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    Wyndham Clark ganó el US Open y subió al puesto 13 del ranking

    Antes de convertirse en grandes figuras, la mayoría de los jugadores que han marcado época en el golf cometieron errores determinantes en algún momento de sus carreras. Lo saben —porque lo vivieron— Walter Hagen, Sam Snead, Arnold Palmer, Jack Nicklaus, Gary Player, Severiano Ballesteros, Tiger Woods, y la lista podría seguir largamente. En el golf, como repetía el maestro Roberto De Vicenzo, “se pierde mucho más de lo que se gana”.

    El aspecto psicológico juega un rol preponderante en la competencia de alto nivel. Los errores son parte del juego y, entonces, lo decisivo es cómo cada golfista se sobrepone a ellos y el aprendizaje que logra de las frustraciones.

    En la tarde del domingo 18, el norirlandés Rory McIlroy falló el green con su wedge desde una distancia de 120 yardas, algo bastante fuera de lo común en ese nivel. Terminó haciendo bogey en el par 5 del hoyo 14 para literalmente “regalarle” el US Open a Wyndham Clark. El golfista estadounidense, jugando en el grupo final, terminó haciendo birdie en ese hoyo y sacó una ventaja definitoria de dos golpes a falta de cuatro hoyos.

    Al fin y al cabo, con una tarjeta de 70 golpes en esa ronda y un acumulado de 270 se quedó con el primer Major de su carrera. El brillante triunfo de Clark lo catapultó, a sus 29 años, al puesto 13 del ranking mundial. Además, recibió un cheque por US$ 3,6 millones de los US$ 20 millones que repartió el campeonato en premios.

    McIlroy quedó a un solo golpe detrás y sumó una nueva frustración. El norirlandés arrastra una larga sequía de nueve años sin ganar un Major. Su última victoria se dio en el British Open en el Royal Liverpool en el 2014.

    Entre los nueve golfistas de la región que participaron, el chileno Joaquín Niemann fue el que tuvo mejor desempeño. Con un acumulado de 283 golpes terminó en el puesto 32, mientras que el colombiano Sebastián Muñoz quedó en el 49.

    El US Open premia también al mejor golfista amateur de la competencia. En esta edición el más destacado fue el estadounidense Gordon Sargent, quien terminó en el puesto 39 con un score de 284 impactos.

    A la espera del British Open, cuarto y último Major de la temporada que se disputará en el Royal Liverpool a mediados de julio, ya está claro que ningún golfista podrá lograr el Grand Slam. Hasta ahora, Jon Rahm se quedó con el Masters de Augusta, Brooks Koepka con el PGA Championship y Clark con el US Open.

    Los Angeles Country Club.

    Fiel a su política, la United States Golf Association (USGA) designó en el 2014 a Los Angeles Country Club como sede de su campeonato más importante. Fueron 75 años que pasaron para que el US Open volviera a jugarse en California y una vez concluido el certamen quedó muy claro que el campo de juego fue la gran nota de destaque más allá del triunfo de Clark.

    El score ganador de 10 golpes bajo el par del campo para los 72 hoyos refleja lo desafiante de la cancha. Una vez más, la USGA logró su propósito de imponer condiciones difíciles al juego con un denso rough, superficies de greens muy rápidas y posiciones de banderas complicadas.

    El desarrollo de la competencia

    El récord de cancha logrado el primer día de juego por parte de Rickie Fowler y Xander Schauffele con un recorrido de 62 golpes, además de otros 35 golfistas jugando bajo el par de la cancha, es evidente que prendió las alarmas de la USGA. La gran pregunta era cómo reaccionaría la asociación para proteger por el resto del torneo al “mayor desafío en el mundo del golf”, idea con la que define al US Open.

    En la segunda jornada, los scores fueron más normales, ya que la USGA determinó posiciones de banderas muy complicadas, además de darles un doble corte a los greens, los cuales se pusieron muy rápidos. Con una tarjeta de 68 golpes y un acumulado de 130 impactos, Fowler igualó el score más bajo para los 36 hoyos en un abierto de los Estados Unidos. El corte clasificatorio en esa ronda quedó establecido en 142 golpes y 64 golfistas siguieron en competencia.

    En la tercera vuelta, una tarjeta de 70 golpes dejó a Fowler en lo más alto de las posiciones pero igualado con Clark, ambos con un acumulado de 200 golpes para los 54 hoyos. McIlroy esperaba un golpe detrás.

    La definición

    Jugando en el grupo final en las dos últimas rondas, Clark manifestó con gran serenidad que iba a jugar “tratando de ser agresivo y disfrutando el momento”. El golfista, que había ganado un mes atrás su primer título en el PGA Tour, mostró en la ronda definitoria una gran concentración y un control total de su juego. No se dieron grandes scores, salvo los 63 golpes logrados por el inglés Tommy Fleetwood.

    El liderazgo de la competencia fue alternando entre varios golfistas, lo cual aumentaba la incertidumbre y la tensión en Los Angeles Country Club. McIlroy acertaba greens pero no embocaba, y ya es sabido que no se ganan torneos sin un buen juego sobre el green. El año pasado, en el British Open disputado en el Old Course de Saint Andrews, el norirlandés acertó los 18 greens pero hizo 36 putts para terminar perdiendo por un golpe ante el australiano Cameron Smith.

    La historia volvía a repetirse hasta que llegó el fatídico hoyo 14, donde desde el centro del fairway McIlroy terminó haciendo bogey para dejarle el camino libre a Clark, quien en ningún momento sintió la presión de liderar un Major. Ganó en forma justa y clara.

    La palabra del campeón

    Con el hermoso trofeo y la medalla de oro Jack Nicklaus —símbolo de victoria en el US Open—, Clark se mostró por demás emocionado en la entrega de premios, sobre el green del hoyo 18. “He trabajado mucho para llegar a este momento, solo mi equipo sabe cuánto me esforcé para mejorar y llegar de la mejor manera a este US Open”, dijo.

    El campeón contó que el triunfo del mes pasado en el Wells Fargo fue un punto de quiebre. “A partir de ese momento me convencí de que podía ganar en el PGA Tour”, dijo.

    Sobre el desarrollo de la competencia, reconoció que perdió algo de ritmo en la mitad de la ronda final. Era consciente de cómo venía el resto de los competidores y sabía también que tendría que recuperar pie en los nueve hoyos que quedaban. “Confieso que me sentía en paz, estaba en calma. El segundo tiro del hoyo 14 fue totalmente decisivo, me devolvió mucho”, afirmó Clark.

    El golfista que había anunciado en lo previo que “jugaría en forma agresiva y disfrutando el momento” tuvo su gran recompensa.