Días atrás, la ONG SOS Rescate de Fauna Marina informaba a través de una publicación en redes sociales que había aparecido la cuarta ballena muerta en los últimos veinte días en las costas de Maldonado y Rocha.
La iniciativa busca unificar criterios y establecer lineamientos a seguir ante la aparición de ballenas y delfines en las costas uruguayas, así como lograr un registro oficial
Días atrás, la ONG SOS Rescate de Fauna Marina informaba a través de una publicación en redes sociales que había aparecido la cuarta ballena muerta en los últimos veinte días en las costas de Maldonado y Rocha.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSegún relataban, se trataba de un cachalote que había quedado varado en las cercanías a la Barra del Chuy en julio, en el mismo mes en el que también se había registrado el varamiento de una yubarta en José Ignacio y de dos ballenas francas australes en la Esmeralda y Garzón. "Nunca habíamos visto tantos varamientos de animales tan grandes en tan corto período de tiempo", cuestionaban desde la organización.
Sin embargo, aventurarse a considerar si los varamientos de ballenas en Uruguay han aumentado o descendido resulta muy arriesgado, ya que el país no cuenta con un registro único ni tampoco lleva adelante un monitoreo sistematizado de las costas. Tampoco existen en el ámbito local lineamientos claros en cuanto a cómo actuar ante fenómenos de estas características, por lo que cuando aparecen ballenas o delfines vivos o muertos en las playas, todo resulta un poco caótico —los vecinos llaman a los ministerios, a las intendencias, a la Armada e incluso a Prefectura— y la gestión depende del accionar de quienes lleguen al lugar. Estos son justamente aspectos que las autoridades, junto con distintos expertos y agrupaciones sociales, buscan cambiar, al comenzar a trabajar recientemente en una iniciativa para crear por primera vez un protocolo nacional para atender varamientos de cetáceos, explicó a Búsqueda Mariana Ríos, jefa del Departamento de Gestión Costera Marina del Ministerio de Ambiente.
Según explicó la experta, se trata de una herramienta que ya existe en muchos países, por lo que el grupo que comenzó a reunirse en noviembre de 2023 trabajó a partir de protocolos regionales con el fin de “ser más eficientes” en la atención de varamientos, lo que no siempre es tarea sencilla. Es que los animales de gran porte como las ballenas pueden quedar varados en lugares remotos de difícil acceso y las capacidades son limitadas en todas las instituciones, comentó Ríos.
Lo que se busca de esta forma es “tener líneas comunes” de atención, fortalecer las capacidades y tener estipulado criterios sobre cómo actuar ante la aparición de cetáceos tanto vivos como muertos. “Eso es lo que como ámbito de trabajo interinstitucional estamos queriendo promover”, señaló Ríos acerca del grupo conformado por representantes del Ministerio de Ambiente, la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara), las facultades de Ciencias y Veterinaria de la Universidad de la República (Udelar), el Museo Nacional de Historia Natural y expertos agrupados en diferentes colectivos y organizaciones sociales, como la Red de Varamientos de Fauna Marina de Uruguay.
“Cada vez que vara un cetáceo hay mucha movida pública, es un momento crítico, sobre todo cuando el animal vara vivo y lo ideal es tener fortalecidas las capacidades interinstitucionales para poder atenderlo bien, y generar capacitaciones con técnicos de la región que puedan dejar las capacidades instaladas en Uruguay”, explicó la experta. En caso de estar vivo, se debe establecer a dónde llamar, cómo se debe proceder, quién puede manipular al animal y cómo restringir el acercamiento —para evitar que las personas lo toquen en un afán de devolverlo al mar—; y en caso de estar muerto “poder tomar la mayor información posible” de un varamiento, al establecer las causas del deceso o realizar diferentes análisis poblacionales para mejorar la información nacional vinculada a los cetáceos en Uruguay.
“El objetivo es poder articular entre los diferentes actores, estableciendo competencias y llegando a acuerdos para diseñar este nuevo protocolo que será muy importante para el país”, celebró Ríos.
El Ministerio de Ambiente comenzó de esta forma a registrar los varamientos a partir de noviembre, ya que no llevaba un conteo sistematizado, y espera que este nuevo documento ayude a ordenar criterios y a conformar una base de datos oficial. Así, la información que maneja es la misma que ofrece la Red de Varamientos que conforma el ámbito interinstitucional, liderada por Diana Szteren, docente e investigadora del Laboratorio de Zoología de Vertebrados de la Facultad de Ciencias.
Según sus registros, los varamientos de cetáceos en Uruguay varían entre 125 y 137 casos al año desde hace unos cinco años. Pero particularmente en lo que refiere a las ballenas, este año se contabilizaron cuatro varamientos de los 62 cetáceos que llegaron a la costa: una franca austral, dos jorobadas y una que no se pudo identificar por su estado de descomposición. Szteren señaló que el año pasado fueron seis, pero el número más alto se dio en 2021 y 2022, con 17 y 18 casos.
“Estamos dentro de lo normal, no sería algo para alarmarse”, explicó en diálogo con Búsqueda. En esa línea, dijo que todos los años las cifras pueden variar, por lo que “ir llevando los registros ayudaría a empezar a detectar patrones”. De todas maneras, aclaró que se necesitan muchos años de registro para poder analizar fehacientemente, pero “por algún lugar hay que arrancar”. Justamente, el registro único permitiría detectar a largo plazo en qué épocas del año hay más varamientos, en qué zonas y qué especies son las más afectadas. “Es bueno para el país tener bien ajustadas las estadísticas”, agregó.
Consultada respecto de los motivos que pueden provocar la llegada de ballenas y delfines a las costas, la experta explicó que existen muchas razones naturales —como la temperatura de los océanos, la velocidad de las corrientes, las migraciones o los propios ciclos de los animales—, así como vinculadas al accionar humano, como quedar enredados en redes de pesca o colisionar contra embarcaciones, entre muchas otras.
La idea es que todos los actores “usen el mismo protocolo basado en el mejor conocimiento y en la ciencia”, y también “aprovechar a los animales varados que ya están muertos como oportunidades para la investigación, poder tomar muestras y usar el potencial que ofrecen: describir la diversidad de cetáceos de la zona, saber cuándo pasan, si son adultos o jóvenes, si las hembras están preñadas, las medidas de los distintos animales y posibles subpoblaciones”, comentó Szteren. Según dijo, las posibilidades son muchas y la información permitiría responder asuntos de la biología y ecología del animal, para lo cual se debería “unificar planillas” y que la recolección de muestras establezca qué datos tomar, de qué forma y a dónde van las muestras.
“Recién estamos comenzando a trabajar, pero unirnos fue algo muy bueno porque anteriormente se llevaban adelante trabajos de forma independiente y ahora nos pudimos coordinar y estar todos de acuerdo en la necesidad de armar un protocolo colaborativo adecuado a Uruguay y a sus organismos de gestión para responder de manera formal”, dijo la experta.
Paula Laporta, directora de Yaqu Pacha Uruguay, una asociación civil dedicada a la investigación de cetáceos en Uruguay y docente del Centro Universitario Regional Este de la Udelar, dijo a Búsqueda que en el país existen muchos grupos diferentes que trabajan en el tema de los varamientos, tanto investigadores como organizaciones sociales y educadores ambientales. Por eso había “mucha dispersión” y si bien algunos actores trabajaban en conjunto, no había un orden establecido e incluso cada grupo manejaba bases de datos diferentes. “Esto va a ayudar a ordenar todo, ya que a veces a un mismo varamiento iban dos o tres grupos diferentes, y a tener toda la información unificada”, explicó.
Respecto a las cifras de varamientos en las costas uruguayas, Laporta señaló que se necesitan muchos años de datos para llegar a una conclusión sobre las tendencias y poder establecer causa-efecto. “Estadísticamente no hay hoy ningún tipo de robustez en la información”, comentó, y dijo además que si bien es fundamental establecer las causas de muerte —por ejemplo, mencionó que unas de las ballenas francas encontradas tenía marcas de hélice de buque en su cuerpo—, habitualmente no es posible determinar cómo mueren, ya que se precisan estudios que generalmente no se realizan.
“Puede haber muerto antes de llegar a la costa. No lo sabemos y hay que tener ese cuidado, por lo que es muy difícil y no se puede saber si hoy hay más varamientos que antes”, explicó. Asimismo, señaló que los registros en Uruguay son “oportunistas”, ya que no existe un monitoreo sistemático de playas, como sucede, por ejemplo, en el sur de Brasil.