El país “debe plantearse como objetivo fundamental progresar en su nivel de desarrollo con crecimiento inclusivo, apostando a la calidad, a la sostenibilidad ambiental y apertura al mundo”, decía Tabaré Vázquez en un discurso emitido en cadena de radio y televisión, el día que tomó la Presidencia por segunda vez.
, regenerado3
Su gobierno se muestra activo en la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales —el martes 12 se realizó una segunda ronda de negociación para la ampliación del acuerdo con Chile, lo que se espera terminar de discutir en julio— y el propio Vázquez coincidió, al recibir esta semana a directivos de la Unión de Exportadores, en la necesidad de conseguir más mercados. Pero lo cierto es que los datos muestran otra cosa: la apertura comercial está en su nivel más bajo de los últimos años, según cálculos de Búsqueda.
Entre otros factores, el Mercosur está actuando como una “cárcel comercial” y si Uruguay quiere mejorar el aporte del comercio sobre su economía deberá integrarse en otros acuerdos para no “seguir en la misma”, dependiendo de los precios de las materias primas, opinó el profesor titular de Comercio Exterior de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, Marcel Vaillant.
Para 2016 solo hay datos sobre el comercio de bienes. Según el Instituto Uruguay XXI, en el primer trimestre se tramitaron envíos por U$S 1.817 millones, un 9% menos que en el mismo período del año anterior. Las importaciones sin incluir el petróleo y derivados sumaron U$S 1.664 millones; la caída fue de 31,5%.
Apertura.
El año pasado fue el segundo consecutivo en el que disminuyó el comercio de Uruguay con el mundo. El coeficiente de apertura fue 45% y, si bien está por encima del promedio histórico, es el menor desde 2002.
En dicho año —cuando la economía uruguaya estaba en recesión y atravesó una crisis— el coeficiente fue de 38%. En 2003 aumentó a 48%, tuvo otro salto el año siguiente, y después se mantuvo siempre por encima de 55%; su máximo se registró en 2008 al rozar el 65%.
En 2007-2008 se produjo una crisis económica que impactó sobre todo en algunas economías desarrolladas, lo que afectó la demanda de mercaderías. Eso se reflejó en el coeficiente de apertura comercial de Uruguay en los años siguientes —cuando retrocedió a entre 50% y 55%—; desde 2013 se ubicó por debajo de esos guarismos.
Según Vaillant, dicha evolución se explica, entre otras razones, por la baja del nivel de actividad —que impactó fuertemente en las importaciones—, y debido a la menor demanda y baja de precios de algunos productos de exportación en los que Uruguay está especializado.
¿Qué grado de apertura comercial es el más conveniente? Según dijo a Búsqueda el académico, eso difiere para cada país, aunque en general las economías pequeñas como la uruguaya necesitan vínculos fuertes con el mundo. “El nivel deseable para Uruguay es más similar a los registros de 2008, cercanos o mayores a 70%”, aseguró.
Es que, a diferencia de lo que ocurría a fines del siglo pasado, en la actualidad el comercio exterior tiene una incidencia muy alta en el mercado laboral. Una investigación del propio Vaillant y Natalia Ferreira Coimbra para el Departamento de Economía de la Universidad estatal mostró que mientras en 1990 el 15% de los empleos estaban asociados a la demanda externa, hoy esa proporción es prácticamente el doble.
“Canasta de acuerdos”.
Dado el contexto de incertidumbre económica a escala mundial respecto al futuro, según Vaillant, los caminos para aumentar el comercio pasan por “generar una canasta de acuerdos bilaterales útiles para Uruguay y empezar a desplegarla y ejecutarla en los próximos años”. De lo contrario, el país seguirá “en la misma, dependiendo de los precios internacionales”, aseguró.
“En el mundo de hoy, tener mejor acceso a los mercados incrementa las posibilidades de inversión, y la inversión genera acceso. Hay una relación de complementariedad” entre ambos, explicó. Según dijo, “todos los proyectos de inversión grandes han venido con el acceso a los mercados abajo del brazo”.
Y razonó: “¿Quién va a venir a invertir en el sector lácteo en el Uruguay si hay que venderle a Venezuela, que un día nos compra, o nos compra y no nos paga, o tenemos todo atado con hilos? Si tuviéramos un acuerdo con Suiza, que es un importador neto de productos lácteos, en lugar de con Venezuela (…) las fluctuaciones de precios se amortiguan muchísimo”.
Puso otro ejemplo. Venderle a Rusia no es lo mismo que hacerlo a Dinamarca, dijo, ya que si bien puede ser el mismo producto, debe ir acompañado “con más servicios”. Y agregó: “Todo ese mundo de las certificaciones y la calidad de los commodities son servicios, y es esencial” para hacer acuerdos comerciales.
“Es un pecado que Uruguay no acceda con la carne en condiciones de libre comercio a ninguno de los mercados relevantes del planeta, y lo mismo ocurre en el caso de los lácteos”, se lamentó.
Para Vaillant, Uruguay siempre va a ser un país productor de recursos naturales. Por ello “el camino de cambiar la matriz productiva no es en contra” de esos rubros “sino a favor”: “La transformación productiva del Uruguay y la región pasa por rodear de servicios los commodities, más que esa obsesión de industrializarlos”. En su opinión, la única forma de que ello ocurra es que la estrategia productiva y la comercial vayan juntas; “por separado no funcionan”. Por eso, según el experto, cuando se discute sobre competitividad “es un error hablarlo desde adentro”, dado que “en realidad es un fenómeno que va desde lo internacional a lo doméstico” y viceversa.
La “cárcel comercial” que representa el Mercosur es un freno para esa estrategia, sostuvo. Uruguay “tiene que tratar de salir de ella” y para eso necesita obtener la libertad de hacer tratados con terceros, además de “sincerar el acuerdo existente” en el propio bloque. “En ese sentido, lo que está haciendo el gobierno es lo que hay que hacer, poner en la agenda el tema”, expresó.
Según su opinión, la discusión sobre el Mercosur y los acuerdos de libre comercio con otros países “fue llevada a un rincón ideológico del que habría que sacarla”, ya que afecta “el bienestar de toda la población”.
Con relación al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, Vaillant cree que Uruguay “algo tiene que hacer”, ya sea con acuerdos bilaterales o de otra manera.
A su entender, “el principal activo” que tiene una economía reducida como la uruguaya en su inserción internacional es la flexibilidad. “La mayoría de los acuerdos comerciales en el mundo están hechos por economías pequeñas. Porque son poco amenazantes (para otros países) y resultan poco amenazadas”, afirmó.
Argentina.
Acoplarse comercialmente a Argentina en los próximos años es una de las formas de que Uruguay logre mejorar su inserción internacional, sostuvo Vaillant.
Si Argentina logra retomar el crecimiento económico, “eso va a tener un impacto muy importante sobre el sector productivo en Uruguay y en particular la manufactura”. Ello, agregó, le permitiría tener un nivel de internacionalización que “nunca ha logrado, principalmente en empresas medias y más pequeñas”.
En situaciones políticas “normales”, ambos países tendrían que ser “muchísimo más integrados comercialmente”, opinó. Uruguay destina a Argentina el 5% de sus exportaciones, un nivel que a juicio de Vaillant es “ridículo”. Según él, bajo cualquier modelo económico debería ser cuatro o cinco veces mayor; hay actualmente un “comercio reprimido”.