Por curiosidad, decidió visitar una casa en venta, la misma en la que ahora vive. “Cuando caminé por la casa y vi lo única y hermosa que era, especialmente el jardín, quedé impresionada”, cuenta Amanda. De vuelta en Estados Unidos, no podía dejar de pensar en ese lugar. A pesar de no hablar español y conocer solo a una persona en Uruguay, se animó a averiguar sobre la compra. Hace tres años se convirtió en la dueña de La Pulpería, lugar que describe como una “casa de ensueño”, un refugio donde pasa cuatro meses del año, compartiendo su tiempo entre Garzón y Boston.
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Adrián Echeverriaga
“Decidí abrir La Pulpería este año y ver si encajaba bien con la comunidad del pueblo”, asegura. “Quiero brindar un espacio donde la gente pueda reunirse. Está inspirado en los postos antiguos que encontrabas en el pasado, aquellos lugares donde un viajero podía sentarse, comer algo y pasar la noche si necesitaba una cama”. Además del café, en el que se ofrecen bebidas naturales, dulces caseros, sándwiches vegetarianos y otras delicias para comer al paso, Amanda alquila una casa en la parte trasera, que se puede encontrar por Airbnb. “Mi plan es dejar que el espacio evolucione. Me encantaría usarlo para retiros de artes curativas, recibir a curanderos e invitados. Me encantaría mantener el café abierto al público sin importar lo que haga con el resto del espacio”, comenta.
La Casa de las Hermanas
En La Casa de las Hermanas, bautizada así en honor a Clarke y Olive, hijas de su fundadora Amber Wright, se respiran aires de alegría y diversión. Desde su apertura en 2022, la tienda conceptual ha evolucionado, y este verano celebró la inauguración de su nueva sede, con planes de seguir creciendo en los próximos años. La propuesta combina arte y diseño sudamericano, piezas vintage, exposiciones y tardes animadas con dj durante la temporada de verano.
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Inicialmente ubicada en un espacio más pequeño frente a la plaza principal, La Casa de las Hermanas encontró en La Pulpería el lugar perfecto para expandirse y renovar su experiencia. “La nueva ubicación no solo nos permitió crecer, sino que también nos brinda un entorno fresco y emocionante para nuestros clientes”, explica Amber.
Enamorada de la energía del lugar, la estadounidense dejó su vida en Nueva York para establecerse junto a su familia en el pueblo esteño. Tras descubrir Garzón por primera vez en 2016 y soñar con una casa de veraneo ubicada allí, cuatro años después el plan dio un giro: se mudaron de forma permanente. “Pueblo Garzón ha crecido con actividades que lo hacen un excelente destino para pasar el día, pero sigue conservando su tranquilidad y encanto”, reflexiona Amber. Su tienda forma parte de esta oferta cultural que crece cada año y busca conectar a los visitantes con la naturaleza, la creatividad y el diseño local.
La Casa de las Hermanas ofrece una cuidadosa selección de marcas, artesanos y artistas de Uruguay y Argentina, entre ellos Ound, Bolazo, Temple, Lanas Garzón, Canario, Tierra Negra, Pika, Floresta, Peype, Gauderia, Tilana, Becca, y las artistas Ana Grajales y Eva Claessens. Este verano, la tienda amplió su catálogo al sumar 25 nuevos creadores. La oferta incluye objetos para el hogar, ropa para niños y adultos, obras de arte, y una selección de piezas vintage curadas en colaboración con Paula Blacona y Nido, tienda de muebles y objetos para la casa ubicada en La Pedrera. “Ha sido increíblemente emocionante hacer crecer esta plataforma y compartir el espacio con tantos creadores talentosos”, destaca.
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Amber Wright junto a sus hijas Clarke y Olive
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Los pisos de damero y las vibrantes paredes de La Pulpería enmarcan un espacio de color, artesanía y delicadeza. En La Casa de las Hermanas conviven manteles de lino, candelabros antiguos, prendas tejidas o teñidas a mano y más piezas. Este marzo, al cierre de la temporada en Pueblo Garzón, Amber llevará por segundo año consecutivo una curaduría de piezas y obras sudamericanas a Estados Unidos, donde presentará un pop-up que celebra la creatividad de la región.
Estudio Garzón
Una barra con bancos altos, un plato que rebosa de limones frescos, una mesa larga de madera y fotografías enormes enmarcadas les dan la bienvenida a los visitantes de Estudio Garzón. Este espacio multifacético fue fundado por la uruguaya Nicole Tuvi y el estadounidense William Hereford, locales del pueblo hace varios años.
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Nicole, productora de eventos y licenciada en Diseño Textil, vive en Garzón desde 2014. Llegó para trabajar con Francis Mallmann como gerenta del Hotel Garzón, cargo que desempeñó durante ocho años. Además, exploró su faceta artística estudiando cerámica y trabajando como asistente de la artista francesa Marie Ducate, que vive entre Garzón y Marsella. En la actualidad, Nicole reparte su tiempo entre sus cerámicas y Mesa Garzón, proyecto gastronómico que fundó el verano pasado con la chef Lucía Soria y cuyas cenas, a partir de este verano, se llevan a cabo en Estudio Garzón.
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Por su parte, William, fotógrafo con base en Nueva York, llegó al pueblo en 2021 para realizar las fotografías del libro Fuego verde, de Mallmann. Desde entonces, se ha establecido en Uruguay y combina encargos comerciales en Europa y Estados Unidos con su trabajo artístico en Estudio Garzón, donde exhibe y vende sus fine art prints.
La idea de un espacio como Estudio Garzón comenzó a gestarse en 2018, cuando Nicole adquirió el terreno. Más tarde, junto con William, el proyecto tomó forma como un espacio creativo y colaborativo que refleja las pasiones de ambos. “Queríamos un lugar donde pudiéramos desarrollar todo lo que nos gusta: mi taller de cerámica y textil, la cocina de Mesa, una tienda, un café y para William, su estudio y galería, un lugar donde pueda dar talleres, y a la vez exhibir todo nuestro trabajo”, explica Nicole. En el estudio, actualmente se exhibe Rural, serie fotográfica de William que se enfoca en las sierras y en Garzón a lo largo de los últimos años.
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Nicole Tuvi y William Hereford
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La oferta de la tienda gira en torno a la mesa y al ritual del comer. Toda la selección de cerámicas —incluyendo piezas de Nicole y de otros artistas—, libros de cocina, artículos de decoración y textiles son objetos para la mesa. Por otro lado, el café busca convertirse en un punto de encuentro en todas las estaciones, desafiando la marcada estacionalidad de Garzón. “Garzón es muy de temporada y creemos que es importante que haya lugares abiertos todo el año”, cuenta la dueña. “Desde que vivo acá, sueño con tener un lugar donde poder tomarme un buen café en julio”.
Mauro Arbiza Art
El artista y escultor uruguayo Mauro Arbiza encontró en Garzón el escenario ideal para desarrollar su propuesta artística, una que combina arte y espiritualidad. Con una carrera de más de 18 años, marcada por su aprendizaje con el artista cubano-estadounidense Manuel Carbonell en Miami, Arbiza lleva casi una década vinculado a Garzón. Lo visita y alquila espacios para instalarse a crear desde hace unos años.
En diciembre de 2024 inauguró su nuevo espacio frente a la plaza principal. La casa, que perteneció a una mujer conocida como Adilsia Sosa, era conocida en el pueblo por su jardín, donde se dice que tenía una rosa negra. En honor a ella, el artista conservará y abrirá al público este espacio verde, transformándolo en un jardín escultórico que llevará el nombre de su antigua dueña. Será un lugar para pasear, meditar y disfrutar.
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Mauro Arbiza Art es un estudio y lugar de exhibición en el que el artista presenta piezas de distintas épocas de su carrera, incluidas sus obras más recientes. Estas incluyen algunas que han sido canalizadas con energía a través del reiki, práctica que su esposa, Melissa Herrera, desarrolla. “Lo mejor de mi obra no se ve, se siente. Es arte con alma, pensada para armonizar y potenciar la energía de los lugares donde se encuentra”, explica.
En el espacio destaca una escultura colgante y plateada que parece un ovni. La obra, realizada en colaboración con su esposa, quien actúa como canal espiritual, contiene alrededor de 30 kilos de cuarzo y está diseñada para meditar. Justo debajo de esta pieza se encuentra un sillón de una plaza, dispuesto para que los visitantes puedan sentarse y conectar con su energía mientras meditan.
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Este enfoque forma parte de un nuevo proyecto de la pareja, en el que crearán esculturas personalizadas, canalizadas energéticamente según las necesidades específicas de cada cliente. “La gente que llega a Garzón suele tener un alto poder adquisitivo y un gran interés en el arte, lo que lo convierte en un lugar ideal para mostrar mi obra”, comenta Arbiza. “En este pequeño pueblo de 200 habitantes ya hay cinco galerías de primer nivel, y ojalá que en el futuro haya muchas más, para seguir consolidándose como un polo cultural y artístico en la región”.