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    El senador Javier García y el diálogo social

    Sr. Director:

    Alguien o algo golpea a la puerta del senador Javier García y este arde —y echa humo. En octubre pasado se encontró con una derrota que no esperaba y con la novedad de que su lista 40 y sus aliados fueron los más votados dentro del Partido Nacional, superando nada menos que a Aire Fresco. Esta situación, claramente le resulta incómoda, ya que ¿cómo se hace para no embalarse con querer postularse en el 2029 a presidente de la República y, a la vez, aparentar que eso no le importa porque el candidato natural en ese entonces debería ser nada menos que Luis Lacalle Pou?

    No hay forma de saberlo, pero es bueno analizar algunas aristas de su accionar público porque —guste o no guste— García es hoy una de las voces que, ubicado en la derecha del espectro político, ha decidido posicionarse como uno de los abanderados de la lucha ideológica contra la izquierda y todo aquello que tenga algún tinte progresista en nuestro país: su objetivo adelantado ahora es la Presidencia… para él. Si es así, subestimar su evolución puede llegar a ser un error importante.

    Años de andar, denodadamente, trepando. Para ubicarnos, diré simplemente que Javier arranca su actividad política muy joven, a los 20 años de edad o menos, luchando contra la dictadura uruguaya (algo que no tenemos derecho a olvidar), desde el sector de Wilson Ferreira Aldunate. Muy probablemente se le deben haber humedecido los ojos y tal vez hasta le hayan temblado las piernas al escucharlo en la explanada municipal diciendo, en noviembre de 1984, su imponente pensamiento: “Si no somos capaces de asegurarles una vida digna y decorosa a tres millones de orientales, (…), somos unos criminales”. (Verdaderamente una maravilla desde una perspectiva profundamente humanista que resuena todavía hoy).

    García llegaría al Parlamento en el segundo período del Dr. Sanguinetti (1995-1999), perdiendo la banca, recuperándola después, embalándose para ser candidato a la Intendencia de Montevideo, fracasando —como era de esperar— con total éxito, alcanzando después el Senado y luego el Ministerio de Defensa Nacional,1 renunciando luego para dedicarse a la campaña electoral, constituyéndose, además, en un acérrimo opositor al plebiscito de la seguridad social (aunque cierto es que sus argumentaciones siempre fueron muy mediocres y, especialmente, muy ofensivas hacia los promotores, llegando a hablar de fraude —sin que jamás recogiera el guante o hiciera ninguna denuncia penal como le reclamaran desde ATSS).

    En este período como gobernante —si no se olvidó de sus dignos orígenes, y digo lo siguiente en sentido figurado—, todas las noches debió haberse sentido muy dolorido y fallándole a Wilson porque el gobierno que integró fue notoriamente incapaz de asegurarle una vida digna y decorosa a la totalidad de nuestro pueblo.

    Nuevamente al ruedo como opositor. Capaz ahora se sienta más cómodo, y más cuando no deja de tener aspiraciones notoriamente presidencialistas: al respecto, como dicen en mi pueblo, “viva la cara de él”. Mi intención ahora es poner en cuestión algunas de las cosas que Javier ha dicho y seguirá diciendo con relación al llamado “diálogo social”.

    El hombre no se anduvo con chiquitas y declaró que: “Derogar lo que la ciudadanía por más del 60% ratificó en el plebiscito de la seguridad social de octubre no es un ‘diálogo social’, es un fraude a la voluntad popular ampliamente mayoritaria y rematadamente antidemocrático”.2 “No debería ni plantearse, menos aceptarse” (véase en esta última expresión cómo tironea intentando boicotearlo y deslegitimarlo ante la opinión pública), pretendiendo argumentar que es “una vía oblicua para involucrar a la sociedad” en lo que el Parlamento ya laudó. “Sería inexplicable derogar lo que aprobamos y la ciudadanía ratificó”, dijo. “Lo que el PIT-CNT y sectores del Frente Amplio no lograron en el plebiscito lo vuelven a plantear ahora desde el gobierno oficialmente. Así no. No todo ‘diálogo’ es válido. Si es para burlar la voluntad popular, no”, aseveró.

    Pero Javier falta a la verdad y de ese modo deforma la realidad. Usted que me está leyendo pensará: “Bueno, García desde hace tiempo gargantea mucho, pero después no le da la nafta”. Sin embargo, creo que en sus dichos hay toda una visión terriblemente equivocada de la democracia verdadera que no podemos, en modo alguno, pasar por alto, especialmente si tenemos en cuenta que de manera lamentable en nuestro país hay algunos actores, no solamente de la actividad política partidaria, que se han acostumbrado a actuar sin respetar en absoluto las opiniones distintas y hablan o escriben poco menos que con un revólver en la mano.

    Porque, a ver: ¿de dónde saca García que en el plebiscito de octubre pasado estuvo en consideración la Ley 20.130, aprobada por la coalición exgobernante? ¿Quién dijo, y con qué fundamentos, que no votar el Sí era respaldar lo que se había hecho a nivel parlamentario en el 2023, sobre todo, teniendo en cuenta que el Frente Amplio la rechazaba? Consecuentemente, ¿de qué fraude quiere hablar y en qué se basa para acusarnos de antidemocráticos a los que apoyamos antes el plebiscito y hoy queremos un sincero diálogo social?

    Al interpretar el resultado del plebiscito, lo único —sí, verdaderamente lo único— que puede llegar a decirse es que una mayoría no estuvo de acuerdo con dejar escritas algunas modificaciones que promovíamos en la Constitución de la República. Así las cosas: ¿conoce García a alguna persona, y en particular a algún jubilado, pensionista o pensionista a la vejez, que no esté de acuerdo con mejorar sustancialmente las pasividades mínimas (como no lo hizo el gobierno que García integró)? ¿Cuántos trabajadores y trabajadoras en actividad no están de acuerdo con el aumento de la edad jubilatoria? Vista la votación por tramos de edad, se confirma que quienes están en actividad, en una muy amplia mayoría, apoyaron la papeleta del Sí para volver a los 60 años de edad para el retiro.

    Finalmente, si para algo sirvió la campaña a favor del plebiscito, y sirvió para mucho, fue para que todos comprendiéramos que siguen siendo demasiados los trabajadores y trabajadoras que no tienen información adecuada sobre lo que es el régimen de capitalización individual, sus comisiones, sus “rentas vitalicias” y otros vericuetos legales, existiendo una fuerte desconfianza en el sistema mixto (que algunas encuestadoras han llegado a poner por encima del 65% de la ciudadanía).

    Que Javier falte a la verdad, lamentablemente, no es una novedad. No voy a hablar del título de pediatra que nunca tuvo3 porque eso es un tema delicado y muy confuso. Simplemente quiero recordarnos a todos que García, junto con Lacalle Pou (y detrás de él), le dijeron a todo nuestro pueblo a lo largo y ancho del país, durante el año 2019, antes de las elecciones nacionales, que no iban a aumentar la edad jubilatoria. Es decir, no solamente Luis mintió para poder alcanzar la Presidencia, sino que García y sus seguidores fueron tras sus pasos, lo aplaudieron… y en ningún momento luego le recordaron su promesa incumplida una vez que estuvo ejerciendo como presidente.

    ¡Eso sí fue burlar la voluntad popular de una manera escandalosa! Y eso explica que muchos blancos y otros votantes de la coalición de gobierno hayan votado el Sí y, además, no pocos hayan apoyado a Orsi en el balotaje dándole la mayoría necesaria. En cualquier caso, lo que es inobjetable son dos cosas: 1) Lacalle Pou y García sí que mintieron en la campaña electoral del 2019 con relación a la reforma jubilatoria que terminaron haciendo, y 2) del resultado del plebiscito de la seguridad social en modo alguno puede concluirse que el hecho de que el Sí no haya ganado implica un respaldo a la ley que hizo el gobierno de la coalición.

    Los números que valen en una democracia sólida. Javier, después de sufrir notoriamente con la derrota de noviembre, se recompuso y ahora pretende mostrarse como parado en los pedales, a partir de su primer lugar en la interna del Partido Nacional —que sacó apenas el 26% de los votos. Veamos lo que arrojó como resultados octubre.

    Orsi ganó con 1.071.826 votos. La papeleta del Sí por la seguridad social obtuvo 947.381 voluntades (casi el 40%). El Partido Nacional, 655.426 adherentes. Dentro de él, Javier García y su lista 40, junto con Alianza Nacional y el grupo de los intendentes, alcanzó 231.228 apoyos (casi el 10% de los que votaron). Es decir que si uno (grosso modo) se cruza con 100 personas que hayan votado, casi 10 acompañaron a García, y casi 40 acompañaron la papeleta del Sí.

    ¿A dónde quiero llegar? A que Javier es bastante menos representativo, muy bastante menos, que quienes promovimos el plebiscito jubilatorio. Sin embargo, no alcanza con tirarle por la cabeza estos números que no mienten. Lo crucial, verdaderamente lo que en el fondo lo amarga y malhumora es lo que está en juego en el diálogo social. Para nosotros… para él… y para los que están detrás de él.

    ¿Cuál diálogo social, para qué y con quiénes? Si tenemos en cuenta que: 1) la elección la ganó Orsi por casi 100.000 votos de ventaja, 2) que en su campaña se comprometió a volver a los 60 años de edad para el retiro voluntario (con estímulos y capacitación, etcétera), y 3) que el programa de gobierno del Frente Amplio expresa la necesidad de cambios muy importantes.

    Si, además, entre esos cambios se encuentran: a) aumentar significativamente las pasividades mínimas, y b) transformar el sistema jubilatorio mixto de modo que sea no lucrativo (y eventualmente estatal).4 Si a lo anterior se agrega revisar de manera importante las exoneraciones al capital en la órbita del BPS, y promover una reforma que supere los aspectos jubilatorios y pensionarios y se extienda a todos los ámbitos de la protección social… entonces, podemos darnos cuenta perfectamente de qué es lo que en verdad les preocupa y malhumora a Javier y a quienes él pretende representar (y unos cuantos adláteres).

    Realmente, lo que a ellos les preocupa es que se puedan llevar adelante cambios de avanzada en materia de seguridad social y protección social que ciertamente no serán idénticos a los tres puntos principales que reclamábamos con el plebiscito, pero que, sin dudas, significarían avances de suma importancia próximamente. A fin de cuentas, el principal objetivo de la seguridad social es la redistribución de la riqueza y, hasta ahora, el Uruguay ha estado muy lejos de alcanzarlo: avanzar hacia ese objetivo debería ser una de las consignas de la hora.

    Atención al peligro de las “puertitas” de Javier García. A fines de los 70 y principios de los 80 del siglo pasado en Argentina, una tira o historieta de humor gráfico mostraba lo que algunos no querían ver. Se llamó Las puertitas del señor López,5 en la cual este señor era un tipo común, sumiso y gris en su vida cotidiana, que se escapaba de la realidad por una puerta mágica, pasada la cual entraba en mundos imaginarios, donde podía ser valiente, poderoso o cumplir sus deseos reprimidos.

    Yo espero que Javier no se transforme en “el señor García”, y que su manera equivocada de ejercer la política no vaya a ser su “puertita” para sacar a luz lo más retrógrado y autoritario de su ala, que mucho mal le haría a nuestra convivencia democrática, dado que se está transformando en un verdadero cuadro político de la derecha vernácula, con ascendencia en lo peor de una práctica troglodita.

    De manera preocupante, en el último mes le han aparecido algunos “tics a lo Trump”, destratando con asco a cualquiera que piense distinto sobre cualquier tema. La sombra de un por ahora pequeño führer parece sobrevolar sus malos pensamientos. (Ojalá solo fueran malestares pasajeros productos de un mareo, ojalá recupere la calma y vuelva a abrevar en lo mejor del wilsonismo, aunque dudo que así sea).

    De no hacerlo, ninguno de los luchadores y luchadoras sociales estaremos a salvo de sus bravuconadas y el país conocerá su verdadero rostro de déspota, apenas ilustrado, obsesionado por el poder: el de la clase que quiere representar y, por supuesto, el suyo propio. La dureza de su gestualidad y el patoteo y prepotencia de algunos de sus gestos se confunden como en un sueño con la carita de gnomo bueno que a veces, muy pocas veces, se le escapa.

    Pero insisto: nadie debe subestimarlo. Hacerlo sería darle paso a un mundo desde el cual ya no es posible volver. Saben bien los lectores y las lectoras que no es buena cosa azuzar a déspotas cuyas verdaderas intenciones desconocemos por ocultamiento manifiesto. Ayudarlo nosotros a abrir “esa puertita” podría ser suicida.

    Necesidad de consolidar lo que parece un importante avance. Por mi parte, en este momento se me viene a la cabeza un sencillo pensamiento de Liber Seregni, otrora general del pueblo: siempre hay que “estar pensando en cambiar; no hagas caso a quienes hablaron del fin de la historia y la muerte de las ideologías. Sueña, construye y cultiva la utopía. Vive soñando y haciendo lo que sueñas”.

    Afortunadamente, se abre ahora una ventana de oportunidades que no nos regaló nadie, ventilando significativamente lo que fue la Comisión de “expertos”, pagada de sí misma y con las cartas marcadas desde el comienzo, dándole entrada ahora de verdad a “todas las voces todas”, espero que en un pie de igualdad franca y sincera.

    El camino en verdad será trabajoso, dentro del Frente Amplio seguro habrá muchos forcejeos, (ya he escrito en Búsqueda acerca de la integración del Directorio del BPS y lo que significa), pero nosotros sabemos que arrancamos con el apoyo explícito de casi un millón de uruguayos y uruguayas. Es hora, por lo tanto, de intensificar la lucha y no dejar de explicar acerca de lo que estamos hablando: lucha democrática, a través de las organizaciones políticas o sociales que nos representen, y en manifestaciones en las calles… como debe ser y nos ordena la búsqueda de la justicia social y la solidaridad.

    Luchando, podremos perder. Pero si no lo hacemos, entonces, sería caer de rodillas. ¿La verdad? No veo esta última imagen en el horizonte.

    Adolfo Bertoni

    Expresidente de ATSS

    CI 3.289.304-5

    Notas:

    1. Su actuación como ministro de Defensa pasó probablemente de la peor manera: sin pena ni gloria, y es de destacar la ausencia de órdenes efectivas a los comandantes para que se conociera la verdad aún oculta sobre nuestros compatriotas detenidos desaparecidos.

    2. La diaria, edición del pasado 7 de marzo, ampliada en redes sociales. Obsérvese que vuelve a hablar de fraude sin fundamento alguno.

    3. El 18 de noviembre del 2016, el semanario Brecha denunció que no era pediatra, no quedando nunca claro si él se había adjudicado ese posgrado o no, a pesar de no haberlo culminado nunca.

    4. Una señal importante sería devolverle la verdadera libertad de acción a todas las trabajadoras y a todos los trabajadores en actividad para que —reitero, libremente— decidan si quieren o no permanecer afiliados a una AFAP.

    5. Creada por Carlos Trillo (guion) y Eduardo Maicas, con dibujos del gran Horacio Altuna.