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Científicas uruguayas avanzan en el estudio del parásito causante de una enfermedad que infecta a millones

Este equipo creó una versión miniatura del intestino del gato a partir de células en un laboratorio para inducir y observar la reproducción del parásito que causa toxoplasmosis

Editora de Galería

Un grupo de científicas del Institut Pasteur de Montevideo avanza en el estudio del desarrollo sexual del parásito que causa la toxoplasmosis —una enfermedad que afecta a millones de personas y animales— y logra recrear en un laboratorio la etapa más difícil para investigarlo.

Los gatos son los únicos animales donde este parásito (llamado Toxoplasma gondii) puede reproducirse y formar quistes, que luego eliminan por las heces y, una vez en el ambiente —donde pueden vivir hasta un año—, se diseminan y contaminan el agua, el suelo y los alimentos e infectan a animales y personas. Por eso, este equipo uruguayo liderado por las bioquímicas Saira Cancela y Florencia Sena, y completado por Romina Pagotto, Martina Crispo, María Eugenia Francia y Mariela Bollati-Fogolín, todas mujeres, creó una versión miniatura del intestino del gato a partir de células en un laboratorio.

“Esto de los miniintestinos tiene que ver con poder generar o poder recrear en el laboratorio el tejido del intestino, a partir de células madre adultas de distintos animales, tomando biopsias”, explicó Cancela, una de las principales autoras del estudio. “En este caso partimos de una biopsia de intestino de ratón y tomamos estas células, que pueden dividirse y dar lugar a los distintos tipos celulares del epitelio intestinal, recreando en gran medida al intestino, ya que son estructuras tridimensionales que se autoorganizan, que se renuevan, que tienen una arquitectura muy similar a lo que es el intestino nativo y con los que se puede hacer un montón de cosas”.

El procedimiento

Para esta investigación la Unidad de Biología Celular, donde trabaja Cancela, se unió con el Laboratorio de Apicomplejos, donde trabaja Florencia Sena, en una misión colaborativa. Así, unieron estos dos conocimientos: por un lado, el de la biología del parásito y, por otro, el del modelo a infectar.

Poder hacer una mímica o simularla en el laboratorio de manera in vitro fue un objetivo muy ambicioso para las científicas, que trabajan desde 2022 en el proyecto. “Se sabe que en el intestino del gato hay una composición de lípidos particular que lo hace único para que este parásito se desarrolle sexualmente allí”, explica Sena. Por eso, a los intestinos de laboratorio y las cepas genéticamente modificadas de parásitos se sumó un tercer componente fundamental para el éxito de la investigación: el componente metabólico, una composición de ácidos grasos, principalmente ácido linoleico.

Si bien las uruguayas no son las primeras en recrear el intestino felino, fueron las únicas en unir estas tres patas para lograr este efecto sinérgico que las llevó a inducir y observar la reproducción del parásito en el laboratorio. Este conocimiento permite crear una herramienta inédita en el mundo y abre nuevas vías para entender cómo se transmite la toxoplasmosis y cómo evoluciona el parásito. Los resultados de sus avances se publicaron en la reconocida revista Cell.

Según las científicas, conocer cómo ese parásito se comporta en el intestino de los felinos es fundamental para poder cortar con esa transmisión y con la formación de nuevas cepas.

¿Cuáles son los síntomas de la toxoplasmosis?

Este parásito es asintomático en casi toda la población mundial, aunque hay poblaciones vulnerables, como los inmunocomprometidos, que pueden ser pacientes oncológicos o con VIH. Pero las embarazadas son las más afectadas al infectarse, ya que puede provocar abortos y malformaciones y no solo en humanas, también en animales. “Hay mucho problema de toxoplasmosis en la producción de ovinos, de ovejas principalmente, donde la pérdida de los embarazos es muy recurrente por la aparición de este parásito”.

“Ahora la idea es poder entender cómo se comportan estos estadios para que exista tratamiento en el futuro, una vacuna para los felinos o una droga que pueda cortar esta transmisión sexual que el gato genera, para que aparezcan menos variantes genéticamente diversas en el ambiente que nos puedan enfermar”, explicaron las científicas.

Sin animales de laboratorio

Si bien este parásito se estudia desde hace décadas, uno de los grandes obstáculos era que se reprodujera solo en el intestino del gato, un animal que por considerarse mascota no suele utilizarse en laboratorio. La herramienta desarrollada por las científicas del Institut Pasteur no solo permite estudiar procesos biológicos fuera del organismo, sino que reduce el uso de animales de experimentación.

“Si bien los miniintestinos que generamos parten de animales, de ratones del bioterio del Pasteur, nosotras, a partir de un ratón, podemos generar un montón de organoides y trabajar un montón de tiempo con ellos, entonces la cantidad de animales que usamos por experimento se reduce a prácticamente cero. Y la relevancia fisiológica de tu modelo es bastante alta, o sea, es bastante similar a lo que es la realidad, la naturaleza”, explican. “El intestino del ratoncito o del gato y el miniintestino del laboratorio son muy similares entre ellos. Tanto en la composición celular como en la arquitectura, la fisiología. Entonces, los resultados que tenés son mucho más cercanos a lo que sucede en la naturaleza, pero en un sistema mucho más simple, mucho más controlado, mucho más escalable, mucho más económico”, concluyen.