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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acá“El poder no es un medio, es un fin en si mismo” George Orwell, 1984
En su popular libro "1984", George Orwell describe un mundo distópico dividido en tres superpotencias: Oceanía, Eurasia y Asia Oriental. Estos estados controlan sus territorios con mano de hierro, utilizando la propaganda y la vigilancia masiva para mantener el poder. En el mundo de 2025, Estados Unidos, China y Rusia parecen representar similares fuerzas económicas y políticas, pretenden repartir entre si el resto del globo en áreas de influencia exclusiva y aplican métodos inquietantemente similares a los de la novela en cuanto a cómo manejan la información y la privacidad de los individuos y el culto a la personalidad de sus líderes.
En "1984", las tres superpotencias utilizan intensamente la propaganda para manipular la realidad y controlar el pensamiento de sus ciudadanos. El "Ministerio de la Verdad" de Oceanía reescribe la historia constantemente, asegurando que el gobierno siempre tenga la razón. En el mundo actual, la manipulación de la información también es una herramienta poderosa muy utilizada por las superpotencias y especialmente por sus lideres máximos para difundir propaganda y desinformación, influenciando tanto a sus ciudadanos como a la opinión pública internacional.
La censura es otro aspecto clave en el control de la información. En Oceanía, cualquier forma de disidencia es suprimida, y solo la narrativa del partido es permitida. Similarmente, en China, la censura de internet y los medios de comunicación es estricta, con contenido controlado por el gobierno para evitar críticas o movimientos subversivos. Rusia también emplea tácticas de censura, restringiendo el acceso a plataformas y medios que no se alinean con la narrativa estatal. En Estados Unidos (y en muchos otros países de tradición liberal) es creciente la hostilidad a la prensa independiente.
En "1984", el concepto de Gran Hermano simboliza la vigilancia constante del estado sobre sus ciudadanos, representado a través de las telepantallas, dispositivos omnipresentes que monitorean cada acción. La privacidad prácticamente no existe, y cualquier señal de disidencia es castigada severamente.
En la era digital actual, la invasión de la privacidad ha tomado una nueva forma. Las redes sociales como X, Facebook e Instagram recopilan vastas cantidades de información personal, que pueden ser utilizadas tanto por corporaciones como por gobiernos. Y como han demostrado recientemente, estas empresas ajustan sus algoritmos y controles de acuerdo a los vientos políticos imperantes, con el objetivo de guiar y manipular los vínculos sociales. La vigilancia digital a través de cámaras de seguridad, dispositivos inteligentes y la minería de datos manifiesta una preocupación similar a la planteada por Orwell.
Si bien en Rusia y China el culto a la personalidad de sus lideres tiene orígenes milenarios, y Xi Jingping y Putin siguen esa tradición, en Estados Unidos es un fenómeno reciente, atribuible enteramente a la era Trump. El Gran Hermano de Orwell es una figura omnipresente y venerada, a la que se le atribuyen todas las virtudes y éxitos del estado. De manera similar, Donald Trump cultiva un fuerte culto a la personalidad, presentándose como el único capaz de "hacer a América grande de nuevo" y fomentando una lealtad inquebrantable e incuestionada entre sus seguidores.
Y así, mientras nos adentramos en un futuro incierto, solo nos queda esperar que no terminemos todos con el espíritu quebrado, usando mamelucos grises, cantando himnos al Gran Hermano.
Nota: el texto precedente fue elaborado casi íntegramente por la IA de Copilot; mi único aporte fue hacer la consulta (prompting). Invito al lector a hacerse (o hacer a la IA) las preguntas respecto a cómo seguirá esto.
Ing. Ernesto Bastarrica
CI 1.706.449-1