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    Zubía será precandidato colorado para dar una visión “más represiva” en el tema seguridad

    Gustavo Zubía, el exfiscal penal, finalmente será precandidato presidencial. Quería serlo en el Partido de la Gente para competir con el líder de ese grupo, Edgardo Novick, pero su intento desencadenó una crisis interna que provocó el alejamiento de Zubía y del diputado Guillermo Facello.

    En cuestión de días, Zubía tramitó su ingreso al Partido Colorado y esta semana envió una carta a las autoridades partidarias para manifestar su intención de competir en la interna.

    Zubía dijo a Búsqueda que tiene “afinidad” con el partido y recordó que algunos familiares integraron sus filas. Además, rechazó el mote de ser un hombre de derecha, aunque reconoció que viene de una línea de pensamiento “más represiva, más sancionatoria”. Dijo que discrepa con la pena de muerte, la cadena perpetua o la posibilidad de un quiebre del “orden institucional”. “Te lo está diciendo un tipo que tiene en su sangre el apellido Zubía”, dijo en alusión a su padre y su tío, Eduardo y Rodolfo, generales del Ejército durante la dictadura.

    —El Partido Colorado aprobó a su agrupación y ahora planteó ser precandidato. ¿Cómo se siente en este nuevo rol?

    —Este nuevo rol tiene varias casillas. Una casilla es entusiasmo y ganas, y en eso, 10 puntos. Otra casilla es rendimiento físico-intelectual-emocional, nueve puntos. Después está la casilla apoyo económico, dos puntos, pero hay promesa de llegar a cuatro. Y la casilla “aparato” tiene dos ramas, una es cantidad de gente dispuesta a seguirme, mucha, eso se nota a nivel de calle; y la otra rama es el aparato de partido para trasladar a la gente. Tener el aparato es complejo, sobre todo después de la separación con Facello, que era el hombre que manejaba las estructuras. Ahí estoy construyendo contrarreloj.

    Lo que sí es que es un hecho evidente que hay mucha gente que piensa como yo en materia de seguridad; en educación estoy ingresando ahora, y hay otras áreas donde tengo que decir que estoy en déficit porque obviamente no son las especializaciones mías. Mi línea tendrá diferencias con otras visiones de candidatos que están más acá de lo que yo llamo la línea Maginot, que es la separación con el Frente Amplio.

    —¿Por qué el Partido Colorado?

    —Recibí un WhatsApp de una persona conocida del Partido Colorado que me dijo: “Bienvenido a la casa central después de haber andado por las sucursales”. El Partido de la Gente se conformó con dos grandes vertientes de gente que venía del Partido Nacional y del Partido Colorado. A mí me vino a buscar para integrar el Partido de la Gente un primo que tiene la vertiente colorada. Cuando esa línea no prosperó, fue muy natural ir para el Partido Colorado. Mi viejo era colorado independiente, mi hijo participó con Pedro (Bordaberry); es decir, hay una afinidad con un partido que a la vez de ser un partido de instituciones largas, hizo una obra de crecimiento del país, de estabilidad política. Sanguinetti para mí es un hombre que dio estabilidad al país, lo voté siempre; también voté al Partido Nacional en el balotaje. No me siento para nada incómodo dentro de la estructura del Partido Colorado.

    —¿Qué lugar busca ocupar en el Partido Colorado? ¿Sus propuestas lo pueden ubicar en la derecha?

    —Tengo una perspectiva de que el ser humano es claros y oscuros. Y los oscuros me encargué de conocerlos durante 40 años, y vi oscuridades —las sigo conociendo hoy— mayúsculas. Vengo de una línea más limitativa, más represiva, más sancionatoria, sobre todo en seguridad. Hay que hacer muchísimas reformas en seguridad y en áreas aledañas como en la educación. Quizás las reformas educativas tienen que tener un marco más amplio de sospecha ideológica. ¿Qué significa eso? Que la educación no puede estar teñida de ideología. Hoy es dogmática. Puede haber complementación entre ideas que son más duras e ideas en donde hay una orientación que apunta más a excelente en la planificación.

    —¿Qué busca con su candidatura, complementar otras propuestas?

    —Creo que llego en un momento apropiado, al partido le falta un ala, que no va a ser un ala muy de izquierda dentro del partido. Yo no me considero un tipo de derecha, pero sucede que determinadas apreciaciones sobre racionalidades a veces se le imputan a la derecha. Yo no estoy de acuerdo con la baja de la edad de imputabilidad, no estoy de acuerdo con la cadena perpetua, no estoy de acuerdo con la pena de muerte. Es más, he recibido críticas cuando hago mis charlas y no digo que quiero pena de muerte o cadena perpetua. O por qué no puedo avalar el rompimiento del orden institucional. Ojo que no me lo plantean en joda. Yo digo que discrepo absolutamente y te lo está diciendo un tipo que tiene en su sangre el apellido Zubía y quien es un poco memorioso la tiene clarísima. Quizás yo herede la sangre más intensamente golpista de este país. Pero eso es sangre, otra cosa es intelecto y corazón. Mi propio viejo sostenía la necesidad urgente de devolver el poder al sistema político. En mi herencia viene un ADN medio turbio, pero conjuntamente viene una vacuna contra eso.

    —¿Cómo se siente en este rol de político y más ahora que es precandidato?

    —No puedo decir que no soy político. Me siento bien en el ambiente político en la medida que pueda seguir hablando así, diciendo que el bicho humano es jodido. Así que por favor, Doña María, no me crea ni a mí todo, ni a mengano todo. Todos tenemos cosas oscuras.

    —¿”Hablando así” qué significa?

    —Diciendo que el sistema político tiene su cuota de corrupción, que tiene su cuota de voracidad, y que yo pertenezco a ese sistema, y que mis cuotas van a estar presentes. Que no proyecten en mí: “¡Ay, Zubía, qué divino!”. Zubía va a pelear, pero no es “qué divino”. Me siento cómodo, siento que puedo empujar mucho, pero hablando más directamente y autocriticándome. Me molestan supinamente los discursos de que nosotros vamos a hacer todo y somos Superman. Hay un área que domino, pero no la domino tampoco... nunca fui un tipo muy estudioso, yo soy un tipo más de acción. Mi fuerte está en lo que yo sé, y lo sé por mi experiencia, por piel. A mí no me contaron cómo se indaga a un tipo, en qué circunstancias mata un tipo, las oscuridades de esa naturaleza, quién te canta la justa o quién te está mareando. No soy un fiscalito de probeta, y entonces en ese sentido no voy a estar prometiendo pelotudeces.

    En seguridad me dicen que estoy aprovechando la inseguridad. ¡Sí, señor! Me dicen que llevo agua para mi molino. ¡Claro que lo hago! Porque esto es un desastre, me pasé gritando. Hoy (el director de Convivencia y Seguridad Ciudadana del Ministerio del Interior Gustavo) Leal dice que hay que derogar las libertades vigiladas; lo vengo diciendo hace dos años y cero bola.

    —¿Cuáles son esos proyectos en tema de seguridad?

    —Primero, protocolo de seguridad de (la ministra de Interior Patricia) Bullrich en la Argentina para la operativa en la calle. Ese protocolo es muy intenso en las facultades que le da a la Policía para actuar en la calle. Quizás algún punto es excesivo, pero tiene una cantidad de normativa interesantísima sobre cómo se tiene que utilizar la violencia por parte de la Policía. Inmediatamente tenés que tener un Departamento de Asuntos Internos en serio, que hoy no existe. Que sean los odiados de la Policía, que investiguen para evitar excesos. Pero darle a la Policía la facultad de que, por ejemplo, cuando al individuo se le da la voz de alto y mete la mano adentro de un bolso... ¡ah, querido!, ahí está lícitamente administrada la posibilidad de hacer uso del arma de fuego por parte de la Policía. Si los legisladores, los fiscales y los jueces acompañaran al policía a las tres de la mañana en el Borro en el momento en el que los cagan a tiros, probablemente tendrían otra posición cuando las balas empezaron a zumbar.

    Después, modificar el procedimiento policial para que la Policía pueda actuar cuando hay sospecha de delito. En cuanto a la Ley Orgánica Policial, trabajar sobre el tema de los ascensos, las capacitaciones, cuáles son los méritos, es un tema menos rimbombante pero es profundo. Sobre el CPP (Código del Proceso Penal), es una obra de arte que tiene sus partes buenas y otras horripilantes. La parte buena es la nueva estructura del proceso con un juez en el medio, abogado y defensor. La parte horripilante, que la grité antes de que entrara en vigencia: libertades y beneficios excarcelatorios y beneficios no punitivos y abolicionismo penal (no penar al que comete delito), de lo que ya están de vuelta en Europa.

    —¿En este tema de seguridad no debe estar contemplada también la situación de las cárceles?

    —Un psicólogo que trabaja mucho en temas carcelarios, Gustavo Álvarez, dice que para sobrevivir en una cárcel te tenés que transformar en un psicópata. El sistema no rehabilita. Las cárceles son hoy el lugar donde más se vulneran los derechos humanos en el Uruguay. ¿Quién está permanentemente con acento en las cárceles? El delegado parlamentario, el Parlamento está viendo lo que sucede, el Poder Ejecutivo está viendo lo que sucede, y sin embargo se comen los mocos. Porque entrar en serio ahí es entrar en serio. Es: orden, mando, disciplina, sanción, represión.

    Información Nacional
    2019-04-11T00:00:00