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    Zoológicos tienen problemas para mantener a animales: enfermedades, cazadores furtivos y la vida en cautiverio impactan en su desarrollo

    “No los podemos soltar”, “se morirían”, “no sabe vivir solo”, “depende de que nosotros le demos de comer”, “está viejo y enfermo”. Comentarios como estos se repiten entre los veterinarios y encargados de zoológicos y parques que mantienen animales en cautiverio en todo el país.

    La gestión es complicada. Los animales exóticos —como los leones, hipopótamos y tigres— no se pueden liberar, porque no forman parte de la fauna local y además en Uruguay muchos de estos ejemplares ya son viejos. Luego están los nativos que correrían peligro si son liberados: algunos, como la osa en el zoológico de Salto, han vivido toda la vida en cautiverio y no saben proporcionarse su propio alimento. Otros, como los jaguares del Parque Lécocq y los del zoológico de Tacuarembó, no podrán nunca vivir en libertad porque la caza furtiva constituye un peligro constante para la especie. También hay animales enfermos, como la loba marina de San Carlos, que tiene problemas en la piel, cuya reintroducción a un medio natural pondría en peligro a otros de su especie por riesgo de contagio.

    ¿Soluciones? Hay de las más variadas. Desde tratativas con la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) para liberar numerosas especies nativas (como las de Pan de Azúcar) bajo estrictas condiciones para no alterar el medioambiente, hasta la llegada de animales del exterior para acompañar a solitarios ejemplares exóticos (como el próximo arribo de más hipopótamos a Durazno para acompañar a la única hembra que hoy vive allí).

    San Carlos sin zoo.

    Es sábado de mañana y está soleado, promete ser un caluroso día de marzo en San Carlos, Maldonado. El humo comienza a salir de uno de los parrilleros mientras se instalan mesas y globos. A pocos metros hay carpinchos, gansos, venados de campo y una gran variedad de animales. Este es el Parque Municipal Medina, antiguamente conocido como “el zoológico”. Ahora está en etapa de redefinición y apuntará a ser un espacio recreativo y educativo con mejoras para la fauna.

    Los monos ya no están. A escasos metros de nuevos y coloridos juegos infantiles quedan las despintadas y semidemolidas jaulas de hormigón donde se alojaban los monos y unas pocas aves se exhiben en jaulas de dos metros de altura muy poco iluminadas. La loba marina está sola. Se amplió su piscina pero no sabe alimentarse por sí misma y una enfermedad en la piel impide considerar su liberación.

    La gestión es complicada. Los animales exóticos —como los leones, hipopótamos y tigres— no se pueden liberar, porque no forman parte de la fauna local y además en Uruguay muchos de estos ejemplares ya son viejos.

    Dardo Cardozo trabaja allí hace más de 30 años en tareas de mantenimiento y alimentación de los animales. Le da una cierta nostalgia la partida de algunos, espera expectante los cambios y lamenta la pérdida del león. “Lo criamos desde chiquito”, recuerda. El león falleció en 2017 tras una sobredosis de anestesia cuando los veterinarios intentaron dormirlo para trasladarlo a una reserva de Estados Unidos. “¡Yo estaba ahí, lo vi morir!”, comentó cabizbajo.

    El manejo de los animales exóticos es un desafío para los veterinarios. El diario El País informó este lunes que otro león, del zoológico de Durazno, falleció tras una intervención veterinaria. Al intentar curarle una herida sufrió un paro cardíaco tras el forcejeo.

    Pan de Azúcar.

    Hace una semana comenzaron las obras de remodelación de los recintos de los felinos en la Estación de Cría de Fauna Autóctona (ECFA) de Pan de Azúcar. Era necesaria una adaptación porque hacía “muchos años” que no se reformaban y “hoy en día la concepción de los zoos modernos es contemplar las condiciones de bienes­tar animal”, comentó a Búsqueda Brenda Bon, directora de la ECFA.

    Habrá encierros nuevos para los tres jaguares que duplicarán las dimensiones actuales: serán de 40x20 metros y a cielo abierto, con más árboles y lagos. Luego les llegará el turno a los zorros, gatos monteses y venados de campo.

    El veterinario Hugo Arellano explicó que hay animales que es “imposible” liberar porque no saben cazar, y recordó un caso de una hembra jaguar que escapó por un corte de alambrado intencional y murió. La reserva hace liberaciones de especies nativas. En el último año liberó unos 70 buitres de cabeza negra y gatos monteses. Está en trámite con la Dinama la liberación en áreas del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de coatíes y carpinchos.

    Durazno y Atlántida.

    “Los animales cambiaron al 100% el ambiente en el que viven”, dijo a Búsqueda la bióloga María Ruiz, técnica en bienestar animal del Bioparque de Durazno. Allí ya no hay zoológico, se llama bioparque. Con más áreas verdes y arboladas, el abandono de las viejas jaulas de zoo y una nueva área educativa, fue reinaugurado en noviembre de 2017.

    La osa y los pecaríes estaban en encierros sin poder ver un horizonte, en fosas con piso de portland. Ahora pueden olfatear, explorar. Andrés Viana, coordinador de Turismo de Durazno, destacó que a la osa le cambió hasta el color del pelaje, que está más brillante. Las condiciones de encierro de los pecaríes eran “bastante duras” y tras el cambio “vimos a uno aprender a correr en el campo”, recordó Ruiz. Tanto fue el cambio que varios animales comenzaron a reproducirse. En menos de un año nacieron cuatro jabalíes, siete pecaríes y una decena de ciervos. Eso implica un mayor presupuesto en alimentación y se maneja la posibilidad de reinsertarlos a la naturaleza, ya que son nativos.

    El plan de la Intendencia de Canelones es transformar el zoológico en una reserva de fauna marina donde se rehabiliten animales, similar a la SOS de Punta Colorada que está al final de la playa de San Francisco, en Maldonado.

    Los felinos como el puma y el jaguar pasaron de jaulas de 4x4 metros a predios de 3.000 metros cuadrados con árboles y aguadas. El bioparque tiene unos 400 animales y esperan la llegada de dos hipopótamos de Colombia para acompañar a la solitaria hembra de Durazno.

    En el zoológico de Atlántida, por otro lado, quedan muy pocos animales debido a que se está intentando enviarlos a otros recintos que tengan mejor capacidad. En ese marco, la loba marina está sola en una pequeña piscina de fibra de carbono. “Nos da tremenda lástima, pero no podemos hacer nada”, dice Hugo Romego, encargado del zoológico. Está pasada de expectativa de vida y no pueden trasladarla porque se moriría mientras la llevan. “Intentamos tenerla en las mejores condiciones posibles”, admite.

    Una cierva, también vieja, comparte un pequeño predio con ñandúes y gansos. Cuatro monos caí ocupan la antigua jaula del tigre Timur, que murió hace años. Un mono verde está solo en una pequeña jaula, porque como es de distinta especie, no se lleva bien con los demás e incluso los veterinarios temen por el contagio de enfermedades.

    A su vez, una coneja comparte una pequeña jaula con 50 cuises, porque tuvo cría y hubo que alejarla de los otros conejos que habitan con los gallos. “El lugar es chico y los vamos redistribuyendo según el espacio y cómo se lleven entre ellos“, dice Romego.

    El zoológico ya no recibe más animales pero cada cierto tiempo alguna familia trae uno herido para que pueda ser curado, y los encargados no pueden negarse.

    El plan de la Intendencia de Canelones es transformar el zoológico en una reserva de fauna marina donde se rehabiliten animales, similar a la SOS de Punta Colorada que está al final de la playa de San Francisco, en Maldonado.

    Romego también es encargado del exzoológico de Canelones, hoy convertido en una granja ecológica. Allí se agrandaron los espacios para los animales y los de más porte se donaron a otros zoológicos.

    “Era una vergüenza”.

    El zoológico de Salto tiene aproximadamente tres hectáreas de predio en el que viven 150 especies. Tres leones, tres tigres, un búfalo y un oso son los animales más grandes que hay.

    El establecimiento se viene agrandando hace años para que los animales tengan más espacio para moverse. “Antes era una vergüenza”, comentó un funcionario. Hoy, los animales de gran porte disponen de un predio de 80 metros con pasto natural y agua. Pero, por seguridad, de noche duermen en las jaulas de cemento donde antes pasaban todo el día. Para mejorar el lugar donde duerme, una vecina donó un aire acondicionado para la osa, que se lo prenden antes de que vaya a dormir.

    Los coatíes, por su parte, andan sueltos por el zoológico y se mezclan con la gente que los visita. Pero al mismo tiempo, muchos gatos huesudos merodean por los alrededores y algunos se meten dentro de los predios. Los gansos comparten lugar con otras especies y ofician de vigilantes por si alguien decide romper el tejido para sacar a los animales, como ha sucedido en algunas oportunidades.

    En el zoológico de Tacuarembó hay diversas especies de felinos: un yaguarundí, gatos monteses y un jaguatirica, así como jaguares y pumas, que no pueden liberarse debido al riesgo de que los maten los cazadores.

    Algunos animales todavía no tienen espacio suficiente. Cinco jabalíes ocupan un pequeño lugar con piso de hormigón, separados por una pared, ya que en caso de estar juntos, los machos se pelean.

    El próximo paso de remodelación será construir nuevas jaulas para los monos. “Ya está aprobado por la intendencia y servirá para que tengan más espacio. Lo importante es que los animales están bien alimentados”, dijo el funcionario.

    La situación es distinta en San José, donde se ubica el jardín zoológico municipal dentro del Parque Rodó. Ese recinto alberga actualmente a unos 250 ejemplares, mayoritariamente aves y mamíferos autóctonos, y se encuentra en proceso de cierre desde hace unos siete años, explicó a Búsqueda el director general de Paseos Públicos del departamento, Gustavo Bares.

    Muchos de los animales ya fueron enviados a establecimientos extranjeros. Pero también otros recintos nacionales abrieron sus puertas para recibir a varios mandriles, mientras que buitres y águilas rapaces fueron liberadas.

    Según el director, la idea es no renovar ninguna de las especies a medida que fallecen o se trasladan, como es el caso de los monos capuccinos, los cuales esperan morir ahí de vejez.

    Por otro lado, en el zoológico de Tacuarembó hay diversas especies de felinos: un yaguarundí, gatos monteses y un jaguatirica, así como jaguares y pumas, que no pueden liberarse debido al riesgo de que los maten los cazadores.

    La socialización entre especies es algo que ha caracterizado la gestión del director Aquiles Chaer, conocido en las redes sociales a causa de fotos donde se ven cachorros con jaguares o monos jóvenes. Según el jerarca, esta vinculación es favorable para los animales debido a las condiciones de cautiverio en la que se encuentran.

    Hay de todo.

    En Mercedes se ubica el Parque Didáctico y Recreativo Mauá, un predio de una hectárea y media en el que conviven unas 109 especies. Según el responsable del zoológico, Alejandro Pasilio, el criterio para albergar a los animales no se define por autóctonos o introducidos, sino que el concepto “es más general y hay de todo”.

    En 2016, tras recibir durante años los reclamos de vecinos, cerró el zoológico de Rocha, y un gran número de animales fueron trasladados a una reserva privada en Canelones.

    “El animal de mayor porte que tenemos son las llamas. Y luego tenemos desde culebras hasta monos boxeadores y babuinos”, explicó Pasilio a Búsqueda, quien reconoció que actualmente no cuentan con una política definida en cuanto a la reposición y traslado de animales.

    Por otro lado, en Montevideo funciona un zoológico repartido entre el Parque Lécocq y Villa Dolores. En el primero, la fauna nativa se ubica dentro y fuera del establecimiento, en el área protegida cercana a los humedales del río Santa Lucía. En Villa Dolores, mientras tanto, varios animales aguardan para ser realojados a espacios más grandes o enviados al Parque Lécocq, que en ocasiones recibe a especies que llegan por decomiso y tráfico. Meses atrás, la Dinama trasladó a dicho recinto aves exóticas del zoológico clandestino del sindicalista argentino Marcelo Balcedo, entre ellas guacamayos y un loro hablador.

    Zoológicos cerrados.

    En 2016, tras recibir durante años los reclamos de vecinos, cerró el zoológico de Rocha, y un gran número de animales fueron trasladados a una reserva privada en Canelones.

    El zoológico de Paysandú terminó por cerrar en 2016. Junto con las ONG Amigos de los Animales y Animales sin Hogar se encargaron de reubicar a todos los animales y algunos fueron liberados. En ese predio se construirá un jardín botánico luego de que ganaran un fondo concursable de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto.

    Otro zoológico que cerró y cambiará su fisonomía es el de Treinta y Tres. Los animales fueron distribuidos en las distintas reservas del país, y en el predio se construirá la nueva terminal de ómnibus.