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Andrés Ojeda: “La política me llegó más temprano de lo que hubiera pensado”

Andrés Ojeda, candidato por el Partido Colorado, tiene 40 años, afirma que su experiencia como scout fue lo que lo llevó a meterse en política y su pasaje por la tele, “uno de los mayores insumos” para ejercer esta actividad

En el living, en una mesa ratona, ubicada al lado del sillón, una réplica de Darth Vader, el personaje de la saga Star Wars, contrasta con la luminosidad del ambiente y da la bienvenida (seguro, a regañadientes). Enfrente, debajo de la tele colgada en la pared, un muñeco de Harry Potter parece burlarse con ingenuidad de tanta siniestralidad. Para alivio de los visitantes, sobre la mesada, que separa el living de la cocina, una tasa de Stormtrooper, el soldado imperial de Star Wars, corta el aire amenazante del mayor villano de la galaxia. Los invitados están a salvo.

“Si pudiera, tendría uno de esos (señala al Stormtrooper) en tamaño real parado ahí (señala una esquina sobre el ventanal), sin ninguna duda. Sería perturbador, pero lo tendría”, afirma Andrés Ojeda, candidato a la presidencia por el Partido Colorado, quien recibió a Galería en su apartamento de la rambla del Buceo días antes de que su spot publicitario en el gimnasio se viralizara en las redes sociales y le valiera varias críticas. Claro está, no solo es fanático de Nacional y de los aparatos de musculación, también lo es de los superhéroes y de todos aquellos personajes de ficción que tengan poderes.

En el escritorio, el ambiente es más solemne. Un retrato de José Batlle y Ordóñez, con fondo rojo y marco negro, da la nota. En la pared opuesta, varios títulos universitarios encuadrados reposan sobre una pequeña biblioteca. Sobre el escritorio, el Código de Derecho Penal y otros libros afines a la profesón. Son los textos que, previo a noviembre de 2023, cuando anunció su precandidatura y se alejó de la actividad como abogado, consultaba casi a diario. Según confiesa, su actividad profesional —a veces mediática— fue una de las cosas que más le costó dejar cuando tomó la decisión­ de meterse de lleno en la política.

“Yo pensaba ser abogado y dedicarme a eso toda la vida. No es que hice esto porque no me gustaba lo otro. Al contrario. Pero hay oportunidades que no tenés que dejar pasar”, señala, mate en mano, recién llegado de Rivera, vestido de camisa blanca, chaleco y saco azul. Justamente, de aprovechar oportunidades, el candidato parece saber bastante. “Tenía 35 años y estaba en el grupito de abogados que estaban resolviendo los asuntos grandes del país”, señala con orgullo y algo de vanidad. “En un país tan conservador como Uruguay, donde las canas pesan tanto, es tremendo mensaje”. No es casualidad que se trate del mismo mensaje que pretende dar con su irrupción en la campaña electoral, su eslogan de campaña “El nuevo presidente” y con eso que él da por llamar “nueva forma” de hacer política, que lo lleva a buscar asemejarse al presidente Luis Lacalle Pou.

¿Quién lo cuidó en su primera infancia?

Me cuidaba una señora que trabajaba en mi casa. Mis padres siempre trabajaron todo el día, desde que tengo memoria. Mis abuelos paternos vivían a una cuadra y media de casa, con lo cual también había mucha sinergia con ellos.

Su abuelo paterno era coronel del Ejército.

Fue coronel antes del período de facto, con lo cual yo esa parte no la viví. Nací en el 84. Probablemente haya sido uno de los generales más jóvenes del Ejército, pero decidió irse cuando se tomó la decisión de mantener el golpe de Estado. Era muy amigo de (Liber) Seregni­. Y la señora de Seregni quedó muy amiga de mi abuela.

¿Era frenteamplista?

Sí, por la amistad con Seregni.

¿Se hablaba de política en su familia?

Muy poco. Nada, en realidad. Mi abuela cero. Mis padres tampoco. De hecho, votaron diferentes partidos. Creo que nunca a la izquierda. Y mi abuelo no imponía nada.

¿El ser colorado, entonces, es algo suyo?

100% mío. En mi casa no hay un solo colorado antes que yo. Ahora te diré que tampoco hay colorados, hay militantes míos. No tienen un sentimiento colorado.

Resolvió militar en el Partido Colorado una vez que escuchó a (Julio María) Sanguinetti.

En realidad, todo arranca con la militancia gremial universitaria. Yo entré a facultad en 2002, con 18 años, pelo largo, remera y tenía un bajo en la espalda. Al poquito tiempo empieza la crisis y la facultad es ocupada por un puñadito de estudiantes. Era realmente grave cerrar una facultad así, había familias del interior haciendo esfuerzos enormes para que sus hijos pudieran estudiar. Entonces, empecé a acercarme a un grupo que estaba tratando de revertir la ocupación y di con el Foro Universitario, que tenía filiación similar al Partido Colorado. Entré porque pegué buena onda. Di una mano para levantar la ocupación y me quedé. Un día, era 2002 o 2003, me invitaron a una reunión en la que hablaba Sanguinetti. Fui y acá estoy, veintipico de años después.

¿Cómo se lleva con su madre?

Muy bien. Es la persona que me apoya siempre, incondicionalmente. Es la mayor militante. Si mi hermana y yo estamos donde estamos es porque mi vieja siempre antepuso los intereses nuestros a los suyos. A veces hasta por demás. Alguna vez, cuando nosotros ya éramos grandes, le hubiera dicho: “Ya está, soltá, hacé la tuya”. De ahí para adelante ya es abuso. Ahora tiene a los nietos, que son los hijos de mi hermana, pero eso ya es vivir para ella.

¿Con su padre cómo se llevaba?

Muy bien también. Era un tipo muy inteligente, muy dedicado. Pero uno se empieza a acostumbrar a que la gente no está. Es la forma de funcionar sin extrañar tanto. Falleció en 2013.

Su enfermedad fue una etapa difícil de su vida. ¿Usted lo cuidaba?

Sí, había un cuidado, pero no necesitaba tampoco un cuidado de estar todo el tiempo. Tuvo el mismo cáncer que tiene (José) Mujica. Eso me generó una empatía humana que pasa por arriba de todo. Cuando veo las cosas que le están pasando a Mujica, me lo hace vivir casi que de vuelta. Siempre le tuve mucho respeto a Mujica, más allá de las discrepancias.

De niño fue scout. Varias veces ha dicho que por eso, en parte, está en política. ¿Por qué?

De niño y no tan niño. Empecé de niño, pero me fui bastante grande, con 25 años. Me fui contra mi voluntad, por la fuerza de la necesidad. Lleva mucho tiempo y ya no me daba la vida para seguir cumpliendo. Es un movimiento de formación en valores, donde el servicio es una herramienta educativa para que el niño y adolescente vea que hay otros humanos alrededor­ suyo, que vive en sociedad y algunos no tienen la suerte de tener muchas de las cosas que tiene él. Hoy, para el adolescente o niño promedio, levantar la cabeza del ombligo es un mensaje muy fuerte. Hay una frase que es la frase central del fundador: “Tratemos de dejar el mundo en mejores condiciones de lo que lo encontramos”.

Hay una cosa de trascenderse a uno mismo y pensar en qué podés dar una mano. Creo que no hay actividad de servicio que tenga más impacto que la decisión política. En mi caso te diría que fue 100% eso, porque yo viviría más tranquilo siendo abogado, ganaría más plata, me iría mejor, me estresaría menos, me pelearía con menos gente. Evidentemente, si hacés un cambio de vida de esta magnitud, es porque estás convencido de que algo vocacional te mueve y de que podés influir en la mejora de la calidad de vida de la gente.

¿Cuál fue su primer trabajo y en qué gastó su primer sueldo?

Empecé a trabajar a los 18 o 19 años, en un estudio jurídico, más bien chico. Me pagaban 2.500 pesos, de aquel momento, por mes. Hacía todo lo que se te ocurra, sin ninguna discriminación. No me acuerdo en qué gasté el primer sueldo, pero no me daba para mucho.

¿Está en pareja?

No.

¿Le gustaría estarlo?

Sí. La verdad que en este momento sería algo muy bueno. Tiende a ser difícil en las campañas electorales, pero no descarto nada. Creo que a veces las cosas pasan en los momentos más inesperados.

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Andrés Ojeda, candidato del Partido Colorado

Andrés Ojeda, candidato del Partido Colorado

¿Considera en un futuro tener hijos?

Sí, en algún momento sí. Si me preguntás cuándo, no sé. Porque la agenda este año va a estar complicada. Y aparte tengo que resolver cosas previas.

¿Quién hace las compras en su casa?

Yo, no tengo otra opción. Tengo que sobrevivir. Uso mucho PedidosYa, pero para cosas del supermercado. Yo vivo a pollo y huevo todo el día. Tengo mi propio dealer de huevo y de pollo. Con eso soluciono bastantes cosas, el resto lo pido. Si abro la heladera, vas a ver que todo es pollo y huevo.

¿Es verdad que desayuna pollo y huevo?

Huevo seguro. Hubo un tiempo en que desayunaba pollo y arroz.

¿Pero varía algo la comida?

Ahora sí porque ando mucho en la calle. Si como en casa, como pollo y huevo. Ni lo pienso.

¿No se cansa?

Te acostumbrás. Es muy útil; es bueno para todo. Podés comer otras cosas, como carne roja o pescado, pero el pollo es muy magro y se conserva bien. Si como afuera, me pido pescado o carne roja. Ahora la batalla es con la comida de estación de servicio, porque la vida de ruta te lleva a eso.

Esa alimentación es a raíz del entrenamiento. ¿Cuánto hace que entrena?

Desde 2020, es una consecuencia de la pandemia. Me cambió la cabeza. Ahora pienso mucho antes de comer.

¿Cuántas veces por semana entrena?

En tiempo normal, seis. Ahora, si logro entrenar cuatro días, es fantástico.

¿Toma suplementos?

Obvio. Hice un curso de Entrenamiento, Culturismo y Fitness en Enade (Escuela Nacional de Entrenadores). Los suplementos no son la vida, no cambian tanto. El único que tiene alguna relevancia es la creatina. Todo el mundo anda tomando proteínas y está bien, yo también tengo, pero eso sale de la comida también. Tiene sentido si te falta algo de comida (en tu dieta diaria) o si lo tomás enseguida después de entrenar. Si me preguntás qué tomo yo, los ves ahí (señala la mesada de la cocina). Tengo un multivitamínico, eso sí es importante, una proteína normal y creatina.

¿Hace terapia?

Sí, la reivindico. Por eso tenemos un programa de gobierno que tiene la centralidad en salud mental. Hago desde 2014.

¿De qué corriente?

Cognitivo-conductual. Soy muy militante de esa y no tanto del psicoanálisis. El psicoanálisis es más de fondo, es más de las profundidades. La cognitiva-conductual te da herramientas para sobrellevar tu día a día. Me parece muy funcional.

Recientemente se hizo la carta astral. ¿Cree en la astrología? ¿Lo aplica a su vida o a la política?

Me la acabo de volver a hacer. Miro los horóscopos, confieso. Seguro la astrología me ayuda a entender características mías y a entenderme mejor. Ver dónde mejorar y cambiar para la vida.

Es fanático de los superhéroes. ¿Cuál es su favorito?

Me gustan mucho los superhéroes. Si tengo un rato para ver una película o una serie y hay una de superhéroes o alguno con poderes, seguro miro eso. Me cuesta elegir un favorito. Siempre me gustó Batman, también me gusta Iron Man, que es el sarcástico, el complicado, el difícil. Los que tienen cosas intrincadas de cabeza y todo eso, me gustan, si no es todo muy perfecto. Superman es muy perfecto, muy aburrido­, tiene todo bien. No tiene nada para arreglar.

Sus sobrinos son su debilidad. ¿Qué le gusta hacer con ellos?

Trato de ir a verlos lo más posible. Ellos te exprimen. Desde que llegás hasta que te vas, tenés que darlo todo. Si el juego implica correr como un enfermo, tenés que correr. Si hay que saltar, tenés que saltar. Es así.

¿Dónde compra la ropa? ¿Tiene alguna marca preferida?

Depende, si es ropa de vestir, de trabajo, en lo posible, me gusta que los trajes sean a medida. Tengo dos o tres sastres. No es tanto más caro y es mucho mejor. Cuando sos abogado y tenés que vender un poco de imagen, tiende a ser una inversión interesante. Si te gusta la ropa, después no podés volver a lo anterior. En el resto de la ropa, voy viendo lo que me va gustando en el momento.

Su estudio fue rankeado como “excelente” cuatro años seguidos por la agencia francesa Leaders League. ¿Qué significa eso para usted?

Sí, la última vez fue el año pasado. Es una de las firmas más jóvenes con nivel de rankeo más alto. En un país tan conservador como Uruguay, donde las canas pesan tanto, es tremendo mensaje. Tenía 35 años y estaba en el grupito de abogados que estaban resolviendo los asuntos grandes del país. Fue un espaldarazo fuerte poder estar compitiendo por los principales casos del país, cuando en Uruguay eso no te pasa con 30, 35 o 40 años. Es un buen mensaje para la gente más joven, no hay que esperar 30 años para poder laburar en serio.

¿Es el mismo mensaje que quiere dar en la política? ¿Ser joven no es impedimiento para ser presidente o político de peso?

Exacto.

Amodio Pérez fue el primer caso de peso que tuvo.

El game changer total, en todos los aspectos.

En el laboral y ¿en cuál más?

En el conocimiento público. Fue en agosto de 2015. Yo tenía 31 años. Fue tal la conmoción del asunto, que en la primera semana de las indagatorias tenía cadena nacional a las siete de la tarde: todos los canales de televisión, en vivo, a la salida del juzgado. Tenía que explicar lo que estaba pasando adentro. Al punto que esa semana en Foco, que mide la exposición en los informativos centrales, fui la persona más vista. Más que Mujica, más que Amodio. De ahí para adelante empecé a tomar otros casos de interés público, como Ancap, y después a hacer columnas en televisión. Estuve en varios programas. Hacer tele es de los mayores insumos para la política. Aprender a hacer tele es aprender a captar la atención y a entretener, que es clave para que la gente te mire y poder pasar el mensaje.

¿De niño alguna vez imaginó estar en el lugar donde está hoy?

Capaz que no así. Yo pensaba en ser abogado y dedicarme a eso toda la vida. A mí me gusta eso. No es que hice esto porque no me gustaba lo otro. Al contrario. Pero hay oportunidades que no tenés que dejar pasar. La política me llegó más temprano de lo que hubiera pensado, pero creo que tarde o temprano me iba a pasar. Ahí el universo hace lo que tiene que hacer y te pone donde tenés que estar. Estoy convencido de que hay algo que te empuja a tomar la decisión final. Hoy te diría que no me arrepiento. Pase lo que pase en octubre, no me arrepiento de nada. Si logramos que la coalición gane, estoy cumplido.