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    Vehículos eléctricos: ¿camino a una nueva realidad geopolítica?

    La gráfica de la semana

    Durante más de un siglo el petróleo jugó un rol clave en la geopolítica mundial. Pero una reconfiguración en ese plano puede venir de la mano de un mercado de vehículos eléctricos en expansión y el cambio hacia combustibles más limpios.

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    Varias de las principales economías mundiales, incluidas Francia y el Reino Unido, establecieron objetivos de eliminación de automóviles con motor de combustión interna, y las empresas armadoras han anunciado inversiones millonarias en nuevos modelos eléctricos, apostando a un mercado que está creciendo a un ritmo de entre 40% y 50% anual, según la consultora McKinsey. En esa carrera, países nórdicos —en particular Noruega— llevan la delantera, como muestra esta “gráfica de la semana” de Búsqueda recogida de un reciente análisis del Foro Económico Mundial (FEM), que a su vez cita el estudio Reglas del camino: la geopolítica de los vehículos eléctricos en Eurasia, fechado en junio y elaborado por el centro de investigación sueco E3G.

    En Uruguay, estimulado por exoneraciones fiscales, el mercado de vehículos eléctricos viene creciendo lentamente. Consultado por Búsqueda, el presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla, estimó que “el futuro de la movilidad es eléctrico, no hay duda. Es un tema de tiempos”. Y aseguró que el sector eléctrico es capaz de responder sin problemas frente a ese fenómeno: si esa pasase a ser la fuente de energía de todo el transporte público —ómnibus, taxis y remises—, la demanda de electricidad crecería 4,2%. Y si, además, se sumaran los autos particulares y los camiones, “en el momento en que eso llegue a pasar algún día, dentro de 40 o 50 años”, significaría que “el sector del transporte no va a ser más de 15% o 10% de la energía eléctrica que se va a generar, distribuir y comercializar en el país”.

    “También las actividades productivas es factible pasarlas a eléctricas” y, en ese contexto, “claramente, Ancap está visualizando ese futuro. Y no es casualidad que esté trabajando ya, viendo cómo es la movilidad, el tema del hidrógeno, que es una oportunidad importante asociada a las flotas pesadas, etcétera, buscando reformularse como una empresa energética con un servicio distribuido, en conocimiento, justamente, de la demanda”, señaló Casaravilla.

    Energía y geopolítica. Según proyecciones citadas en el análisis del FEM, la penetración a escala mundial de los coches eléctricos aumentará lo suficiente como para aplastar la demanda de petróleo entre 2020 y 2030, e incluso podría provocar su reducción desde entonces.

    En su análisis, esa institución afirma que un crecimiento rápido del mercado de vehículos eléctricos tendría repercusiones geopolíticas: podría ser un catalizador hacia una mayor cooperación o, más preocupante, convertirse en una fuente de conflicto en varios campos.

    Primero, en el comercio. La integración de los mercados globales de vehículos eléctricos puede aumentar las tensiones si afecta a las ensambladoras tradicionales, particularmente de la Unión Europea, Estados Unidos (EE.UU.) y Japón, donde la fabricación de coches es una fuente importante de empleo y crecimiento económico. Los países que se quedan atrás con los vehículos eléctricos y baterías podrían responder imponiendo aranceles y otras barreras de entrada.

    En segundo lugar, en seguridad energética. Si la electrificación reduce la demanda de petróleo, los ingresos fiscales asociados al crudo podrían disminuir en los países productores, muchos de los cuales se ubican en regiones que ya están con riesgo de inestabilidad. Esto también podría reequilibrar la dinámica geopolítica entre los productores y consumidores de energía, incluidos EE.UU. y China. El gigante asiático clasificó los vehículos de nueva energía como una “industria emergente estratégica” en 2010 y está invirtiendo no solo para liderar en esa tecnología, sino también para reducir su dependencia de EE.UU. para proteger su suministro mundial de petróleo.

    Tercero, sobre el acceso a los recursos. Si no ocurren grandes avances tecnológicos, los vehículos­ eléctricos conducirán a una mayor demanda de cobalto, níquel, litio y otros minerales estratégicos. Algunas de las mayores reservas de las materias primas necesarias para la producción de baterías de iones de litio se encuentran en Estados frágiles, como la República Democrática del Congo. En ese contexto, el riesgo de inestabilidad y conflicto podría elevarse.

    Un último punto advertido por el FEM refiere a posibles implicancias sobre el sustento económico de ciertos sectores sociales. Si, como se espera, la creciente adopción de vehículos eléctricos reduce los ingresos de la industria petrolera, se verán afectados los inversores institucionales a escala mundial, incluidos los fondos de pensiones, lo que representa un riesgo financiero para los consumidores.