuadamente entre sus habitantes. Al mismo tiempo, la experiencia muestra que aquellos con menor resistencia frente a los shocks tienden a soportar períodos de recuperación más prolongados que los demás, explican los autores.
En la nueva edición de esta medición Uruguay figuró en la posición número 22 del ranking conformado a partir de dicho índice y que abarca a 90 países. Por encima están por ejemplo Singapur (1º), Suecia (2º), Qatar (3º), Nueva Zelanda (4º), Alemania (5º), Chile (11º), Estados Unidos (12º), Francia (15º) y España (21º).
Como la lista se amplió este año, las posiciones no son estrictamente comparables con las ediciones previas.
El peor desempeño de Uruguay fue en el área de capacidad empresarial (relacionada con el mercado laboral, la diversificación y apertura de la economía, la innovación, el clima de negocios, la infraestructura, el sector financiero y la informalidad), donde ocupó el puesto 52º, mientras que en capacidad gubernamental (situación macroeconómica, regulación, reglas de juego, seguridad energética y alimentaria, etc.) y social (capital humano, emprendedurismo, crecimiento inclusivo, demografía, acceso a la información, salud, tecnología, etc.) se posicionó en los lugares 16º y 17º, respectivamente.
Entre las economías de ingreso medio-alto, Uruguay figura después de Chile, Tailandia, Lituania y Kazajistán.
Este índice mide la habilidad de los agentes de un país (gobierno, empresas públicas o privadas y sociedad) para manejar y mitigar los riesgos del cambio, así como para aprovechar las oportunidades que se pueden generar a partir de esas situaciones. Fue elaborado basándose en las respuestas a 21 preguntas de evaluación formuladas a expertos locales (entre cinco y siete por país) y 70 variables de información secundaria de diferentes fuentes (Foro Económico Mundial, Banco Mundial, Unesco, PNUD, etc).
La edición de 2013 del índice confirma una serie de hipótesis, según sus autores.
Por ejemplo, que hay una interconexión entre el nivel de ingreso per cápita de los países y la resiliencia al cambio. Esto porque cuando más alto es dicho ingreso, la tendencia es que las fuentes de financiamiento son mayores, también se dispone de un sector privado con más capacidad, y la estabilidad y eficiencia de los gobiernos son superiores.
Otra constatación refiere al destaque de ciertos países para “exceder las expectativas”. Es el caso de Chile, cuyos resultados en los índices supera al de economías de ingresos altos, como Francia.
Filipinas también sobresalió sobre España, Portugal, Italia y Grecia, cuatro de las economías europeas más golpeadas tras la crisis global que estalló en 2008.